Se acerca el fin de año y millones de colombianos se preparan para despedir los doce meses que vivieron. Existen varias tradiciones y agüeros que se comparten de una generación a otra para atraer prosperidad, buena suerte y fortuna con el cambio del calendario y una de las más sonadas es usar ropa interior amarilla.
Este ritual tiene varios objetivos como atraer la buena suerte, prosperidad, amor y salud al recibir el Año Nuevo. Usar este tipo de ropa, según los colombianos, ayuda en el aspecto económico e incrementa la actividad sexual, o incluso es una buena estrategia para encontrar una pareja, o tener hijos, dependiendo de las necesidades de cada persona, cada quien le da el valor que quiere.
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Según los expertos en psicología, este color se asocia con la luz del sol, por lo que se consolida como una representación de la positividad, energía y claridad mental. Para muchos no es necesario usar ropa interior amarilla; con usar una prenda de este color se pueden tener resultados positivos relacionados con las buenas vibraciones para la etapa que está por comenzar.
Esta tradición, incluso, ha traspasado frontera, por lo que usar ropa interior amarilla no es un rito netamente colombiano, sino que este se ha convertido en una estrategia de los habitantes de poblaciones latinas, por lo que se ha extendido la creencia incluso a territorios muy alejados.
Aunque no existe una garantía a ciencia cierta de los beneficios que tendría usar este tipo de ropa en el cambio de año, es una estrategia para unir a las familias y buscar una manera alegra de culminar el año que se está terminando. Esta no es la única tradición que es puesta en marcha por los colombianos, otras que existen son:
Comer doce uvas al son de las campanadas de la medianoche del 31 de diciembre
Esta costumbre tiene como fin augurar doce meses de prosperidad y felicidad, se ha mantenido como un acto simbólico y entrañable en la celebración de fin de año.
Esta práctica se vincula con la esperanza de que cada uno de los deseos planteados se cumpla en cada mes del ciclo venidero. Aunque se trata de una actividad lúdica, muchos la viven con recogimiento y esperanza, volcando sus aspiraciones e intenciones en cada una de las frutas que comen.
Aunque esta tradición se popularizó en España con el tiempo, trascendió fronteras, convirtiéndose en una costumbre en países de América Latina. La selección del número doce no es casual, ya que representa los doce meses del año, y cada uva simboliza un deseo asociado a un mes particular.
Decoración con espigas para Año Nuevo
La inclusión de estas en la celebración se ha convertido en una práctica tradicional que busca atraer la buena suerte. Distintas familias optan por integrar las espigas a su mesa durante la cena de fin de año, mientras que otras prefieren obsequiarlas, con la intención de cuidar a sus seres queridos y repeler las malas energías.
Algunas de las motivaciones del ritual incluyen: protección de la familia, expulsión de vibraciones negativas y atracción de prosperidad y eventos positivos hacia los hogares. Se considera que estos elementos, a menudo vinculados con la cosecha y la abundancia en diversas culturas, cumplen un rol tanto decorativo como espiritual, en el que se valora su presencia como un augurio para un ciclo venidero lleno de venturas y felicidad.
Dar una vuelta a la manzana con una maleta
Muchos colombianos recorren su cuadra con maletas en mano, una práctica que responde a la superstición de asegurar viajes en el año entrante. Según esta tradición, llevar a cabo el ritual justo cuando el reloj marca las 12 en el comienzo del 1 de enero, incrementa la posibilidad de realizar numerosos viajes durante el nuevo ciclo.
Se sugiere llenar las maletas con ropa y enseres como si se fuera a emprender un viaje de inmediato. Los que siguen esta costumbre aconsejan incluso simular una partida real desde el hogar, con el propósito de potenciar los efectos simbólicos del acto y así evitar que se materialicen viajes inoportunos.
No hay indicaciones específicas sobre la distancia a recorrer, pero la idea es dar al menos una vuelta completa alrededor de la propia manzana. Los practicantes de este ritual de fin de año argumentan que la efectividad de la tradición reside en la fe y la intención puesta en el acto de ejecutarlo con esperanza y optimismo por el futuro.
Tener lentejas en los bolsillos
Muchas familias llenan sus bolsillos de lentejas en busca de abundancia y prosperidad para los próximos meses. Este ritual se lleva a cabo con la intención de asegurar un año venidero colmado de bienestar económico y riqueza. La se ha convertido en una práctica emblemática para numerosos hogares.
Se considera un augurio que, al ser llevado a cabo por todos los integrantes de la familia, fortalece el deseo común de una etapa de bonanza. La lenteja, como elemento natural, se posiciona como un ícono de buena suerte en el ámbito económico, siendo parte de las tradiciones de Año Nuevo.
Este ritual de fin de año refleja una dimensión tanto material como espiritual de la esperanza humana, representando no solo la expectativa de bienestar, sino también la unión familiar en un momento especial de transición.
Quemar el año viejo
Este agüero está cargado de simbolismo, tiene como propósito dejar atrás las adversidades del año que termina y abrazar el nuevo año con esperanzas de renovación y mejoras en la vida cotidiana.
La quema es una representación de la purificación y la oportunidad de empezar de cero. Al destruir las figuras representativas del año anterior, se busca cerrar un capítulo de sus vidas y prepararse para uno nuevo lleno de oportunidades y experiencias positivas.
Existen diversas maneras en las que las comunidades llevan a cabo este rito: algunos construyen muñecos simples, mientras que otros elaboran figuras más complejas y detalladas. La quema de estos muñecos comienza generalmente con la llegada de la medianoche, momento en el que el cielo se ilumina con fuegos artificiales y se escuchan las campanadas que anuncian la llegada del cambio de año.