
Me fui a tomar un café con una amiga muy cercana; tiene alrededor de 27 años y prótesis mamarias desde los 16. De repente, en medio de la conversación, me sorprendió con una noticia: hacía pocos días se había explantado sus prótesis mamarias, aquellas con las cuales millones de mujeres en el mundo se han sometido a una invasiva cirugía para aumentar el tamaño de su busto.
Continuó explicándome que había tomado la decisión porque presentó deterioros en su salud, que, sin saberlo, hacían parte del esquema de síntomas de una enfermedad autoinmune que, luego de varias visitas al doctor y múltiples exámenes médicos, pudo identificar como un extraño síndrome llamado el síndrome de Asia. Luego de la explantación, los síntomas de mi amiga poco a poco fueron desapareciendo, y hoy en día ha vuelto a ser una mujer sana y con mucha vitalidad.
Según expertos, el síndrome de Asia es provocado por la reacción autoinmune del cuerpo frente a un agente externo; en este caso, las prótesis mamarias de silicona que se utilizan en las mamoplastias de aumento. Este síndrome produce inflamación del cuerpo, cansancio, depresión, entre otros síntomas que afectan gravemente la vida de la mujer que lo padece. Sin embargo, estos también son síntomas comunes de otras enfermedades, por lo que muchas veces las pacientes pueden tardar mucho tiempo antes de recibir un diagnóstico concreto.

En 2019, alrededor de 6.336 mujeres en Colombia tomaron la decisión de retirarse las prótesis o “explantarse”, término utilizado para señalar este procedimiento. Si bien esta parece una cifra baja, en comparación con las de mujeres que entran al quirófano cada año a implantarlas, el síndrome de Asia es cada vez más mencionado por quienes toman esa decisión.
Al igual que la mayoría de las mujeres que recurren a la mamoplastia de aumento, crecí en un entorno en que debíamos tener los senos grandes y el cuerpo perfecto; es allí donde comienza el problema, pues nos metemos en la cabeza la idea de que debemos cumplir aquellos estereotipos de la sociedad y, por el hecho de complacerlos, pasamos incluso por encima de nuestra salud.
En los años noventa surgió el boom de las mujeres voluptuosas, por lo que muchas se fueron directamente al quirófano para aumentar algunas tallas en su busto, como parte de una cultura de la perfección que aun prevalece. En Colombia, se calcula que se pueden realizar alrededor de 300 mil cirugías plásticas cada año, de las cuales carca a 40% serían mamoplastias de aumento.
Las prótesis mamarias están aprobadas por la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) y en principio no deberían tener efectos contraproducentes en el cuerpo; sin embargo, lo que se ha comprobado durante los últimos años es que la introducción de estas sustancias en el organismo genera graves efectos adversos en el cuerpo humano.
Por estas y otras razones, en estos tiempos muchas mujeres han tomado conciencia frente a esta situación y deciden retirarse las prótesis. No obstante, una de las principales barreras para llevar a cabo esta explantación es el precio, pues, al ser una cirugía de reconstrucción completa del seno para que el busto quede estético, el costo es elevado. El precio de una prótesis oscila entre los 5 y 10 millones de pesos colombianos, mientras que para una “explantación” va de 20 millones en adelante. Algunos piensan que la cirugía debería ser financiada por la EPS, ya que muchas mujeres no tienen los recursos suficientes, y se trata de un asunto de salud y no solo estético.

En las redes sociales se habla con frecuencia sobre este asunto, especialmente por los testimonios de mujeres que se enfrentan al síndrome de Asia, como es caso de la modelo Ana Sofía Henao, referente de la belleza de la mujer colombiana, quien hace poco decidió “explantarse” y reducir notablemente el tamaño de sus senos.
La famosa aseguró que las prótesis la estaban enfermando; ahora, a pesar de no tener prótesis, sigue siendo una de las mujeres más bellas del país, pues la belleza va más allá del tamaño de unos senos.Después de este procedimiento, por supuesto los senos cambiarán: serán más pequeños, estarán un poco más caídos y llevarán para siempre una cicatriz. Sin embargo, ahí es cuando debemos amarnos más que nunca, priorizar la salud por encima de la vanidad y ser conscientes de que todas las mujeres somos bellas, sin importar el tamaño de nuestros senos, si somos altas o bajitas, gorditas o flaquitas. La esencia en este caso es preservar el amor propio y cuidar de nosotras mismas por encima de cualquier estereotipo.
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