
Mientras esperan el metro, los pasajeros podrán ver reliquias de la ciudad, casi todos descubiertas al excavar las estaciones.
El martes, los viajeros que se apresuraban para tomar sus trenes después del trabajo en una de las estaciones de metro más nuevas de Roma pudieron contemplar los restos de unos baños termales dañados por el gran incendio del año 64 d.C., examinar fragmentos de antiguos pozos de piedra y detenerse ante decoraciones de mármol erigidas allí por antiguos arquitectos romanos.
Bienvenidos a la parada del Coliseo de la Línea C, la tercera línea de metro de Roma, que el martes abrió para los pasajeros después de 11 años de construcción. En parte estación, en parte museo, ofrece a los viajeros la oportunidad de tomar el tren y ver objetos del pasado antiguo de Roma, casi todos descubiertos en el lugar o cerca de él durante su excavación.
La estación, dijo el alcalde Roberto Gualtieri en la ceremonia de inauguración el martes, ejemplifica cómo pueden coexistir "complejas obras de ingeniería" con la "extraordinaria estratificación histórica de nuestra ciudad".
Una segunda parada, Porta Metronia, también se inauguró el martes en las cercanías. La construcción puso de relieve el reto y también la oportunidad de construir líneas de metro bajo una ciudad edificada sobre capas de reliquias arqueológicas de valor incalculable. El riesgo de dañar las antigüedades dificulta la excavación. Sin embargo, la probabilidad de encontrarlas a menudo ha hecho que cavar valga la pena.
Bajo la nueva estación del Coliseo, los arqueólogos encontraron 28 pozos antiguos. A unos 9 metros por debajo de Porta Metronia, las excavaciones dieron con un vasto complejo militar que incluía un cuartel y la casa de un comandante. Los restos fueron retirados, restaurados y colocados de nuevo en su lugar, donde pueden ser vistos por los viajeros que pasan por la estación. Está previsto que el año que viene se inaugure un museo más formal, que permita al público acercarse a las ruinas.
Si nunca se hubiera construido el metro, dijo Gualtieri, varias estructuras antiguas y cientos de objetos "nunca se habrían descubierto". "Hoy sabemos mucho más sobre nuestro pasado", dijo.
La ampliación del metro es el esfuerzo más reciente por hacer la vida más habitable y sostenible para los habitantes modernos de una ciudad de casi 2800 años de antigüedad, pues conecta sus lejanos suburbios del sur con el centro de la ciudad, e incluye otra estación de gran riqueza arqueológica en San Giovanni, inaugurada en 2017.
También ha proporcionado a los arqueólogos abundante material para futuros temas de investigación: los hábitos de vida de los primeros pobladores de Roma, las prácticas antiguas de gestión del agua y el vasto complejo militar de la estación de Porta Metronia.
"Los bajos fondos de Roma nos depararon bastantes sorpresas", dijo Elisa Cella, arqueóloga responsable de supervisar la excavación en la nueva estación del Coliseo, que se extiende desde debajo del anfiteatro que da nombre a la estación hasta la Basílica de Majencio, parte del extenso centro arqueológico de Roma.
Para excavar en una zona tan delicada, los constructores en ocasiones tuvieron que dejar de lado los métodos de excavación tradicionales por técnicas más delicadas, incluida la excavación a mano. Se instalaron miles de sensores para garantizar que los monumentos no se vieran afectados de forma duradera por vibraciones o desplazamientos del suelo o del nivel freático.
"Roma es la ciudad más difícil del mundo para construir un metro", dijo Marco Cervone, jefe de obras de las dos nuevas estaciones. "Lo importante no es solo lo que hay debajo, sino también lo que hay encima", añadió.
La nueva estación del Coliseo está conectada por un pasillo a una estación más antigua del mismo nombre, inaugurada en 1955.
En la nueva estación, la gente no tendrá que comprar billetes para experimentar algo del mundo antiguo que la rodea. El atrio de la estación contiene restos de mármol de los depósitos del anfiteatro, fotografías y un video que reconstruye el aspecto que habría tenido la antigua Roma en ese lugar.
En la próxima decena de años se abrirán al menos cuatro estaciones más, entre ellas una en la Plaza Venecia, el punto más céntrico de Roma, y otra cerca de la Basílica de San Pedro en el Vaticano. Para muchos romanos, su finalización no puede llegar lo suficientemente pronto. Las obras de Plaza Venecia han agravado el tráfico y han sido un dolor de cabeza para los comercios locales. "Una molestia increíble", dijo Enzo Bellisario, gerente de un bar de la Plaza Venecia.
Un pequeño precio a pagar por la modernidad, según las autoridades municipales. "Roma se recibe a sí misma", dijo Eugenio Patanè, un vicealcalde que supervisa el transporte en la ciudad. "La antigua Roma se da la mano con la ciudad moderna en un diálogo que nos conmueve a todos".
Elisabetta Povoledo es una reportera radicada en Roma, cubre Italia, el Vaticano y la cultura de la región. Es periodista desde hace 35 años.
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