
Los pescados y mariscos pueden ser una opción proteínica más respetuosa con el medioambiente que otros alimentos de origen animal como la ternera, el cerdo y el pollo. Pero tienes que elegir con cuidado.
No todos los pescados son sostenibles. Y la solución es más complicada que optar por unas especies en lugar de otras, porque la sostenibilidad y el valor nutritivo del pescado se ven afectados por una multitud de factores.
Así que les pedimos a los expertos consejos sobre los productos del mar. Esto es lo que nos dijeron.
Piensa en pequeño

Tanto desde el punto de vista de la salud como desde una perspectiva medioambiental, “cuanto más pequeño, mejor”, dijo Sebastian Heilpern, científico especializado en sostenibilidad de la Universidad de Cornell.
Los peces pequeños suelen ser una fuente especialmente buena de ácido graso omega-3 (también hay fuentes vegetales, como los frutos secos) y de nutrientes esenciales como el hierro y el zinc. Cuando comes un pescado pequeño, también sueles comer trozos de esqueleto, lo que aumenta tu ingesta de calcio. Además, los peces más pequeños se reproducen rápidamente, por lo que suelen ser más abundantes y menos vulnerables a los cambios medioambientales.
Los peces más grandes, en cambio, suelen acumular más contaminantes como el mercurio y el plomo. Eso se debe a que suelen ser depredadores. Comen muchos peces más pequeños. Así, cantidades moderadas de contaminantes en esos peces pequeños pueden acumularse hasta niveles perjudiciales en los peces más grandes.
Así pues, opta por las sardinas y las anchoas. “Son fuentes de alimento muy, muy nutritivas”, dijo Heilpern, “y suelen ser bastante productivas y capaces de soportar toda esa explotación a la que los humanos las someten”.

Una excepción a la regla de lo “pequeño” son los camarones de granja, según Kathryn Fiorella, científica medioambiental y epidemióloga de Cornell.
Los camarones abarcan toda la gama de la sostenibilidad mucho más ampliamente que otros pescados y mariscos más pequeños. Algunas variedades --como el blanco del pacífico cultivado en determinados tipos de estanques en Estados Unidos, Ecuador, Honduras y Tailandia-- cumplen buenas normas medioambientales. Pero otras --cultivadas en distintos tipos de estanques en lugares como China, India y México--, no las cumplen.
El problema es que los consumidores no suelen disponer de información detallada. Por eso, “yo intento de verdad no comer camarones”, dijo Fiorella.
Los moluscos también son buenos

Los bivalvos como las ostras, las vieiras y las almejas son muy nutritivos y abundantes en omega-3, B-12 y hierro.
Y, cuando se cultivan, “consumir moluscos probablemente tenga un beneficio para el ecosistema”, dijo Fiorella. No tienen que ser alimentados por los acuicultores, señaló, y eliminan contaminantes como el nitrógeno y el fósforo del agua y los convierten en sustancias que no son perjudiciales. También consumen fitoplancton, lo que puede ayudar a limitar la proliferación de algas nocivas. Y crecen en los arrecifes, proporcionando estructuras que ayudan a una serie de especies a prosperar.
Las clasificaciones de 2021 confirmaron que los bivalvos de granja se encuentran entre los alimentos más sostenibles desde el punto de vista medioambiental en general.
Sin embargo, los bivalvos silvestres no son tan buenos para el medioambiente, porque los métodos utilizados para recolectarlos suelen ser destructivos. Por tanto, lee la etiqueta.
¿Pescado de acuicultura? Es complicado

En la actualidad, más de la mitad del pescado que se consume en el mundo es cultivado. Este tipo de producción suele causar menos emisiones de carbono que calientan el planeta que la pesca en la naturaleza. Pero, a veces, se hace en condiciones densas donde las enfermedades pueden propagarse fácilmente y los contaminantes y antibióticos pueden escapar a ríos y océanos.
Además, a diferencia de los moluscos, los acuicultores a menudo necesitan alimentar a sus peces con más peces.
“Una buena parte de las veces, si comes un kilo de salmón, se necesita algo más de un kilo de pescado salvaje para producirlo”, dijo Alice Moore, quien gestiona la Guía del Buen Pescado en la Sociedad de Conservación Marina, una organización británica sin ánimo de lucro. Los alimentos diseñados para animales a base de cereales y vegetales no suelen aportar a los peces los nutrientes que estos necesitan.
La captura de peces en la naturaleza evita estos problemas, pero los buques pesqueros pueden emitir mucho carbono y dañar los ecosistemas. Por ejemplo, la pesca de arrastre de fondo puede devastar el fondo marino y aumentar el consumo de combustible de un barco.

La pesca de columna de agua, por debajo de la superficie y por encima del fondo, evita eso. Pero a menudo arrastra especies equivocadas, hembras reproductoras y peces demasiado pequeños.
Los cangrejos y las langostas se capturan en trampas, por lo que hay más precisión, pues no hay capturas accesorias ni arrastre. Pero algunos tipos de equipos pueden enredar a ballenas en peligro de extinción, con consecuencias mortales.
“Es un campo de minas”, dijo Moore sobre los pros y los contras del pescado de acuicultura y del capturado en la naturaleza.
La guía de su equipo puede utilizarse para buscar la sostenibilidad del pescado en el supermercado, al igual que la Guía de Vigilancia del Marisco del Acuario de la Bahía de Monterrey.
Apuesta por la variedad

El simple hecho de consumir una mayor variedad de productos marinos puede ser muy beneficioso. En Estados Unidos, solo 10 especies representan casi el 80 por ciento de productos de mar que se consumen, donde están a la cabeza los camarones, el salmón, el atún en lata, la tilapia y el abadejo de Alaska.
Eso ejerce mucha presión sobre unas pocas especies, y puede hacerlas menos resistentes, más vulnerables a enfermedades y plagas, y más propensas a ser desestabilizadas por los cambios climáticos y medioambientales.
Además, no todas las especies lo tienen todo desde el punto de vista nutricional. Por tanto, la variedad garantiza una gama más amplia de nutrientes.
“Si la semana pasada comiste salmón, toma esa lata de sardinas”, dijo Heilpern. “Haz combinaciones”.