Las recientes declaraciones de varios países occidentales - entre ellos España, Reino Unido, Canadá y Australia – reconociendo el “estado palestino” han traicionado de forma rotunda los esfuerzos de paz en Medio Oriente.
Un estado que es reconocido tras la peor masacre de judíos desde el Holocausto, está condenado a ser solo un nuevo triste capítulo en la historia del derramamiento de sangre en la región. Nacido en sangre, este gesto solo traerá más sangre.
El reconocimiento no es más que una inadecuada recompensa al peor episodio de terrorismo vivido en el mundo desde el atentado a las Torres Gemelas. Esta recompensa transmite un mensaje peligroso a los palestinos: no tienen que abandonar el terrorismo para recibir el beneplácito del mundo.
La propia organización terrorista palestina Hamas lo reconoce, tildando estos anuncios de “victoria” y admitiendo que son el “fruto” de lo ocurrido el 7 de octubre de 2023. No importa si la intención de Starmer o Macron es diferente, esa es la lectura que le dan los radicales de la región.
Esta decisión no va a traer la deseada paz. Solo servirá para atrincherar aún más a Hamas en su posición, envalentonar a la República Islámica de Irán a seguir soñando con borrar a Israel del mapa e, irónicamente, para negar a los palestinos la única esperanza que realmente necesitan: un futuro libre de terrorismo.
Es lamentablemente representativo que apenas horas después de los anuncios de Reino Unido, Canadá y Australia sobre el reconocimiento del “estado palestino”, en el corazón de la ciudad de Gaza terroristas de Hamas ejecutaran públicamente a tres personas acusadas de “colaborar” con Israel. Todo esto frente a los ojos de cientos de personas que aplaudían y vitoreaban. ¿Es este el estado que hoy reconocen algunos países de occidente? ¿Un estado gobernado por matones que son aclamados por multitudes sedientas de sangre?
Traicionando sus propios principios
Durante décadas, especialmente tras los Acuerdos de Oslo, el mundo occidental fijó varias posiciones clave para avanzar en la paz en Medio Oriente.
En primer lugar, exigían que los palestinos abandonen el terrorismo - algo que no ha sucedido en ningún nivel.

La Autoridad Palestina sigue pagando cientos de millones de dólares al año para recompensar a terroristas que asesinan a civiles israelíes. Una política que abiertamente paga mayor sueldo mensual a quienes a más personas asesinen.
Por si fuera poco, esa misma Autoridad Palestina que hoy estos países occidentales reconocían como gobierno, administra escuelas donde la glorificación del terrorismo está a la orden del día. Por ejemplo, escuelas en nombre de Dalal al-Mughrabi, terrorista palestina que lideró una masacre donde más de 30 civiles israelíes fueron asesinados, muchos de ellos niños, o escuelas en honor a Abdullah Azzam, uno de los fundadores de al-Qaeda.
Es la misma Autoridad Palestina que se ha negado a condenar rotundamente la masacre del 7 de octubre y que sigue llamando a una palestina “del río al mar”, borrando a Israel del mapa.
En segundo lugar, los países de occidente insistían que la solución debía ser acordada a través de negociaciones.
El liderazgo palestino se ha negado una y otra vez a las soluciones de paz propuestas, desde 1947 hasta nuestros días, demostrando que su problema no es que no existan dos estados, sino la existencia de un Estado judío.
A pesar de las constantes negativas palestinas a la paz, estos países occidentales han tomado una decisión unilateral, no negociada, donde ni siquiera queda claro qué estado palestino reconocen, cuáles son sus fronteras o incluso quién encabezará su gobierno.
Este último punto no es menor, siendo que la Autoridad Palestina anunció hace meses que formaría un gobierno de unidad con Hamas, la misma organización terrorista que perpetró la masacre del 7 de octubre y que, a día de hoy, lidera todas las encuestas populares en la sociedad palestina.
En tercer lugar, los términos básicos para un acuerdo futuro incluían que cualquier solución debía garantizar la seguridad de Israel.
¿Alguno de estos líderes occidentales que hoy reconocen el “estado palestino” puede explicar cómo garantizan la seguridad de Israel cuando la mitad de la población palestina vive bajo el gobierno de la organización terrorista más salvaje del mundo? ¿Alguno puede explicar cómo Israel puede confiar en la Autoridad Palestina cuando hace apenas unos días se descubrió en territorios controlados por la Autoridad Palestina una célula terrorista que fabricaba cohetes para disparar a Israel? ¿Alguno puede garantizar que ante el enorme aparato palestino de recompensa y glorificación del terrorismo, los territorios de Judea y Samaria no serán la cuna de la próxima masacre contra civiles israelíes? ¿Alguno puede asegurar que la Autoridad Palestina velará por la paz cuando algunos de sus principales líderes han llamado abiertamente a asesinar israelíes y oficiales de la policía palestina han perpetrado sangrientos atentados contra civiles israelíes?
Enemigos de la paz

Cualquier futura paz debe tener como base un principio simple: estar apegada a la realidad.
Está claro que la Autoridad Palestina no cuenta con el apoyo popular de los palestinos para gobernar ni cuentan con instituciones democráticas sólidas para generar un futuro de prosperidad y desarrollo.
Está claro que Israel no firmará una sentencia de muerte aceptando un estado palestino que sea una amenaza para su seguridad.
Está claro que Israel no aceptará renunciar a su soberanía sobre Jerusalén, la capital eterna del pueblo de Israel, ni abandonará su idea de ser libre en su tierra ancestral.
Está claro también que, por más que los presidentes de estos países occidentales declaren ilusamente que este estado palestino “acerca la paz” y que será un paso a construir una sociedad palestina más moderada, el sol no se tapa con un dedo. Sin haber un cambio radical en la sociedad palestina, su sistema educativo y gubernamental y su postura frente al terrorismo, la realidad no cambiará.
Documentos firmados en Londres, París o Lisboa no valen ni el papel en el que son escritos si en las calles de Ramallah se siguen erigiendo calles en honor a terroristas y en las escuelas de Nablus los niños son educados a perpetuar el conflicto.
De hecho, permitir a la Autoridad Palestina librarse de sus obligaciones e infantilizar a su liderazgo al punto de hacer la vista gorda ante sus infinitos incentivos al terrorismo, solo hará que la paz sea imposible.
La comunidad internacional está cometiendo un error imperdonable. Israel está luchando contra Hamas y el Islam radical, por el bien propio pero también por el futuro del mundo libre y los pueblos de Medio Oriente. En lugar de apoyar a Israel y a las facciones moderadas del Medio Oriente para librarlos de Hamas y el Islam radical, estos países occidentales están presionando a Israel y dejando que el terrorismo se salga con las suyas.
¿Por qué Hamas habría de liberar a los 48 secuestrados israelíes si el mundo solo presiona a Israel? ¿Por qué habrían de entregar las armas y abandonar el terrorismo si justamente tras el peor atentado terrorista que hicieron el mundo los recompensó con un Estado?
Si el mundo occidental intenta imponer a Israel un estado palestino en estas circunstancias, lo natural será que Israel luche por su supervivencia y tome las decisiones necesarias para garantizar su seguridad. Hamas y el Islam radical, que buscan borrar a Israel del mapa, no cesarán en sus esfuerzos mientras el mundo siga mirando para otro lado. De hecho, este sería el primer gran paso a su objetivo de destruir a la civilización occidental y construir sobre sus ruinas un califato global.
*Gabriel Chocron, venezolano-israelí, politólogo y comunicador social. Cofundador de Conexión Israel y ex portavoz de las Fuerzas de Defensa de Israel en Cisjordania.