ChinaEconomic Conditions and TrendsInternational Trade and World MarketFactories and ManufacturingNational Bureau of Statistics (China)
Las exportaciones de China en 2024 superaron a sus importaciones en una escala pocas veces vista, excepto durante o inmediatamente después de las dos guerras mundiales.
China anunció el lunes que su superávit comercial alcanzó casi 1 billón de dólares el año pasado, ya que sus exportaciones inundaron el mundo, mientras las propias empresas y hogares del país gastaban de manera cautelosa en importaciones.
Ajustado a la inflación, el superávit comercial de China el año pasado superó con creces el de cualquier otro país del mundo en el último siglo, incluso los de potencias exportadoras como Alemania, Japón o Estados Unidos. Las fábricas chinas están dominando la fabricación mundial a una escala que ningún país había experimentado desde Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial.
La avalancha de productos de las fábricas chinas ha suscitado las críticas de una lista cada vez más larga de socios comerciales de China. Tanto los países industrializados como los países en desarrollo han establecido aranceles para intentar frenar la oleada. En muchos casos, China ha tomado represalias del mismo tipo, acercando al mundo a una guerra comercial que podría desestabilizar aun más la economía mundial.
El presidente electo Donald Trump, quien tomará posesión del cargo la próxima semana, ha amenazado con intensificar las ya agresivas políticas comerciales estadounidenses dirigidas a China.
El lunes, la Administración General de Aduanas de China dijo que el país exportó bienes y servicios por valor de 3,58 billones de dólares el año pasado, mientras que importó 2,59 billones. El superávit resultante de 990.000 millones de dólares batió el récord anterior de China, que era de 838.000 millones de dólares en 2022.
[El gráfico a continuación muestra el superávit comercial anual de China].
Las fuertes exportaciones de diciembre, incluidas algunas que pueden haberse enviado precipitadamente a Estados Unidos antes de que Trump tome posesión y empiece a subir los aranceles, impulsaron a China a un nuevo superávit récord en un solo mes, de 104.800 millones de dólares.
Aunque China registró un déficit en petróleo y otros recursos naturales, su superávit comercial en productos manufacturados representó el 10 por ciento de la economía china. En comparación, la dependencia estadounidense de los excedentes comerciales en productos manufacturados alcanzó un máximo del 6 por ciento de la producción estadounidense a principios de la Primera Guerra Mundial, cuando, en su mayoría, las fábricas de Europa habían dejado de exportar y se habían dedicado a la producción de guerra.
Muchos países buscan superávits comerciales en productos manufacturados porque las fábricas crean puestos de trabajo y son importantes para la seguridad nacional. Un superávit comercial es el monto por el que las exportaciones superan a las importaciones.
Las exportaciones chinas de todo tipo de productos, desde automóviles hasta paneles solares, han supuesto una bonanza económica para el país. Las exportaciones han creado millones de puestos de trabajo, no solo para los obreros de las fábricas, cuyos salarios ajustados a la inflación aproximadamente se han duplicado en la última década, sino también para ingenieros, diseñadores e investigadores con altos ingresos.
Al mismo tiempo, las importaciones chinas de bienes de fábrica han disminuido drásticamente. El país ha perseguido la autosuficiencia nacional durante las dos últimas décadas, sobre todo a través de su política Hecho en China 2025, para la que Pekín prometió 300.000 millones de dólares para promover la fabricación avanzada.
China ha pasado de importar automóviles a convertirse enel mayor exportador de automóviles del mundo, superando a Japón, Corea del Sur, México y Alemania. Una empresa estatal china ha empezado a fabricaraviones comerciales de un solo pasillo, en un intento de sustituir algún día a los aviones de Airbus y Boeing. Las empresas chinas producen casi todos lospaneles solares del mundo.
Las exportaciones de China están en auge mientras su economía nacional se resiente. El superávit comercial ha compensado algunos de los daños causados por el desplome del mercado inmobiliario, que ha afectado a empresas y consumidores. Millones de trabajadores de construcción han perdido sus empleos, mientras que la clase media china ha perdido gran parte de sus ahorros. Esto ha dejado a muchas familias reacias a gastar en importaciones o en bienes y servicios nacionales.
La construcción excesiva de fábricas en China ha empezado a perjudicar a muchas empresas chinas, que se enfrentan a la caída de los precios, fuertes pérdidas e incluso incumplimientos de préstamos.
La reacción ante el desequilibrio comercial de China procede tanto de los países industrializados como de los países en desarrollo. Los gobiernos están preocupados por el cierre de fábricas y la pérdida de puestos de trabajo en sectores manufactureros que no pueden competir con los bajos precios de China.
La Unión Europea y Estados Unidos elevaron el año pasado los aranceles sobre los automóviles procedentes de China. Pero algunas de las barreras más amplias a las exportaciones chinas las han impuesto países menos prósperos con sectores manufactureros de renta media, como Brasil, Turquía, India e Indonesia. Han estado en la cúspide de la industrialización, pero temen que pueda escapárseles.
El volumen de las exportaciones chinas ha aumentado más de un 12 por ciento al año. El valor en dólares de sus exportaciones ha crecido a la mitad de ese ritmo, al desplomarse los precios porque las empresas chinas producían aun más bienes de los que los compradores extranjeros estaban preparados para adquirir.
El gobierno de Joe Biden, retomando acciones del primer mandato de Trump, ha liderado lo que se ha convertido en una crítica bipartidista de que Pekín está utilizando su control de los bancos estatales chinos para invertir excesivamente en capacidad de producción industrial. Los préstamos netos de los bancos a la industria fueron de 83.000 millones de dólares en 2019, antes de la pandemia. Esa cifra aumentó a 670.000 millones de dólares en 2023, aunque el ritmo se ralentizó un poco en los nueve primeros meses del año pasado.
"China está cometiendo un grave error al producir el doble o el triple de la demanda interna en una serie de ámbitos, ya sea acero o robótica o vehículos eléctricos, baterías de litio, paneles solares, y luego exportar el exceso a todo el mundo", dijo R. Nicholas Burns, embajador de Estados Unidos en China.
En una rueda de prensa celebrada el lunes, Wang Lingjun, viceministro de Aduanas, rechazó tales críticas. "Es esencialmente proteccionismo para contrarrestar el desarrollo de China", dijo.
China no ha tenido déficit comercial desde 1993. Su superávit comercial de 2024 empequeñece los registros anteriores ajustados a la inflación. El superávit de Japón, por ejemplo, alcanzó su máximo en 1993 con 96.000 millones de dólares. Eso equivale a 185.000 millones de dólares actuales, o menos de una quinta parte del superávit de China el año pasado.
Alemania tuvo enormes superávits comerciales en los años posteriores a la crisis financiera europea de hace una década. Pero su superávit alcanzó un máximo en 2017, con una suma equivalente a 326.000 millones de dólares de hoy.
Los superávits comerciales de Japón y Alemania alcanzaron sendos máximos de alrededor del 1 por ciento de la producción económica del resto del mundo. Según esa medida, los superávits comerciales de China son el doble de tamaño, dijo Brad Setser, miembro del Consejo de Relaciones Exteriores.
"Desde 2021, China ha vuelto a orientarse en gran medida hacia las exportaciones, y, cada vez más, el crecimiento de sus exportaciones se está produciendo a expensas de otras economías del mundo con un alto componente manufacturero", dijo.
Estados Unidos tuvo superávits comerciales persistentes de 1870 a 1970, según los investigadores del Banco de la Reserva Federal de Saint Louis. La mayoría eran relativamente pequeños, en dólares de hoy.
Tras la Segunda Guerra Mundial, con gran parte de Europa y Asia Oriental en ruinas, las fábricas estadounidenses pasaron de los tanques y los rifles a los automóviles y las lavadoras. El superávit comercial estadounidense de posguerra alcanzó un máximo de 12.000 millones de dólares en 1947, lo que equivale a unos 130.000 millones de dólares actuales. Pero como la producción del resto del mundo estaba muy deprimida ese año, el superávit comercial estadounidense equivalía a alrededor del 4 por ciento de la economía mundial. Se trata de un nivel que China aún no ha alcanzado.
La ampliación del superávit comercial de China representó hasta la mitad del crecimiento económico de todo el país el año pasado. La inversión en nuevas fábricas para la exportación representó gran parte del resto del crecimiento. En un informe previsto para el viernes, se espera que el gobierno chino diga que la economía del país creció alrededor de un 5 por ciento el año pasado.
Según la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial, actualmente China produce alrededor de un tercio de los bienes manufacturados del mundo. Esto es más que Estados Unidos, Japón, Alemania, Corea del Sur y Reino Unido juntos.
China ha aumentado sus exportaciones mediante enormes inversiones en educación, fábricas e infraestructuras, manteniendo al mismo tiempo aranceles bastante elevados y otras barreras a las importaciones. Las universidades producen cada año más licenciados en ingeniería y materias afines que el total combinado de egresados en todas las especialidades de las universidades estadounidenses.
La cuestión es si China puede mantener su liderazgo si otros países aumentan los aranceles. Sin embargo, muchos importadores consideran que China sigue siendo el lugar más competitivo para comprar mercancías.
Eric Poses, propietario y director ejecutivo de All Things Equal, una empresa de Miami Beach que inventa y distribuye juegos de mesa y juegos electrónicos de mesa, recurre a proveedores de Shanghái. Imprimir juegos de mesa cuesta el doble en Estados Unidos, mientras que este país ni siquiera fabrica muchos de los componentes electrónicos necesarios para los juegos de mesa electrónicos.
"Ojalá pudiera hacerlo aquí de forma rentable, pero no es posible", dijo.
Keith Bradsher es el jefe de la corresponsalía de Pekín del Times. Antes fue jefe del buró en Shanghái, Hong Kong y Detroit, y corresponsal en Washington. Ha vivido e informado en China continental durante la pandemia. Más de Keith Bradsher