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Miles de personas acudieron a presentar sus respetos y despedirse del pontífice, quien falleció el lunes a la edad de 88 años.
Cantos en latín sonaron en todo el Vaticano mientras una larga procesión de cardenales con birretes rojos, obispos con capas violetas y guardias suizos con uniformes a rayas acompañaba el cuerpo de Francisco desde su residencia hasta la Basílica de San Pedro el miércoles.
Sonaron campanadas de luto y miles de personas hicieron fila durante horas en el Vaticano para ver al pontífice, que murió el lunes por la mañana a los 88 años.
"Este papa era especial y quería despedirme de él", dijo Natalia Zoni, de 51 años, quien salió de su casa en la Toscana al amanecer para viajar a Roma. Se le llenaron los ojos de lágrimas ante el féretro del papa, y dijo: "Gracias" a Francisco, quien yacía ante el gigantesco baldaquino de bronce de Bernini.
El papa llevaba sus sencillos zapatos de cuero negro --que se habían convertido en un sello distintivo de su estilo sin pretensiones-- mientras yacía bajo la bóveda dorada de la basílica.
La multitud, apretujada, pasó junto a la Piedad de Miguel Ángel y se agolpó ante el sencillo ataúd de madera de Francisco. Algunos se persignaban, la mayoría alzaba sus celulares para fotografiar al papa. A los reporteros que intentaban tener una mejor visión se les reprendía por colocarse sobre una ornamentada balaustrada de mármol que delimitaba la zona de prensa.
El cuerpo de Francisco --vestido con los ornamentos papales, con una mitra de obispo blanca en la cabeza-- permanecerá en la Basílica de San Pedro durante varios días para que los fieles puedan despedirse de él. El miércoles, el Vaticano dijo que la basílica podría permanecer abierta después de medianoche debido a la gran afluencia de personas.
El féretro del papa se cerrará el viernes por la noche, y el funeral, al que se espera que asistan líderes internacionales, tendrá lugar el sábado.
Muchos de los dolientes que el miércoles flanquearon los muros del Vaticano bajo el cálido sol romano dijeron que querían presentar sus respetos a un papa al que se sentían personalmente cercanos.
Enrico Molinari, de 84 años, vestido de traje para la ocasión, tomó un tren temprano desde su casa a las afueras de Roma, y luego un autobús, para despedirse de Francisco.
"Sabemos que su alma ya no está aquí", dijo Molinari. "Pero quiero rendir homenaje a su persona".
Giuseppina Bencini asistió en su cumpleaños 88. "Sentí un nudo en la garganta cuando lo vi", dijo mientras se le nublaban los ojos.
Nadia Panno, de 60 años, que había conducido unos 110 kilómetros y estaba en una larga cola sosteniendo sus muletas, dijo: "Era lo menos que podía hacer para venir aquí y darle las gracias".
Lorenzo Fontana, político conservador que preside la Cámara de Diputados, la cámara baja del Parlamento italiano, se arrodilló junto al féretro de Francisco y se persignó.
Otros habían viajado miles de kilómetros, un testimonio del alcance del papa en lugares lejanos. Entre ellas estaban Delta Canela y Marian Manalo, ambas de 63 años y procedentes de Filipinas.
"Filipinas estaba muy cerca de su corazón", dijo Canela. Manalo, su amiga, estuvo de acuerdo.
"Con el papa Francisco", dijo, "siempre nos sentimos queridos".
Emma Bubola es una reportera del Times radicada en Roma.