
Durante meses, la afición del presidente Donald Trump a exagerar la velocidad a la que podía negociar complejos acuerdos comerciales ha sido el blanco de las bromas de Washington.
“Hace 90 días, Donald Trump prometió al mundo que sus aranceles darían lugar a 90 acuerdos en 90 días”, dijo a principios de este mes el líder de la minoría en el Senado, Chuck Schumer, demócrata por Nueva York, y añadió: “Según mis cuentas, le faltan unos 88 acuerdos comerciales”.
Así que el domingo, cuando Trump anunció un acuerdo comercial con la Unión Europea, no solo se trataba de su mayor acuerdo comercial hasta la fecha, sino también, del que más necesitaba políticamente.
Tras pasar meses sin lograr acuerdos, Trump está saliendo ahora de su tramo más productivo de negociaciones comerciales, al cerrar tratos en los últimos días con Filipinas, Japón e Indonesia, así como con la Unión Europea, que representa a 27 países.
El acuerdo con la Unión Europea, al menos a primera vista, parecía dar a Trump mucho de lo que quería.
“Me sorprende mucho cómo la Unión Europea ha cedido a las exigencias de Trump”, dijo Douglas Irwin, profesor de economía del Dartmouth College. “Pensaba que la UE sería la más propensa a tomar represalias. Y, sin embargo, no lo hicieron. Realmente cedieron a la mayor parte de lo que quería Trump”.
Aunque muchos detalles del acuerdo no estaban claros, la Unión Europea y Estados Unidos acordaron el domingo un amplio pacto comercial que establece un arancel del 15 por ciento sobre la mayoría de los productos de la UE, incluidos los automóviles, evitando lo que podría haberse convertido en una dolorosa guerra comercial con un bloque que es la mayor fuente de importaciones de Estados Unidos.
La Unión Europea también acordó comprar 750.000 millones de dólares de energía estadounidense, que Ursula von der Leyen, presidenta del brazo ejecutivo de la UE, dijo que se repartirían a lo largo de tres años. Eso, señaló, es aproximadamente la duración del mandato que le queda a Trump. El bloque también acordó aumentar sus inversiones en Estados Unidos en más de 600.000 millones de dólares.
Las dos partes acordaron reducir a cero los aranceles sobre una serie de productos, como aviones, piezas de aviones, determinados productos químicos, ciertos medicamentos genéricos, equipos semiconductores y algunos productos agrícolas, dijo Von der Leyen.
Reconoció que los aranceles podrían resultar onerosos para algunas empresas europeas, pero defendió el acuerdo a la luz de los aranceles más elevados con los que Trump había amenazado.
“No hay que subestimar el 15 por ciento, pero es lo mejor que podíamos conseguir”, dijo.
Fue un avance político positivo para Trump en varios frentes.
La mayoría de los economistas se han mostrado hostiles a la idea de los aranceles generalizados del presidente, advirtiendo de consecuencias nefastas como la inflación y el aumento del desempleo. Y aunque muchos criticaron la sensatez de las políticas económicas de Trump, su gobierno fue objeto de críticas adicionales por su dificultad para negociar acuerdos.
El acuerdo con la Unión Europea, el mayor socio comercial de Estados Unidos, puede mitigar algunas de las críticas.
El acuerdo también puede ofrecer a Trump una forma de desviar el ciclo de noticias de la gestión de su gobierno de los archivos de Jeffrey Epstein, una controversia que lo ha perseguido durante semanas.
En una rueda de prensa sobre el acuerdo comercial, un periodista preguntó a Trump si se había apresurado a sacar adelante el acuerdo en un intento de eliminar de las noticias el asunto Epstein.
“Tienes que estar bromeando”, respondió Trump, frustrado. “Eso no tuvo nada que ver”.
Es bien conocido que las negociaciones comerciales son complejas y requieren mucho tiempo, por lo que la mayoría de los analistas dudaban de que Trump pudiera tener mucho éxito en llegar rápidamente a acuerdos. El Instituto Peterson de Economía Internacional dijo en un análisis de 2016 que las negociaciones de un solo acuerdo comercial pueden llevar más de un año, y su aplicación, varios años.
Eso no impidió que la Casa Blanca emitiera audaces predicciones.
Pocos días después del anuncio del 2 de abril de la imposición de aranceles a países de todo el mundo, funcionarios de la Casa Blanca dijeron que unos 70 países ya estaban en contacto para llegar a acuerdos. El asesor comercial de Trump predijo 90 acuerdos en 90 días.
Cuando los acuerdos resultaron más difíciles de negociar de lo anunciado, Trump se lamentó de la presión a la que estaba sometido. “Todo el mundo dice: ‘¿Cuándo, cuándo, cuándo van a firmar acuerdos?”, dijo en mayo. En un momento dado señaló: “No tenemos que firmar acuerdos”.
Los acuerdos que Trump ha anunciado en los últimos días contienen sobre todo cifras de primera línea. No son los documentos detallados y complejos que Estados Unidos ha negociado históricamente, que pueden llegar a tener cientos de páginas.
Y el nuevo acuerdo con la Unión Europea aún podría enfrentar problemas. El gobierno de Trump se enfrenta a casi una decena de demandas judiciales que pretenden que sus aranceles sean declarados ilegales alegando que Trump no tiene autoridad para imponerlos sin el consentimiento del Congreso. Si esas demandas prosperaran, Trump volvería al punto de partida.
Andrew Hale, analista de política comercial de la conservadora Heritage Foundation, advirtió que no se debía dar demasiada importancia al acuerdo con la Unión Europea hasta que se publicara el texto y se resolvieran las demandas.
“No se trata de un acuerdo global de libre comercio”, dijo. “Dejemos eso muy claro. Y gran parte de esto puede evaporarse”.
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