El control de la mafia sobre la lotería brasileña parecía invencible. Hasta que llegaron las aplicaciones

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El frenesí de los juegos de azar digitales podría ponerle fin a una lotería vinculada a mafias asesinas y parte inamovible de la cultura popular brasileña desde el siglo XIX.

Taiza Carine da Costa probó por primera vez las apuestas cuando solo tenía 9 años.

Cuando era niña en la periferia de Río de Janeiro, los padrinos de Da Costa la enviaban calle abajo con unas monedas en la mano, para apostar en una lotería popular que, aunque ilegal, ha sido un elemento básico de la vida en Brasil durante más de un siglo.

Se le quedó la costumbre y, de adulta, a diario apostaba en este juego, en el que los jugadores apuestan por animales representados por conjuntos de números. Como muchos brasileños, cada vez que soñaba con una criatura, lo veía como una señal para apostar en la lotería, conocida como "jogo do bicho" --o juego del animal-- en portugués.

"Si sueño, apuesto", dijo Da Costa, de 37 años, vendedora de ropa.

Pero, últimamente, Da Costa recurre a otro juego de azar que tiene al alcance de la mano las veinticuatro horas del día: una máquina tragamonedas digital que ofrece grandes recompensas si consigue sacar tres símbolos iguales.

Tigrinho, o Tigrito en portugués, imita un popular juego de tragamonedas chino y ha sido punta de lanza a medida que las aplicaciones de apuestas móviles han ido ganando popularidad desde que Brasil legalizó el juego digital en 2018. Da Costa juega al Tigrito todos los días y, como resultado, sus apuestas --y sus pérdidas-- han aumentado. Calcula que ha perdido unos 80.000 dólares en dos años con la aplicación.

"Es difícil parar", dijo.

Los juegos de apuestas en línea, desde los casinos digitales hasta las apuestas de fútbol, han desatado una fiebre en la nación más grande de América Latina, alimentando un feroz debate --como en otras partes del mundo-- sobre cómo regular la floreciente industria y proteger a las personas con menos ingresos, que a menudo acumulan deudas o pierden grandes cantidades de sus escasos ingresos apostando.

El frenesí del juego también está amenazando a la lotería de animales de Brasil, vinculada a mafias asesinas y parte inamovible de la cultura popular desde que se creó en Río de Janeiro en el siglo XIX y se extendió por todo el país.

Aunque décadas de medidas enérgicas no han conseguido acabar con la lotería y las bandas criminales que la dirigen, el juego analógico parece estar ahora sumido en una crisis existencial, ya que cada vez menos brasileños están dispuestos a apostar físicamente en las casas de apuestas locales.

Las alternativas digitales --que ofrecen premios mayores y posibilidades infinitas-- atraen ahora más de 23.000 millones de dólares en apuestas cada año, unas diez veces más que la lotería animal, según el Instituto de Juegos Legales, una organización sin ánimo de lucro que estudia las apuestas en Brasil.

Mientras que el juego analógico tiene seis sorteos al día, el juego en línea no para.

"Ahora el jugador brasileño tiene un casino en el bolsillo", dijo Magno José Santos de Souza, presidente del instituto.

La lotería de animales, en cambio, "no ha conseguido renovar su base", dijo Luiz Antônio Simas, historiador carioca que ha escrito un libro sobre el juego.

El juego fue creado en la década de 1890 por un barón que pretendía atraer más visitantes a su recién creado zoológico en el barrio de Vila Isabel en Río. Las personas con boletos de entrada participaban en una rifa, en la que se sorteaba un animal al final de cada día.

La lotería pronto se hizo más popular que el propio zoológico, y empezaron a surgir juegos de azar similares por toda la ciudad. Temiendo que el juego perjudicara a las loterías del gobierno, las autoridades lo prohibieron tres años después de su creación.

Pero el avance de la lotería era imparable. En poco tiempo, los corredores de apuestas fuera de bares y puestos de periódicos se convirtieron en un elemento fijo en todo Brasil, y el juego llegó incluso a los rincones más remotos de la selva amazónica.

En la década de 1970, la lotería de animales se había convertido en un negocio multimillonario que alimentaba sangrientas disputas entre las mafias de Río, las cuales luchaban por el control territorial. Al final, los jefes del juego dividieron la ciudad --y el país-- en zonas.

Para proteger sus negocios ilícitos, los capos de la lotería sobornaron a jueces, políticos y policías. En las zonas obreras de Río, se ganaron los corazones y las mentes comprando equipos de fútbol locales, financiando fastuosos desfiles de Carnaval y repartiendo regalos de Navidad.

"Construyeron una fachada juguetona y divertida", dijo Fábio Corrêa, el fiscal federal de Río de Janeiro que dirige un grupo especial de lucha contra el crimen organizado. "Querían crear una imagen de buenos samaritanos".

A lo largo de los años, las autoridades intentaron repetidamente acabar con la lotería gestionada por la mafia y, en 1993, por fin lograron un gran avance: un juez condenó a 14 jefes de lotería a seis años de prisión. Pero, al poco tiempo, muchos de los capos más poderosos del juego estaban sueltos, libres para expandir sus imperios.

Una tarde reciente, en el barrio de Vila Isabel, cuna de la lotería de animales, tres corredores de apuestas --cada uno en una esquina distinta-- aceptaban apuestas de los clientes habituales. Pocos parecían tener menos de 50 años.

"Siempre apuesto por el cerdo o el tigre", dijo Germano da Silva, publicista jubilado de 71 años. Rebuscando en su cartera, sacó un viejo boleto con el que había ganado 450 dólares la semana anterior. "Mis hijos no saben jugar", añadió. "Cuando quieren apostar, acuden a mí".

Para los recién llegados, las reglas de la lotería pueden parecer abrumadoras. Los jugadores apuestan por combinaciones de números de dos, tres o cuatro cifras, que se relacionan con cualquiera de los 25 animales, desde una vaca a un mono. Las apuestas empiezan con unos céntimos, pero los premios pueden alcanzar los miles de dólares.

Sin embargo, la mayoría de los jugadores de lotería de animales no apuestan con la esperanza de hacerse ricos, según Simas, el historiador. "Quieren ganar un poco de dinero para tomarse una cerveza al final del día", dijo. "El juego forma parte de la cultura de la calle".

En Brasil, un país profundamente supersticioso, las apuestas en la lotería de animales se han hecho durante mucho tiempo a partir de sueños, animales de la suerte o las fechas de grandes acontecimientos de la vida, como cumpleaños, defunciones o matrimonios.

"Cada persona tiene su jugada favorita", dijo Nena Coelho, una secretaria de 60 años que había apostado por el perro, inspirada por un animal callejero que había seguido a su amiga a casa.

Mientras que la mayoría de los juegos de azar, incluidos los casinos y las máquinas tragamonedas, están prohibidos en Brasil, los legisladores legalizaron los juegos digitales, pero retrasaron la redacción de normas concretas de supervisión. Los expertos afirman que este retraso ha abierto la puerta a que miles de plataformas no reguladas, algunas de ellas fraudulentas, inunden Brasil.

Esto se hace eco de las experiencias de países como Reino Unido y Estados Unidos, donde los legisladores, deseosos de captar ingresos fiscales, se apresuraron a legalizar los juegos de azar digitales, pero luego se quedaron atrás a la hora de imponer regulaciones, dijo Lia Nower, directora del Centro de Estudios sobre el Juego de la Universidad de Rutgers.

"La mayoría de los legisladores no son realmente conscientes de que se trata de algo potencialmente adictivo", dijo Nower.

Los juegos digitales tuvieron un éxito inmediato en Brasil, un país de 203 millones de habitantes con uno de los índices de uso de internet más altos del mundo. Las plataformas que prometían un camino rápido para salir de la pobreza ganaron popularidad rápidamente entre las personas con bajos ingresos de un país marcado por una profunda desigualdad.

Coloridas y de aspecto infantil, las aplicaciones eran promovidas a menudo por influentes de las redes sociales, quienes decían a sus seguidores que podían ganar decenas de miles de dólares en efectivo en sitios que resultaron estar amañados. (Algunos fueron detenidos posteriormente, acusados de engañar a sus seguidores para que apostaran en plataformas no autorizadas).

El gobierno brasileño calcula que casi una cuarta parte de la población ha empezado a apostar por internet en los últimos cinco años. En la actualidad, los brasileños gastan unos 3500 millones de dólares al mes en apuestas por internet y las apuestas deportivas constituyen un segmento enorme en un Brasil loco por el fútbol, según cifras del banco central del país.

A fin de controlar el sector, las autoridades brasileñas empezaron a aplicar este mes una nueva ley que obliga a las empresas de apuestas a pagar una tasa y a cumplir las normas federales sobre fraude, mercadeo responsable y lavado de dinero.

La lotería de animales sigue siendo ilegal, pero el cambio a las apuestas digitales ha abierto nuevas fuentes de ingresos.

Los jefes de las loterías están utilizando sitios de apuestas legales para lavar el dinero amasado con actividades ilícitas como la lotería de animales, afirman las autoridades.

"Se están infiltrando en el espacio digital", dijo Corrêa. "Quieren dar un aire de legalidad a actividades que, en el fondo, son ilegales en su origen".

Pero aunque muchos están abandonando la lotería de animales, todavía hay quien no está dispuesto a dejarla.

Matheus Resende, de 30 años, recuerda que su padre le enseñó a calcular probabilidades y a elaborar apuestas. "Es el Google de la lotería de animales", dijo Resende, distribuidor de bebidas de Río.

Hoy en día, Resende es uno de los millones de brasileños que hacen apuestas digitales en partidos de fútbol. Aún así, tiene debilidad por la lotería de animales y, cada semana, también se pasa por su corredor de apuestas local.

Conoce los vínculos delictivos del juego, dice, pero aún así le entristece ver cómo se desvanece.

"Es una tradición familiar", dijo. "Así que hay cierta nostalgia".

El juego en línea está en auge en Brasil desde que se legalizó en 2018. (Dado Galdieri/The New York Times)

En la actualidad, los brasileños gastan 3500 millones de dólares al mes en juegos de azar en línea. (Dado Galdieri/The New York Times)

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