Para la generación Z, vale la pena endeudarse con tal de ir a un concierto de Beyoncé

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Ignacio Vásquez se pasó el último año ahorrando dinero para conseguir entradas a la gira Cowboy Carter de Beyoncé, que comenzará el mes que viene. Vásquez, de 20 años, estudiante a tiempo completo de Modesto, California, estaba buscando entradas para uno de los cinco conciertos de la gira en el SoFi Stadium de Los Ángeles para él y su hermana.

"Fui a ver a Beyoncé en la gira de Renaissance y como sabía que esta iba a pasar, sabía que tenía que empezar a ahorrar", relató Vásquez.

El 11 de febrero, Vásquez se registró en la fila virtual de Ticketmaster para la preventa del BeyHive, que se ofreció exclusivamente a quienes se inscribieron en el sitio web de Beyoncé. Tras esperar su turno, Vásquez se sorprendió al ver que los boletos costaban como mínimo 600 dólares cada uno y muchos costaban más de 1000 dólares.

"Para cuando llegué a comprarlos, los precios eran exorbitantes", describió Vásquez. "Pensé: 'Oh, no, esto no va a funcionar, no voy a pagar eso', así que solo lo dejé ir".

En los últimos años, los asistentes a conciertos han pagado precios desorbitados para ver de gira a artistas populares como Beyoncé, Taylor Swift y Oasis. Pero los fanáticos de la generación Z (los nacidos entre 1997 y 2012) están pagando mucho más por entradas de conciertos que las generaciones anteriores cuando eran adultos jóvenes. Según datos recopilados por Pollstar, una publicación comercial que da cobertura a la industria de la música en vivo, en 1996, el precio promedio de un boleto para cualquiera de las 100 giras más importantes de ese año fue de 25,81 dólares, o unos 52 dólares ajustados a la inflación. En 2024, el precio promedio de los boletos se elevó a 135,92 dólares. La industria de la música en vivo ha puesto a los jóvenes adultos de hoy en una situación imposiblemente cara.

Para la generación Z, gastar en conciertos puede destrozar su presupuesto. En una encuesta a 1000 participantes de la generación Z publicada el año pasado por Merge, una agencia de mercadotecnia, el 86 por ciento admitió que gastaba más de la cuenta en eventos en vivo. Se citó el miedo a perderse de algo, o FOMO por su sigla en inglés, como una de las razones principales. Otra encuesta realizada por AAA, el grupo de propietarios de automóviles, y Bread Financial, una empresa de servicios financieros, descubrió que la generación Z y los milénials estaban dispuestos a gastar más y a viajar más lejos para asistir a eventos en vivo que las generaciones anteriores.

El año pasado, Chricket Cho, de 25 años, asistió a siete conciertos en Estados Unidos y Canadá: Swift en Toronto, Bleachers en la ciudad de Nueva York y Nashville, Tennessee, Gracie Abrams en la ciudad de Nueva York, y Sabrina Carpenter, Maggie Rogers y Chappell Roan en Atlanta. Gastó 8400 dólares en entradas, artículos promocionales y transporte a los conciertos.

"Es que siento que la música en vivo es algo que me hace sentir viva", explicó Cho, que es auditora informática, vive en Suwanee, Georgia, y gana unos 100.000 dólares al año. "Es un momento en el tiempo que es diferente a solo escuchar música en Spotify o en mi tocadiscos".

La mayor cantidad de dinero que Cho gastó en un solo concierto fue para ver a Swift en el Rogers Center de Toronto. Compró su entrada en Ticketmaster por 600 dólares, pagó 3000 dólares por el vuelo y el hospedaje, y gastó 470 dólares en productos promocionales de la artista.

Cho comentó que no tenía un límite de precio para comprar entradas de conciertos. Pero dijo que el aumento de precio de los boletos le había hecho replantearse ir a conciertos si los artistas no eran sus "favoritos de siempre", como Swift o Bleachers, la banda de rock liderada por Jack Antonoff.

Se disparan los precios de las entradas a conciertos

Hace unos 50 años, los admiradores de Bruce Springsteen pagaron tan solo 8 dólares, o 44 dólares ajustados a la inflación, para verlo en su gira Born to Run. Los precios aumentaron rápidamente en las décadas siguientes.

"El precio de la entrada promedio a un concierto aumentó casi un 400 por ciento de 1981 a 2012, mucho más rápido que el incremento del 150 por ciento de la inflación general de los precios al consumo", señaló Alan B. Krueger en un discurso en el Salón de la Fama del Rock and Roll en 2013, cuando era presidente del consejo de asesores económicos.

Después de que la gente se encerró en casa durante la pandemia del COVID-19, resurgió la asistencia a conciertos y otras reuniones multitudinarias, ya que la gente anhelaba vivir más experiencias en persona. En 2023, las 100 giras más importantes del mundo recaudaron la cifra récord de 9200 millones de dólares, un 65 por ciento más que en 2019, según datos de Pollstar.

Este aumento de la demanda, combinado con los asientos limitados, las tarifas elevadas de los servicios y la laxitud de la normativa (y un litigio antimonopolio en curso) sobre cómo se compran y venden las entradas, ha provocado un incremento del precio de los boletos de conciertos a nivel mundial.

En la popular gira The Eras Tour de Swift, que recaudó la cifra récord de 2000 millones de dólares, el precio promedio de las entradas fue de 1088 dólares en 2023.

Los sistemas dinámicos de fijación de precios en función de la demanda que usan los vendedores de boletos también han generado precios más altos. Pero esto no fue lo que sucedió cuando Vásquez intentó comprar entradas para la gira de Beyoncé.

Al día siguiente del intento fallido de compra de Vásquez, logró comprar entradas por 200 dólares cada una a través de una preventa de Ticketmaster que solo estaba disponible para los titulares de tarjetas de crédito y débito de Citi.

"En apenas un día, los precios bajaron drásticamente y conozco a gente que los compró el primer día, así que es una locura", contó Vásquez.

Según Ticketmaster, los precios de los conciertos en el SoFi Stadium no cambiaron. La gira había fijado los precios de las entradas entre 105,25 dólares y 4769,52 dólares, incluido el cargo por servicio, y los asientos más baratos estaban disponibles cuando Vásquez los compró a través de la preventa de Citi.

Abbas Tayebali vive en Westmont, Illinois, y gana unos 28.000 dólares al año con dos empleos de medio tiempo, uno como encargado en una oficina académica y el otro como coordinador de eventos para una empresa de alquiler de fotomatones.

En 2024, Tayebali asistió a dos conciertos en el Chicago Theatre, el de Laufey y el de Samara Joy. Para Laufey, pagó 300 dólares por una entrada a través de un revendedor en línea que cobraba más que el valor nominal.

"En retrospectiva, quizá no habría gastado tanto por esa entrada, sobre todo por el lugar donde estaba sentado", reconoció Tayebali, de 26 años. "Si pudiera volver en el tiempo y sacudirme y decir: 'No compres esos boletos', probablemente lo haría".

Tayebali relató que sí se había endeudado con su tarjeta de crédito por comprar entradas a conciertos, pero que nunca pagaría más de 500 dólares por un boleto.

"Ir a conciertos solía ser accesible y una forma divertida de terminar la noche", concluyó.

En los últimos años, los asistentes a conciertos han pagado precios desorbitados para ver de gira a artistas populares como Beyoncé, Taylor Swift y Oasis. Pero los fanáticos de la generación Z (los nacidos entre 1997 y 2012) están pagando mucho más por entradas de conciertos que las generaciones anteriores cuando eran adultos jóvenes. (The New York Times).