Brasil plantea un nuevo fondo financiero para proteger los bosques tropicales

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El instrumento, de varios miles de millones de dólares, buscaría compensar a los países por mantener sus bosques en pie, con la esperanza de triunfar donde otros intentos de conservación fracasaron.

Talar un bosque suele ser un negocio lucrativo. Se puede vender la madera, despejar el terreno para el pastoreo del ganado, extraer minerales valiosos o cultivar maíz y otros productos año tras año.

Así han desaparecido la mayoría de las selvas tropicales del mundo en los últimos 25 años, incluyendo las de Brasil.

Brasil está intentando cambiar esta situación. El jueves tiene previsto anunciar la creación de un ambicioso fondo destinado a pagarles a los países por mantener en pie sus bosques tropicales. Hasta 74 países con bosques tropicales podrían recibir un total de 4000 millones de dólares anuales si mantienen sus bosques intactos.

Si se financia por completo, el fondo representaría casi el triple del volumen actual de la financiación forestal internacional, según funcionarios brasileños. "Movilizará capital a gran escala mediante flujos financieros sostenidos para conservar nuestra biodiversidad", dijo este año la ministra brasileña de Medio Ambiente y Cambio Climático, Marina Silva.

Los críticos dicen que la estructura del fondo presenta algunos defectos que podrían obstaculizar su éxito. Depende de recaudar 25.000 millones de dólares provenientes de gobiernos y organizaciones filantrópicas para ponerlo en marcha, una meta ambiciosa.

Otros temen que el fondo no esté protegido frente a futuros acontecimientos. Los gobiernos cambian de una elección a otra e incluso en Brasil un futuro gobierno podría interesarse más en las ganancias de la deforestación que en los beneficios de conservar los árboles.

El fondo prevé pagos de unos 4 dólares por hectárea de bosque en pie, lo que tal vez no sea un incentivo suficientemente alto para evitar la deforestación, y se aplica a zonas con solo 20 por ciento de cobertura forestal, lo que, según algunos ambientalistas, pone el listón demasiado bajo.

Los bosques tropicales son valiosos por naturaleza. Son ricos en biodiversidad y absorben grandes cantidades de dióxido de carbono de la atmósfera, lo que ayuda a ralentizar el calentamiento del planeta. También regulan el ciclo hidrológico y el estado del tiempo local.

Al convertir estos bosques en pie en un activo protegido, el Fondo Bosques Tropicales para Siempre, como se llama el nuevo instrumento financiero, busca monetizar su valor como bien público mundial y ofrecer a las naciones con bosques incentivos financieros para que no los destruyan.

Según un análisis de Zero Carbon Analytics, un grupo independiente de investigación, los inversionistas del fondo podrían obtener un rendimiento de alrededor del 5 por ciento.

"Está destinado a recompensar a los países por mantener los bosques en pie, y la medida se basa únicamente en la cobertura forestal", dijo Andrew Deutz, director gerente de políticas globales del Fondo Mundial para la Naturaleza, quien ha colaborado con Brasil en la creación de este nuevo instrumento financiero.

El requisito para cobrar es sencillo: hay que usar imágenes satelitales para demostrar que los bosques permanecen intactos y, a cambio, se recibe dinero.

Aún queda mucho bosque por salvar. Los bosques cubren cerca de un tercio de la superficie terrestre, alrededor de 4000 millones de hectáreas. Y aunque las tasas de deforestación se han desacelerado, no lo han hecho lo suficiente, según evaluaciones internacionales. De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, cada año se pierden aproximadamente 11 millones de hectáreas de ecosistemas forestales.

Los países con una tasa anual de deforestación superior al 0,5 por ciento no podrán recibir pagos. Entre ellos se encuentra Indonesia, que durante muchos años ha perdido rápidamente sus bosques debido al cultivo de palma para aceite y a la minería.

El aceite de palma, uno de los principales impulsores de la deforestación en el sudeste asiático, se utiliza en una amplia gama de alimentos procesados y cosméticos. La soya, empleada para alimentar al ganado, las aves y los cerdos destinados al consumo humano, es el tercer factor de deforestación más importante a nivel mundial.

Una quinta parte de los pagos se destinaría a las comunidades forestales, aunque hacer cumplir esa disposición podría resultar difícil, especialmente en países donde dichas comunidades tienen pocos derechos.

El fondo se diferencia de lo que se ofrece actualmente en el mercado global. Los sistemas anteriores para proteger los bosques se basaban generalmente en la asignación de los llamados "bonos" o "créditos de carbono", que podían comprarse o venderse. La idea era que, por ejemplo, una empresa que buscara compensar sus emisiones de gases de efecto invernadero pagara por un bono que representara una extensión de bosque protegida capaz de extraer una tonelada de dióxido de carbono de la atmósfera y, así, equilibrar sus propias emisiones. Pero estos sistemas han resultado difíciles de medir y verificar y el incipiente mercado de bonos de carbono ha enfrentado cuestionamientos sobre su integridad.

El dióxido de carbono, el principal gas de efecto invernadero, calienta el planeta al actuar como una manta en la atmósfera que atrapa el calor del sol.

Para ponerse en marcha, el fondo necesita movilizar 25.000 millones de dólares. Esa suma provendría de gobiernos y fundaciones filantrópicas, mientras que los inversionistas privados aportarían los 100.000 millones de dólares restantes. Hasta ahora, Brasil ha contribuido con 1000 millones de dólares. El fondo estará administrado por el Banco Mundial.

El fondo forestal es la pieza central de las ambiciones del presidente Luiz Inácio Lula da Silva en la conferencia anual de las Naciones Unidas sobre el clima, que comienza el jueves en la ciudad amazónica de Belém.

Sin embargo, Lula aún no ha conseguido reunir ni de lejos los 25.000 millones de dólares necesarios para poner en marcha el fondo y enfrenta a poderosas industrias agropecuarias que se benefician de la deforestación. El estado amazónico de Pará, donde se celebran las negociaciones climáticas, es uno de los que presentan mayores riesgos de deforestación, junto con el vecino estado de Mato Grosso. La deforestación ha disminuido considerablemente en los últimos tres años del mandato de Lula.

Somini Sengupta es la reportera internacional del equipo climático del Times.

Claire Brown cubre el cambio climático para el Times y escribe para el boletín Climate Forward.