Un juicio por abusos sexuales masivos a menores en Francia revela silencio y negligencia

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Un cirujano es acusado de violar o agredir sexualmente a 299 personas, en su mayoría jóvenes pacientes suyos. Se considera el mayor caso de pedofilia en la historia de Francia.

El deseo sexual de Joël Le Scouarnec por los niños había hecho sonar las alarmas desde hacía años; mucho antes de que fuera acusado de violar o agredir sexualmente a 299 personas, la mayoría menores a su cargo cuando era cirujano.

La hermana de su esposa dijo que había expresado su preocupación a su hermana luego de que creyera haber presenciado cómo besaba el trasero de su hija, según documentos judiciales. Su propia hermana lo enfrentó directamente después de que su hija menor le dijera "con palabras de niña" que la había tocado. Y en 2005 ya había sido condenado por posesión de imágenes de abusos sexuales a menores, y recibió una sentencia suspendida.

"Nada, nada, nada", dijo Marie-France Lhermitte, ahora su exesposa, al comenzar la semana pasada el juicio por abusos sexuales masivos a menores. Esta era su respuesta a una pregunta formulada repetidamente sobre si hubo señales de advertencia ante las que debería haber actuado.

Le Scouarnec era un cirujano gástrico que trabajó durante más de tres décadas en múltiples clínicas y hospitales privados del oeste y centro de Francia antes de ser detenido en 2017 por exhibirse ante una vecina de 6 años. Esa detención, y el registro policial de su domicilio, condujeron al descubrimiento de pruebas --diarios y otros escritos-- de abusos mucho más amplios a lo largo de 25 años. En 2020 fue declarado culpable de agredir sexualmente o violar a cuatro niñas, entre ellas las dos hijas pequeñas de su hermana, y se encuentra cumpliendo una condena.

El más reciente juicio --considerado el mayor caso de pedofilia en la historia del país-- se basa principalmente en esos diarios y escritos, que los investigadores utilizaron para identificar a los cientos de víctimas mencionadas ahí.

Le Scouarnec, que ahora tiene 74 años, ha aceptado la "gran mayoría" de los cargos que se le imputan, declaró su abogado Maxime Tessier ante el tribunal de Vannes, donde se celebra el juicio. Los cargos de violación están relacionados principalmente con tocar o penetrar con los dedos la vagina y el ano de menores. Algunos de esos cargos los ha negado, alegando que formaban parte de procedimientos médicos.

A lo largo de los primeros días del juicio, Le Scouarnec, quien perdió su licencia médica en 2017, ha expresado repetidamente su remordimiento por haber arruinado no solo la vida de su familia, sino también la de sus antiguos pacientes. Muchos de ellos, que ahora son adultos, observan el proceso desde un auditorio cercano, mientras perros de apoyo deambulan por los pasillos. Se espera que muchos testifiquen.

Durante la primera semana del juicio, los jueces, el fiscal principal y los abogados de los antiguos pacientes intentaron desentrañar las raíces del deseo de Le Scouarnec de tocar menores de manera sexual. También intentaron comprender cómo logró cometer abusos durante un cuarto de siglo sin que nadie de su familia tomara medidas para detenerlo, a pesar de que al menos algunos de ellos tenían sospechas.

En sus testimonios, sus tres hijos, dos hermanos, su exesposa, un primo y una persona cercana a la familia pintaron el retrato de una familia muy cerrada, marcada por los abusos sexuales y envuelta en una cultura de silencio y secretismo.

Fabien Le Scouarnec, hijo de Le Scouarnec, declaró que su abuelo Joseph Le Scouarnec había abusado sexualmente de él. (El abuelo, ya fallecido, relató a algunas personas que él mismo había sufrido abusos, se dijo ante el tribunal). La hermana de Le Scouarnec, Annie Jobard, dijo que había sido violada por dos chicos cuando tenía 14 años y que nunca se lo había contado a su familia.

Su exesposa dijo que había sido violada por dos parientes varones cuando era niña. Dijo que lo mantuvo en secreto, incluso con su marido.

"Cuando te violan, te sientes sucia", declaró. "Así que no hablas de eso".

Los familiares describieron a Le Scouarnec como un buen marido, un buen hermano y un buen padre al que le gustaba la lectura y la ópera y que trabajaba muchas horas.

Sus tres hijos dijeron que no pasaba mucho tiempo en casa, pero que, cuando estaba, los ayudaba con los estudios, los llevaba a museos y se aseguraba de que tomaran clases de música. Describieron su infancia como feliz. Su padre nunca abusó de ellos y desconocían por completo su pedofilia, dijeron.

"Teníamos todo lo que necesitábamos para ser felices, y la perversión estalló como una bomba atómica en toda la familia", dijo Fabien, de 42 años.

"Es como el doctor Jekyll y el señor Hyde", añadió. "Existe una parte de la personalidad de mi padre que desconozco".

Pero la hermana de Le Scouarnec, Jobard, estaba al tanto de al menos un caso. Ella dijo al tribunal que había enfrentado a su hermano en 2000, cuando su hija menor le explicó la razón por la que no quería ir a cenar con él: había estado abusando sexualmente de ella. Fumando un cigarrillo tras otro dentro del auto de su hermana, Le Scouarnec aceptó haber cometido el abuso y dijo que trabajaría el resto de su vida para enmendarlo, declaró ella ante el tribunal. Agregó que le había dicho que se sometiera a tratamiento.

Cuando se le preguntó por qué no acudió a la policía entonces, Jobard dijo que pensaba que su hija menor era la única víctima. En ese momento no sabía que Le Scouarnec también había victimizado a su hija mayor.

"No me di cuenta de que era una persona peligrosa", dijo Jobard, una profesora de inglés jubilada de 72 años. "Para mí era inconcebible que mi hermano fuera alguien así".

Incluso cuando se enteró de que Le Scouarnec había sido detenido, acusado de poseer imágenes de abusos sexuales a menores, y después de que Fabien le contara los abusos que había sufrido por parte de su abuelo, dijo que no comprendió que había un problema mucho más profundo en la familia.

En retrospectiva, dijo, "creo que se trataba de negación".

Lhermitte, exesposa de Le Scouarnec, también testificó.

Sentada en una silla giratoria en medio del tribunal, negó que su hermana, a quien se refirió como atolondrada, o Jobard, su cuñada, le hubieran mencionado alguna vez que temieran que Le Scouarnec estuviera abusando de sus hijos.

También dijo que no sabía que su marido había sido condenado por poseer imágenes de abusos sexuales a menores, a pesar de haber estado presente cuando la policía llegó a la casa para registrarla. Dijo que se fue de compras mientras lo hacían y que, cuando volvió, su marido estaba relajado y le dijo que todo había sido un gran error.

Poco después del cateo se separó de él, pero no se divorció sino hasta hace poco, y sigue visitándolo en la cárcel.

Cuando Aude Buresi, la jueza que presidía el tribunal, le preguntó por sus sesiones con un psiquiatra y si la habían ayudado a comprender la raíz de los abusos ocurridos en su familia, Lhermitte se negó a responder, afirmando que se trataba de su vida privada.

Buresi intentó obligarla a enfrentar los abusos proyectando en las pantallas del tribunal una serie de fotografías encontradas en los numerosos discos duros que se le habían confiscado a su marido. Estas mostraban imágenes desnudas e íntimas de las dos sobrinas por cuyo abuso fue condenado.

"Nos está destruyendo", le dijo a la jueza, y añadió: "Esto es muy abusivo de su parte. No tengo el intelecto para asimilar todo eso. No sé cómo sobreviviré a eso".

En sus declaraciones ante el tribunal esta semana, Le Scouarnec defendió repetidamente a Lhermitte, a quien seguía llamando su esposa. Argumentó que le había mentido durante 30 años, aunque dijo que ella sabía "algunas cosas", sin dar detalles.

"Yo tenía dos vidas", dijo Le Scouarnec, quien se mantuvo mayormente sereno al dirigirse al tribunal. "Una vida familiar, una vida social, una vida profesional, y junto a eso, la vida de un criminal pedófilo, un pedófilo que no pensaba en otra cosa".

Pero también se mostró impreciso cuando le hicieron preguntas clave, como por qué había destruido algunos de sus diarios. La mayoría de las veces respondía que no se acordaba.

Aunque el tribunal pasó días exigiendo aclaraciones a los familiares de Le Scouarnec y luego a él mismo, el origen de su pedofilia siguió sin quedar claro.

Jobard le preguntó entre lágrimas si su padre también había abusado de él.

Le Scouarnec se levantó en la cabina de cristal del juzgado para ofrecer una respuesta.

"He hablado con psicólogos durante mucho tiempo, me lo he preguntado yo mismo, y sigo sin saberlo", dijo. "De lo que estoy seguro, y lo repito: nunca abusó de mí nadie".

Al día siguiente, dirigiéndose a su hijo mayor, Renan Le Scouarnec, por la que dijo que podría ser la última vez, causó conmoción en el juzgado cuando reveló otro inquietante secreto familiar.

"Reconozco haber cometido actos de abuso sexual contra mi nieta", dijo.

Luego pidió perdón a su hijo.

El tribunal suspendió abruptamente la sesión, mientras el hijo y su esposa eran llevados rápidamente al cuidado de dos psicólogos.

Catherine Porter es reportera internacional del Times y cubre Francia. Está radicada en París. Más de Catherine Porter

Aurelien Breeden es reportero del Times en París, desde donde cubre noticias de Francia. Más de Aurelien Breeden

Ségolène Le Stradic es una periodista e investigadora que cubre Francia. Más de Ségolène Le Stradic