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Jeremy Allen White interpreta al cantautor en un conmovedor drama sobre la grabación de su álbum de 1982 'Nebraska', cuando Bruce Springsteen se sumió en una terrible oscuridad.

La gran sorpresa de Springsteen: Música de ninguna parte, un drama sólido, muy simpático y conmovedor sobre un periodo angustioso en la vida del joven Bruce Springsteen, es que no rehúye el dolor más profundo. No es habitual que una película, sobre todo de un gran estudio, le dé espacio a la lucha de un personaje y deje que el dolor se asiente hasta que se depure de la pantalla. Hollywood es un cine de triunfos, e incluso a los cineastas independientes les gusta la pulcritud emocional. Es raro que un cineasta no limpie el dolor desordenado, las lágrimas y la confusión. La tristeza no es solo un fastidio; parece derrotista, casi antiestadounidense.

Música de ninguna parte comienza en 1981 con una nota de éxito atronador, con un Bruce (Jeremy Allen White) que va terminando la gira de The River, su quinto álbum y el que incluyó su éxito del Top 10, "Hungry Heart". A esas alturas, el cantautor ya se ha hecho con el anillo de oro y ha estado en la portada de Time y Newsweek. Su Born in the USA, de gran repercusión, está a unos cuantos años de distancia. Una vez fuera de su gira River Tour, sin embargo, Bruce se arrastra hacia lo más profundo de sí mismo solo para emerger con su atormentado lamento Nebraska. Fue un período, como Springsteen escribe en sus memorias de 2016, Born to Run, que estuvo precedido por su comprensión de que nadie tiene una segunda oportunidad. Solo quedaba avanzar: "Adelante, hacia la oscuridad".

Esta confesión firme y consciente de sí misma expresa la trayectoria narrativa y el ethos espiritual de Música de ninguna parte, una película que evita las paradas técnicas de las típicas películas biográficas y que está impulsada por sus tres magníficos protagonistas masculinos. Escrita y dirigida por Scott Cooper, se inspira en la vida de Springsteen --cambia habitualmente entre el presente sobriamente coloreado y las secuencias retrospectivas de su infancia, en blanco y negro--, pero no trata de resumirla ni de pulir su corona. Se salta las presentaciones habituales, omite los hitos y prácticamente ignora algunas relaciones definitorias. La E Street Band aparece, sobre todo como telón de fondo. También se mencionan algunas estrellas, sobre todo para enriquecer la atmósfera y ayudar a situar la historia en su momento.

La mayoría de las películas sobre artistas se quedan cortas, a veces de forma ridícula, incluso cuando hay uno real detrás de la cámara. Hay demasiado misterio en el arte, demasiadas preguntas sin respuesta, demasiada ambigüedad. Las películas estadounidenses insisten en la acción, no en cómo se pinta la acción, y en personajes que puedan ofrecer algo jugoso, como una rabieta o una oreja cortada. No hay mucha emoción evidente en un artista que mira fijamente una página o un lienzo en blanco. Cooper embellece este periodo de la vida de Springsteen, pero, en el fondo, esta es una película sobre un hombre que hace música solo, a la sombra de su pasado y, sobre todo, del de su padre, Doug (Stephen Graham). Y entonces Bruce se dirige al oeste, sumido en una desesperación tan oscura y profunda como el mundo que acababa de relatar.

Cooper ha basado la película en el libro de no ficción de Warren Zanes de 2023 Deliver Me From Nowhere , una crónica absorbente y centrada sobre cómo Springsteen llegó a hacer Nebraska. El libro está arraigado en el proceso de Springsteen, en el trabajo y en otros elementos tangibles, como el pequeño dormitorio de Jersey donde grabó lo que inicialmente pensó que eran demos y la máquina de casete de cuatro pistas que utilizó, comprada en una tienda. Pero Zanes también es sensible a los misterios que convierten una obra que contiene elementos identificables --palabras, notas, historia, una armónica quejumbrosa, una narración confesional-- en una obra de arte de poder transportador e inefable. (Zanes esun músico convertido en autor, y antiguo guitarrista de la banda The Del Fuegos).

Utilizando el libro como marco, Cooper comienza su versión después de que Bruce sale del escenario en la última noche de la gira River Tour y se seca la cabeza. Tiene 31 años y está agotado. Su amigo y representante, Jon Landau (Jeremy Strong), le espera con una sonrisa tímida, y hay un periodista en alguna parte esperando hablar con él. Todo el mundo quiere un trozo de Bruce, aunque su expresión de aturdimiento y agotamiento no deja claro si aún tiene algo que dar. Pronto alquila una bonita casa en una zona boscosa de Colts Neck, Nueva Jersey, y entonces Cooper empieza a seguir el rastro de migas de pan sobre el que escribe Zanes, un rastro que da un giro cuando Bruce enciende la televisión y descubre Mundos bajos, de Terrence Malick, y a sus asesinos locales.

Cooper se toma las libertades previsibles al contar esta historia, algunas más acertadas que otras. Omite sobre todo el trasfondo social y político (Bruce escucha al grupo Suicide, pero no recuerdo haber visto a Howard Zinn en una estantería), y se centra en los aspectos más personales de la vida de Springsteen. Estos incluyen un romance con una joven madre, Faye (Odessa Young), un personaje hecho de muchos personajes que Cooper utiliza sobre todo para decir algo sobre Bruce, las mujeres y el dolor reprimido. Ella y Bruce se conocen una noche a la salida del Stone Pony, un bar de Asbury Park donde él a veces salta al escenario para tocar con la banda de la casa. Es lo bastante famoso como para que los tipos que pasan en coche griten su nombre ("¡Bruuuuce!"), pero su celebridad no le impide pasar el rato en una sala de juegos recreativos o jugar a ser una familia con una mujer guapa y su hijita.

A Cooper le gustan las historias y los tonos sombríos, y siente predilección por los dramas caseros sobre los sueños rotos y los hombres. Entre sus películas se encuentran Loco corazón, con Jeff Bridges en el papel de un cantante de country alcohólico, y La ley del más fuerte, una conmovedora película sobre el cinturón industrial con Christian Bale. Como director, Cooper tiende a suavizar y exagerar las asperezas que le atraen; puede sobrestetizar la crudeza. En este caso, también se acerca periódicamente al tipo de registro monumentalista en el que pueden caer los cineastas cuando tratan la historia y sus protagonistas de renombre. Springsteen ha dominado durante mucho tiempo el paisaje estadounidense, pero no como un coloso de piedra desde las alturas, y el reto esencial de Cooper en esta película no es la leyenda, sino el hombre.

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Hay momentos frustrantes en Música de ninguna parte --las letras que dan título a la película en inglés ("Deliver me from nowhere"; "Líbrame de la nada") aparecen con gran efecto en Nebraska-- y algunas desafortunadas florituras artísticas hechas con timidez, pero también hay mucho que apreciar. Como director, la fuerza de Cooper reside tanto en su sinceridad (él tiene fe, así que tú también intentas tenerla) como en su trabajo con los actores. Su faceta de guionista suele sobrecargar la narración con demasiados pasajes expositivos, y el personaje de Strong, en particular, tiene que dar demasiadas explicaciones. En una escena innecesaria dirigida directamente al público, Jon comparte sus preocupaciones con su esposa (Grace Gummer), un personaje tan endeble que bien podría estar hablando con una lámpara (o consigo mismo). Las mujeres no salen muy bien paradas en esta película, aunque Gaby Hoffmann, en el papel de Adele, la madre de Bruce, aporta una desesperación esclarecedora a la historia.

White, más conocido por la serie de FX El Oso, no se parece a Springsteen y, con inteligencia, ni él ni Cooper intentan fingir su parecido. Sin embargo, al igual que el hombre al que interpreta, White tiene un carisma tremendo y un rostro infinitamente interesante, cuya áspera belleza y asimetría te atraen hacia él. Su Bruce pasa mucho tiempo solo, y no habla el lenguaje de quienes han recibido formación terapéutica. Eso significa que White tiene que expresar lo aparentemente inexpresable, incluso cuando el personaje encuentra las canciones que expresarán lo que él no puede, algo que el actor hace con delicadeza. En una película llena de música que les dice tanto a tantos, algunos de los momentos más memorables son los más tranquilos, los silencios solitarios que a veces separan a Bruce del mundo, pero que finalmente también lo ayudan a volver a él.

Springsteen: Música de ninguna parte Clasificada PG-13 por lenguaje. Duración: 2 horas. En cines. Director: Scott Cooper Guionistas: Scott Cooper, Warren Zanes Protagonistas: Jeremy Allen White, Jeremy Strong, Paul Walter Hauser, Stephen Graham, Odessa Young Clasificación: R Duración: 2 h Géneros: Biografía, Drama, Musical

Manohla Dargis es la crítica cinematográfica jefa del Times.