
Ser testigos del colapso del sistema internacional creado y dirigido por Estados Unidos hasta la administración Obama nos lleva a reflexionar sobre las consecuencias de esa eventualidad y las características del mundo que emergerá una vez terminado el proceso de colapso.
La historia nos sirve de guía ya que ha recogido con minuciosos detalles la caída del Imperio Romano y la configuración mundial que emergió de sus cenizas.
En primer lugar, el mundo post Imperio Romano no tuvo una potencia capaz de llenar el vacío económico, político y geopolítico de Roma. Por el contrario, el mundo se pobló de potencias medianas que en el caso de Europa se fraccionaron en agrupaciones cuasi tribales como los Godos, Visigodos, Galos y Anglosajones.
La fragmentación de Europa llevo a interminables guerras que culminaron con la Segunda Guerra Mundial. De manera que si vamos a definir el mundo post Roma este fue uno de inestabilidad política, violenta competencia por el poder, especialización económica forzada por la inestabilidad política y la presencia ubicua de la violencia.
Si aplicáramos ese patrón a nuestra realidad terminaremos por concluir que el mundo post Bretton Woods puede ser parecido al que surgió luego de la caída de Roma. En el ámbito económico al desaparecer las reglas de universal cumplimiento tendremos un Leggo de aranceles al cual solo escaparán las naciones suficientemente pequeñas como para ser irrelevantes económicamente y las autosuficientes como Singapur y China.
En lo político habrá un reacomodo. Europa tendrá que integrarse de verdad porque lo que hoy existe es un espacio económico exclusivo sin integración de mercados. India emergerá como potencia reguladora de buena parte de Asia. China se desentenderá del juego de potencias empeñada como está en lograr el objetivo de ser la primera economía del mundo.
África se dividirá en regiones tributarias de Rusia, China, India y Europa. El Medio Oriente terminará liderado por Arabia Saudita e Israel; América Latina continuará su eterno remar hacia un desarrollo que se muestra esquivo pero que podría iniciarse con fuerza si se integrara económicamente a Estados Unidos. Esto último parece difícil ya que en mucho rincones de la región predomina la visión dependentista del desarrollo que explica el subdesarrollo de la región como un subproducto del imperialismo estadounidense.
Las rivalidades se intensificarán en Asia, África y algunas regiones de América Latina. Rusia reinará en toda la ruta de la seda y tratará de imponerse en el Ártico. En síntesis viviremos un siglo de conflictos internos e internacionales que prometen cambiar la faz geopolítica del planeta tierra.
Será un mundo mucho más multipolar, más regionalizado; menos globalizado financieramente y más fragmentado en las áreas de las monedas, reglas y cadenas de suministro.
Desde el punto de vista monetario, la multipolaridad será evidente. El dólar estadounidense no desaparecerá, pero sí perderá su exclusividad. La más probable configuración del área monetaria tendría al dólar como moneda dominante en los mercados de capitales pero su uso se reducirá muchísimo en las transacciones comerciales globales.
El dólar compartirá escenarios con el euro y el renminbi que se convertirá en la principal moneda comercial de Asia y partes del Oriente Medio. Las monedas digitales exhibirán una importante tasa de crecimiento. Las redes de pago digitales transfronterizas evitarán a los bancos, SWIFT e incluso la supervisión estadounidense. En síntesis está emergiendo un consorcio monetario que sustituirá la hegemonía del dólar.
Otro rasgo del mundo que está naciendo es el auge de tecnologías y sistemas de internet paralelos. La hegemonía tecnológica de Estados Unidos está cediendo el paso a un escenario tecnológico compartido con China, Europa e Israel. Ya los 5G y 6G chinos aventajan a sus pares de Occidente. Las cadenas de suministro de los semiconductores estarán divididas. En el espacio satelital ya compiten Starlink y Gouwang. La tecnología junto a las finanzas se convierten en herramientas inseparables de la diplomacia.
Geopolíticamente tendremos un mundo mucho más fragmentado, competitivo e impredecible marcado por la rivalidad Chino -Americana; la aparición de potencias medianas con agenda propia como es el caso Brasil, Arabia Saudita; Turquía, Indonesia y Sur África. Muchos conflictos regionales provocados por las cadenas de suministro y el control de recursos estratégicos y el declive del FMI y del Banco Mundial. En síntesis un mundo convulso y complejo. idéntico al que nació de la caída del imperio Romano.
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