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A Daniel Noboa no se le veía por ninguna parte. Y, sin embargo, estaba en todas partes.
En los balcones. En brazos de varios seguidores. En la parte trasera de un camión. Los recortes de cartón de Noboa, presidente de Ecuador, eran omnipresentes en un mitin electoral celebrado el miércoles en un suburbio de Quito, la capital, como lo son en muchas partes del país.
Aparecen incluso con distintos atuendos: traje y banda presidencial, camiseta y vaqueros, camiseta de tirantes y pantalones cortos deportivos.
Los carteles forman parte de la exitosa estrategia de comunicación del presidente de cara a las elecciones del domingo: escasa en propuestas políticas concretas, pero fuerte en el dominio de las redes sociales y las tendencias virales para proyectar una imagen de juventud y energía a los votantes de Ecuador, la mayoría de los cuales son menores de 44 años.
Tanto partidarios como detractores han llegado a decir: "el cartón va a ganar".
Noboa, de 37 años, asumió el cargo hace solo 15 meses, después de que su predecesor convocara elecciones anticipadas ante la amenaza de destitución por acusaciones de malversación de fondos.
En su corto mandato, se ha enfrentado a una serie de controversias nacionales e internacionales, una crisis energética, una disputa con su vicepresidenta, una persistente violencia relacionada con las drogas y el desempleo.
También ha sido criticado por opositores y analistas por lo que describen como tendencias autoritarias, incluido el abuso de sus poderes presidenciales en nombre de la lucha contra la violencia y la corrupción.
Y, sin embargo, según los sondeos, Noboa, político de centro-derecha, es el principal candidato en las elecciones del domingo, y podría obtener suficientes votos para evitar una segunda vuelta.
Su popularidad, según los expertos, se debe a su imagen de líder moderno y enérgico, así como a su mandato truncado: muchos votantes no lo culpan de los males del país y dicen que necesita más tiempo.
Su principal oponente es Luisa González, una candidata política de izquierda del establishment elegida por un poderoso expresidente, Rafael Correa, quien ocupó el cargo de 2007 a 2017. Ha conseguido el apoyo de la base de votantes de Correa, quienes buscan volver a la prosperidad y a los bajos índices de homicidios de su mandato.
Pero también la perjudica entre otros ecuatorianos que recuerdan las tácticas represivas y los escándalos de corrupción de Correa. Muchos partidarios de Noboa lo expresan de forma sencilla: González representa el pasado, mientras que Noboa representa el futuro.
Se prevé que el partido de Noboa, creado hace menos de un año, obtenga aproximadamente un tercio de los escaños de la legislatura, los mismos que el partido de Correa.
Durante años, Ecuador ha estado definido por el movimiento de Correa, pero algunos dicen que Noboa tiene potencial para crear una fuerza política propia.
Es la primera vez desde los años de Correa que Ecuador ve a un presidente relativamente popular presentarse a la reelección, y "crea la posibilidad de un tipo de estabilidad política que Ecuador no ha visto realmente desde que Correa dejó el cargo", afirmó Risa Grais-Targow, directora para América Latina de Eurasia Group, consultora de riesgo político.
Las elecciones presidenciales ecuatorianas suelen celebrarse en dos rondas, y los dos candidatos más votados en la primera vuelta se enfrentan en la segunda. Para ganar la primera vuelta, un candidato debe obtener más del 50 por ciento de los votos, o el 40 por ciento de los votos con un margen de 10 puntos sobre su rival más próximo.
Hace solo cinco años, Noboa era un desconocido político. Después de un periodo como legislador, ascendió inesperadamente desde el fondo de las encuestas hasta el segundo puesto en la primera vuelta de las elecciones presidenciales de 2023, ayudado, en parte, por una gran actuación en los debates.
Noboa, licenciado por la Harvard Kennedy School, procede de una de las familias más ricas de Ecuador. Su padre, Álvaro Noboa, quien posee un imperio económico que incluye la marca de frutas Bonita Banana, también se presentó a las elecciones presidenciales en cinco ocasiones, sin éxito.
El Noboa más joven ha dirigido el país de casi 18 millones de habitantes durante un periodo especialmente sangriento.
En los últimos cinco años, la industria del narcotráfico se ha expandido en Ecuador, atrayendo a grupos delictivos internacionales, desatando la violencia en la otrora pacífica nación y enviando a decenas de miles de emigrantes que huyen a Estados Unidos.
Dos meses después de asumir el cargo, Noboa declaró el estado de conflicto armado interno tras varios motines en las cárceles y el asedio en directo a un canal de televisión.
La drástica medida, que permitió a los militares patrullar las cárceles y las calles, se consideró un punto de inflexión. Algunos ecuatorianos consideraron que la medida era necesaria para acabar con la violencia de las bandas, mientras que a otros les preocupaba que amenazara las libertades civiles.
Al principio, la medida redujo la violencia en ciudades como Guayaquil, pero la sensación de seguridad no duró. En enero se produjeron más muertes violentas que en ningún otro mes de los últimos tres años, según datos policiales.
En abril, Noboa envió agentes de policía a la embajada de México para detener a un político que se había refugiado allí para eludir una condena de prisión por corrupción. Los expertos calificaron la acción de violación del derecho internacional sobre la inviolabilidad de las misiones diplomáticas, y la detención suscitó la condena mundial.
Sin embargo, en Ecuador, estas medidas reforzaron la imagen de Noboa como líder de mano dura contra la delincuencia, y los ecuatorianos respaldaron su política ese mismo mes, cuando aprobaron un referendo por el que se incorporaba a la legislación el aumento de la presencia militar y se alargaban las penas de prisión para ciertos delitos relacionados con la delincuencia organizada.
"Yo creo que sí es autoritario", dijo Cristina Guevara, de 45 años, quien cuida a tiempo completo de su hijo discapacitado. "Pero nosotros queremos que gane porque es la única solución que va a haber ahorita".
Aún así, el enfoque de Noboa ha sido polarizador, y sus índices de aprobación se han reducido a la mitad.
Muchos culparon a su dura estrategia de la desaparición, en diciembre, de cuatro niños a quienes obligaron a subir a una patrulla militar tras verlos jugando fútbol en la provincia occidental de Guayas. Sus restos carbonizados aparecieron semanas después, y el caso provocó indignación y protestas contra los militares.
Un juez ordenó la detención de 16 militares implicados en la desaparición.
En cuanto a sus planes para el país, Noboa ha hecho pocas promesas concretas, hablando vagamente de tirar "el viejo Ecuador" a la basura.
Su éxito ha consistido en crear un "carácter", dijo Caroline Ávila, analista política ecuatoriana. "Aunque ese carácter todavía no le dice al votante qué país quiere darle".
Verónica Díaz, coordinadora nacional del partido de Noboa, dijo que uno de sus principales planes era cambiar la Constitución para levantar la prohibición de las bases militares extranjeras.
Correa instituyó la prohibición en 2008, expulsando a una presencia militar estadounidense que, según los críticos, era crucial para luchar contra los grupos delictivos internacionales.
Noboa también está enemistado abiertamente con su vicepresidenta, Verónica Abad, una coach empresarial de derecha. La ley ecuatoriana exige que los presidentes cedan sus funciones al vicepresidente mientras hacen campaña, pero Noboa se ha negado a hacerlo, alegando una ley electoral que, según él, le permite gobernar y hacer campaña al mismo tiempo.
La Corte Constitucional rechazó ese argumento el lunes, por lo que Noboa dejó de hacer campaña oficialmente.
Los expertos afirman que algunas de las acciones de Noboa constituyen una extralimitación de la autoridad ejecutiva que podría considerarse autoritaria.
"Ha tendido a sobrepasar los límites de las normas constitucionales nacionales e internacionales", dijo Grais-Targow. "Pero siempre lo ha hecho con la bandera de las medidas de seguridad o la transparencia, lo que creo que le ha ayudado a contener las consecuencias políticas".
Sus partidarios lo ven como un líder intrépido dispuesto a tomar decisiones osadas por el bien del país.
Sin embargo, Ledy Zúñiga, exministra de Justicia de Derechos Humanos, quien se presenta como candidata a la Asamblea Nacional por el partido de González, dijo que debilitar las normas democráticas del país solo dificulta la lucha contra la violencia.
"Mientras no se fortalezca la institucionalidad del sistema de seguridad, es muy difícil", dijo.
Noboa es también uno de los pocos dirigentes de América Latina que parecen mantener buenas relaciones con el presidente Donald Trump. Asistió a su toma de posesión y ha aceptado vuelos de deportación.
La decisión de Noboa de no hacer campaña activamente, tras la decisión de la Corte Constitucional, da lugar a una escena inusual.
El miércoles, la plaza de los suburbios de Quito estaba abarrotada de miles de personas que esperaban oírle hablar. Debido a la decisión del tribunal, nunca lo hizo.
Así que almorzó en un mercado de alimentos mientras charlaba con los vendedores locales. Los espectadores no tardaron en rodearle, subidos a sillas, haciéndose selfies y coreando frases de campaña.
"Fue algo emocionante, porque ningún presidente ha venido a caerse a este mercado", dijo Soledad Medina, de 60 años, que le vendió un zumo al presidente. "Es muy joven y es inteligente y quisiera que nuestro Ecuador cambie. Lo que necesitamos es un cambio".
José María León Cabrera colaboró con reportería.
José María León Cabrera colaboró con reportería.
Simpatizantes sostienen recortes de cartón del presidente Daniel Noboa durante un mitin de campaña el miércoles en Quito, Ecuador. (Johanna Alarcón/The New York Times)