
El asesinato de un periodista a manos de agentes saudíes convirtió a Mohammed bin Salman, el príncipe heredero, en un paria internacional. Ahora, con demasiado poder como para ser ignorado, visitará la Casa Blanca.
La última vez que el príncipe heredero Mohammed bin Salman de Arabia Saudita visitó Estados Unidos, hace siete años, tenía la misión de ganarse a los críticos.
Se codeó con multimillonarios, profesores de Harvard y productores de Hollywood, y habló de sus planes para abrir social y económicamente el reino conservador y rico en petróleo. Pero meses después, agentes saudíes mataron y desmembraron en Estambul a Jamal Khashoggi, columnista del Washington Post, lo que convirtió al príncipe Mohammed en un paria internacional durante un tiempo, y muchos de esos nuevos amigos desaparecieron.
Ahora, mientras se prepara para regresar a la Casa Blanca el martes después de una larga ausencia, el príncipe puede sentir que tiene poco que demostrar, a pesar de todos esos años en los que, efectivamente, no fue bien recibido en Washington. A sus 40 años, ha consolidado su poder no solo como gobernante de facto de Arabia Saudita, sino como un peso pesado de la política mundial: un negociador diplomático que supervisa uno de los mayores fondos soberanos del mundo.
En los últimos años, se ha convertido en una persona demasiado poderosa como para que la ignoren los políticos y altos ejecutivos estadounidenses.
El martes, el rostro que le recibirá no podría ser más acogedor. El presidente Donald Trump ha demostrado en repetidas ocasiones ser un cálido amigo de Arabia Saudita, país en el que la familia de Trump ha cultivado importantes intereses empresariales.
"Se trata de un triunfo personal del príncipe heredero", dijo Gregory Gause, estudioso de Arabia Saudita y profesor emérito de Asuntos Internacionales en la Universidad A&M de Texas. "Hace cinco años, si se hubiera presentado en Washington, nadie habría hablado con él. Vuelve con una enorme delegación como líder regional, como figura mundial".
El oprobio que estalló tras el asesinato de Khashoggi persiguió al príncipe Mohammed durante años, hasta que lo dejó atrás. El príncipe negó tener conocimiento previo del asesinato, pero una evaluación de los servicios de inteligencia estadounidenses determinó que probablemente él lo había ordenado.
En 2022, un tribunal federal estadounidense desestimó una demanda contra él por el asesinato, luego de que el Departamento de Estado determinara que el príncipe gozaba de inmunidad como jefe de Estado. Incluso el presidente Joe Biden --quien había prometido en la campaña electoral de 2019 convertir a Arabia Saudita en un Estado paria-- voló al reino para reunirse con el príncipe en 2022, cuando necesitaba su ayuda para bajar los precios mundiales del petróleo.
En mayo, Trump eligió Arabia Saudita como destino de su primer gran viaje al extranjero de su segundo mandato como presidente.
"En los últimos ocho años, Arabia Saudita ha demostrado que los críticos estaban totalmente equivocados", declaró Trump durante la visita.
Durante la misma visita, Trump recorrió un proyecto inmobiliario propiedad del gobierno saudí llamado Diriyah. La Organización Trump está en conversaciones que podrían llevar a Diriyah una propiedad con la marca Trump, según declaró al Times el director ejecutivo del proyecto, el más reciente ejemplo de la fluida mezcla de la familia Trump entre la política y el lucro.
El príncipe heredero ha supervisado una significativa relajación de las restricciones religiosas en el reino durante la última década, permitiendo mayores libertades sociales y aumentando al mismo tiempo la represión política.
En la actualidad, el principal objetivo del príncipe ya no es consolidar el poder, sino reformar la economía del reino. Se acerca el plazo de su programa "Visión 2030" para reducir la dependencia del petróleo, mientras aumentan las restricciones financieras.
"Desde la última visita, la política saudí se ha enfocado en las prioridades económicas internas", dijo Yasmine Farouk, directora del proyecto sobre la Península Arábiga del International Crisis Group.
Se espera que en este viaje el príncipe heredero se limite a los negocios, incluidos los acuerdos diplomáticos y empresariales bilaterales. Sus prioridades incluyen firmar un acuerdo de defensa mutua con Estados Unidos, avanzar en un posible acuerdo para transferir tecnología nuclear estadounidense a Arabia Saudita y sellar acuerdos para que ambos países colaboren en el campo de la inteligencia artificial, según los analistas.
Trump, a su vez, está ansioso por persuadir al príncipe para que establezca relaciones diplomáticas con Israel. Pero eso está "prácticamente descartado", dijo Hussein Ibish, académico residente del Instituto de los Estados Árabes del Golfo en Washington.
"Arabia Saudita no puede seguir adelante con la normalización sin que Israel reconozca de hecho que los palestinos tienen derecho a un Estado", dijo.
El gobierno de Trump y Arabia Saudita también han estado intentando llegar a un acuerdo para que los fabricantes de armas estadounidenses vendan aviones F-35 a Arabia Saudita, aunque un informe de los servicios de inteligencia planteó la preocupación de que China pudiera adquirir la tecnología si se realizaba la venta.
El príncipe Mohammed también ha intentado estrechar lazos con China y otras potencias mundiales.
"Siempre estamos dispuestos a reforzar nuestra relación bilateral con Estados Unidos, aunque tengamos muchas otras opciones", dijo Salman al Ansari, analista político saudí.
La visita se produce en un momento en que Arabia Saudita y otros aliados de Estados Unidos en Medio Oriente expresan una creciente incertidumbre sobre la solidez de las garantías de seguridad estadounidenses. En septiembre, Israel intentó asesinar a altos cargos de Hamás en Catar, lo que sacudió a los países vecinos del golfo Pérsico.
"A los saudíes les preocupa la fiabilidad de Estados Unidos", dijo Gause. "Parte de la forma de evitar que nos vayamos es tener todos estos grandes acuerdos que vamos a ver firmados en Washington en los próximos días".
Vivian Nereim es la reportera principal para el Times en la cobertura de los países de la península arábiga. Radica en Riad, Arabia Saudita.
Ismaeel Naar es reportero internacional para el Times y cubre los Estados del golfo Pérsico. Radica en Dubái, Emiratos Árabes Unidos.
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