
La histórica Corona de San Eduardo, que ha sido la pieza central de las ceremonias de coronación de los monarcas en Inglaterra durante más de 350 años, ha sido retirada de la Torre de Londres para ser modificada para la coronación del rey Carlos III el próximo mes de mayo, informó el Palacio de Buckingham.
La medida se mantuvo en secreto por razones de seguridad hasta que se completó la operación, dijo el Palacio de Buckingham en un comunicado el sábado. El palacio no proporcionó detalles y no dijo dónde se llevaría a cabo el trabajo de modificación.
La corona, que suele formar parte de las Joyas de la Corona expuestas en la Torre, se ha utilizado desde la coronación del rey Carlos II en 1661, después de que la monarquía fue restaurada tras la república de 10 años de Oliver Cromwell.
La Corona de San Eduardo sustituyó a una versión medieval, que se cree que databa del reinado de Eduardo el Confesor en el siglo XI y que fue fundida en 1649. Se cree que el original se remonta a Eduardo el Confesor, que reinó en 1042-1066.

Carlos III será coronado con la Corona de San Eduardo durante la solemne ceremonia que se celebrará en la Abadía de Westminster de Londres el 6 de mayo, al igual que su difunta madre, la Reina Isabel II, en 1953. También llevará la Corona Imperial de Estado durante el servicio.
Carlos será coronado en una solemne ceremonia religiosa dirigida por Justin Welby, arzobispo de Canterbury, dijo el palacio en un comunicado. Camilla, la reina consorte, será coronada junto a su marido.
El palacio está planeando la coronación, conocida como Operación Orbe Dorado, ya que Carlos y su heredero, el príncipe Guillermo, buscan demostrar que la monarquía sigue siendo relevante en la Gran Bretaña moderna y multicultural.
La Corona de San Eduardo, compuesta por un armazón de oro macizo engastado con rubíes, amatistas, zafiros, granates, topacios y turmalinas, sigue a su antecesora medieval original al tener cuatro cruces-patada y cuatro flores de lis. También tiene una tapa de terciopelo con una banda de armiño.

Tras la muerte de Isabel II a los 96 años el pasado septiembre, las diversas coronas símbolo de su reinado pasarán a su hijo y deberán ser agrandadas para adaptarlas a su talla.
Para ello, será necesario incrementar su circunferencia y agregar algunas piedras preciosas, el proceso contrario al que se llevó a cabo cuando ascendió al trono la anterior soberana, según han descrito medios británicos.
(con información de Reuters, AP y EFE)
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