Trump retoma los aranceles al acero y aluminio

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El arancel del 25 por ciento que propone el presidente es casi idéntico a una medida de su primer mandato. Los economistas y los gobiernos extranjeros saben lo que vendrá después.

El presidente Trump se dispone a imponer el lunes aranceles generalizados al acero y el aluminio extranjeros, retomando una política de su primer mandato que complació a los fabricantes nacionales de metal pero perjudicó a otras industrias estadounidenses y desató guerras comerciales con aliados en múltiples frentes.

Los aranceles del 25 por ciento que el presidente dijo que impondría al acero y al aluminio extranjeros serán bien recibidos por los fabricantes nacionales de acero, quienes argumentan que están luchando para competir contra los metales extranjeros baratos. Al igual que hicieron durante el primer mandato de Trump, los fabricantes estadounidenses de metal han estado presionando a la administración para obtener protección, y los funcionarios de Trump están de acuerdo en que un sector metalúrgico fuerte en el país es esencial para la seguridad nacional de Estados Unidos.

Pero los aranceles suscitarán mucha controversia. Es probable que molesten a los aliados de Estados Unidos, como Canadá y México, quienes suministran la mayor parte de las importaciones estadounidenses de metal. Y podrían provocar represalias contra las exportaciones estadounidenses, así como la reacción de las industrias estadounidenses que utilizan metales para fabricar automóviles, envases alimentarios y otros productos. Esos sectores se enfrentarán a precios significativamente más altos tras la entrada en vigor de los aranceles.

Eso es lo que ocurrió en el primer mandato de Trump, cuando impuso aranceles del 25 por ciento sobre el acero y el aluminio extranjeros. Aunque él y el presidente Biden acabaron por retirar esos aranceles a la mayoría de los principales proveedores de metales, a menudo fueron sustituidos por otras barreras comerciales, como las cuotas. Los estudios han demostrado que, aunque las medidas ayudaron a los fabricantes estadounidenses de metal, acabaron perjudicando a la economía en general, porque elevaron los precios para muchas otras industrias.

Trump pareció ignorar ese antecedente el domingo. Mientras volaba hacia el Super Bowl a bordo del Air Force One, dijo que planeaba imponer un arancel del 25 por ciento sobre el acero y el aluminio a todas las importaciones. También dijo que esta semana seguiría adelante con los llamados aranceles recíprocos, que elevarían determinadas tasas arancelarias estadounidenses para igualarlas a las de países extranjeros.

"Muy sencillo: si nos cobran, les cobramos", dijo.

En su primer día en el cargo, el presidente encargó una serie de informes detallados sobre más de 20 medidas comerciales, que debían respaldar sus próximas acciones comerciales. Sin embargo, no ha esperado los resultados.

En sus tres semanas en el cargo, el presidente ya ha amenazado con imponer más aranceles a escala mundial que en todo su primer mandato, cuando acabó imponiendo aranceles a paneles solares extranjeros, lavadoras, metales y más de 300.000 millones de dólares en productos procedentes de China.

Desde su toma de posesión, Trump ha impuesto un arancel adicional del 10 por ciento a todos los productos procedentes de China, y estuvo a pocas horas de imponer unos aranceles generalizados a Canadá y México que habrían llevado las tasas arancelarias estadounidenses a un nivel que no se ha visto desde la década de 1940. En conjunto, estas medidas habrían afectado a más de 1,3 billones de dólares en mercancías.

Trump también ha dicho en los últimos días que planeaba imponer aranceles a Europa, Taiwán y otros gobiernos, así como a una serie de industrias cruciales como el cobre, el acero, el aluminio, los productos farmacéuticos y los semiconductores.

El presidente ya ha impuesto aranceles globales sobre el acero y el aluminio en otras ocasiones. En su primer mandato, el presidente impuso recaudaciones arancelarias sobre el acero y el aluminio extranjeros a escala mundial, lo que enfureció a aliados como México, Canadá y la Unión Europea.

Trump llegó a acuerdos con Australia, Corea del Sur y Brasil, y retiró algunas de esas barreras a Canadá y México cuando firmaron un acuerdo comercial actualizado con Estados Unidos. Posteriormente, el gobierno de Biden llegó a acuerdos con la Unión Europea, el Reino Unido y Japón para eliminar algunas de sus restricciones comerciales.

El mayor proveedor de acero de Estados Unidos en 2024 era Canadá, seguido de Brasil, México, Corea del Sur y Vietnam, según el Instituto Estadounidense del Hierro y el Acero. Canadá es también uno de los principales proveedores de aluminio de Estados Unidos, seguido de lejos por Emiratos Árabes Unidos, Rusia y China.

Estados Unidos importa muy poco acero o aluminio directamente de China, ya que las exportaciones chinas están bloqueadas desde hace tiempo por una serie de aranceles antidumping y de subsidios. Pero algunos sostienen que el exceso de producción de acero de China sigue inundando otros mercados y ocasionando el descenso de los precios mundiales, lo que deja a los fabricantes estadounidenses de metal en desventaja en otros mercados.

Las protecciones establecidas para la industria siderúrgica nacional tampoco han sido suficientes para asegurar el destino de US Steel, la emblemática empresa de Pensilvania que ha pasado apuros financieros y que había acordado ser adquirida por Nippon Steel de Japón. Esa fusión fue bloqueada por el presidente Biden, quien dijo que quería que US Steel continuara siendo una empresa estadounidense.

Los fabricantes de acero estadounidenses recibieron con brazos abiertos los aranceles. En una declaración del domingo, Kevin Dempsey, presidente del Instituto Estadounidense del Hierro y el Acero, dijo que el grupo acogía con satisfacción el "continuo compromiso de Trump por una industria siderúrgica estadounidense fuerte, que es esencial para la seguridad nacional y la prosperidad económica de Estados Unidos".

Nazak Nikakhtar, socia del bufete de abogados Wiley Rein y exfuncionaria del primer gobierno de Trump, dijo que el presidente volvía a "cumplir su promesa de imponer aranceles a escala mundial y aumentar los aranceles sobre las importaciones de acero y aluminio, dada su importancia crítica para la seguridad nacional".

Señaló que los nuevos aranceles se añadirían a los ya existentes sobre el acero y el aluminio, y que quedaba por ver si habría alguna excepción, por ejemplo Canadá y México.

Dado que Estados Unidos ya ha impuesto antes un arancel del 25 por ciento sobre el metal, los economistas cuentan con numerosos datos sobre cómo ha afectado esto a las industrias estadounidenses.

Por ejemplo, un estudio de la Comisión de Comercio Internacional, que no es partidista, concluyó que los aranceles sobre el acero y el aluminio aumentaron el precio de las importaciones y animaron a los consumidores de acero y aluminio a comprar más metales estadounidenses en lugar de extranjeros. El aumento de la demanda hizo subir aún más los precios de los metales y permitió a los metalúrgicos estadounidenses ampliar su producción, lo que se tradujo en 2250 millones de dólares de producción estadounidense adicional de acero y aluminio en 2021.

Sin embargo, la política tuvo un importante inconveniente, según muestra el estudio. Los precios más altos del acero y el aluminio se tradujeron en costos más elevados para las industrias transformadoras que compran esos metales para fabricar otras cosas. Los costos más elevados fueron especialmente dolorosos para las empresas que fabrican maquinaria industrial, piezas de automóviles y herramientas manuales.

En conjunto, las industrias consumidoras de acero y aluminio vieron disminuir su producción en 3480 millones de dólares como consecuencia de los aranceles, que contrarrestaban por mucho lo que habían ganado los fabricantes de acero y aluminio.

Algunos miembros de las industrias metalúrgicas estadounidenses afirman que los gravámenes no han ido lo suficientemente lejos. Argumentan que las importaciones de metal de otros países, como México, empezaron a aumentar poco después de que se suprimieran los aranceles como parte del Tratado entre Estados Unidos, México y Canadá firmado en 2020.

Zach Mottl, presidente de la Coalición para un Estados Unidos Próspero, que apoya los aranceles sobre el metal, dijo que estas tendencias eran prueba de que los aranceles debían ampliarse, no reducirse, para proteger también a las industrias transformadoras en Estados Unidos.

"Es importante crear un mercado para todos los insumos de la cadena de suministro y también para el producto final", dijo.

Mottl dirige Atlas Tool Works, un fabricante de precisión cerca de Chicago, que compra acero y aluminio para fabricar productos para las industrias aeroespacial, médica y de telecomunicaciones, entre otras. Dijo que al principio vio un repunte de los precios del acero y el aluminio como consecuencia de los aranceles, pero que luego los precios volvieron a bajar y aparecieron nuevas fuentes de suministro. "Los aranceles hicieron lo que se suponía que debían hacer", dijo.

Chad Bown, investigador principal del Instituto Peterson de Economía Internacional, dijo que la decisión de Trump planteaba muchas preguntas sobre si el gobierno excluiría finalmente a determinados países o industrias de la medida. "¿El presidente quiere negociar acuerdos, como hizo entonces con Corea del Sur, Brasil y Argentina? Si son objetivos de la medida, ¿volverán China, México, Canadá y la Unión Europea a tomar represalias con aranceles contra las exportaciones estadounidenses?".

"Esto hace que las cosas vuelvan a parecer como en 2018", dijo.

A otras industrias también les preocupa quedar atrapadas entre dos fuegos y ser objeto de aranceles cuando otros países tomen represalias. China impuso el lunes aranceles de represalia a las exportaciones estadounidenses en respuesta a los aranceles que Trump impuso a China la semana pasada por su papel en el comercio de fentanilo. México, Canadá y la Unión Europea han elaborado listas de productos estadounidenses que podrían atacar con sus propios gravámenes en respuesta a las medidas estadounidenses.

En respuesta a los aranceles sobre los metales, por ejemplo, la Unión Europea impuso un arancel del 25 por ciento al whisky estadounidense. Los gobiernos estadounidense y europeo negociaron un acuerdo para suspender temporalmente esos aranceles, pero está previsto que expire pronto. Si no se llega a otro acuerdo, la Unión Europea duplicará ese arancel al 50 por ciento el 1 de abril.

Chris Swonger, director ejecutivo del Consejo de Bebidas Espirituosas Destiladas de Estados Unidos, que representa a la industria del whisky, dijo en un comunicado que el arancel tendría un "resultado catastrófico" para 3000 pequeñas destilerías de todo Estados Unidos.

"Instamos a EE. UU. y a la UE a que actúen con rapidez para encontrar una solución", dijo Swonger. "Está en juego nuestra gran industria estadounidense del whisky".

Ana Swanson cubre comercio y economía internacional para el Times desde la corresponsalía en Washington. Ha sido periodista por más de una década. Más de Ana Swanson

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