
Mientras nos acercamos al Día en Memoria del Holocausto –Yom HaShoá–, y el mundo parece resignarse al olvido, se vuelve urgente reafirmar nuestro compromiso con la verdad histórica.
Conmemoramos este lúgubre día en medio de niveles de antisemitismo sin precedentes en la era posterior al Holocausto. De forma alarmante, los nuevos datos de la encuesta Global 100 de la Liga Antidifamación (ADL) –la evaluación global más completa de las actitudes antisemitas jamás realizada– revelan altos niveles de ignorancia y banalización del Holocausto, junto con un inquietante vínculo entre las ideas erróneas sobre esta tragedia histórica y el antisemitismo actual.
La encuesta Global 100 de la ADL, que incluye respuestas de países que representan el 94% de la población adulta mundial, reveló que menos de la mitad —solamente el 48%— de los encuestados reconocen la realidad histórica del Holocausto. Además, encontramos una clara conexión entre la conciencia del Holocausto y el antisemitismo: las personas que aceptan la verdad histórica sobre el Holocausto son mucho menos propensas a albergar creencias antisemitas. Solo el 31% de los que reconocen con exactitud lo que ocurrió durante el Holocausto tienen opiniones antisemitas.

En América Latina, los datos son igualmente contundentes. El 22% de la población afirma no haber oído hablar nunca del Holocausto, frente al 3% en Europa. En algunos países, los niveles de desconocimiento son particularmente altos: 36% en Nicaragua, 32% en Guatemala y 29% en Honduras. Esto revela profundas deficiencias en la educación sobre el Holocausto en toda la región, las cuales están teniendo un impacto real en los índices de antisemitismo. El 44% de los latinoamericanos que nunca han oído hablar del Holocausto muestran altos niveles de adhesión a tropos antisemitas, frente a solo el 32% de quienes reconocen su exactitud histórica.
Pero la conciencia es solamente una parte del reto. Un preocupante 18% de los latinoamericanos cree que se ha exagerado el número de víctimas del Holocausto. Chile destaca en este sentido, con el porcentaje más alto de la región y el quinto más alto del mundo: el 39% de los encuestados cree que se ha exagerado el número histórico de víctimas. En América Latina, la población que sostiene esta creencia registra altos niveles de aceptación de tropos antisemitas, con un 48%, niveles incluso superiores a los de quienes niegan rotundamente el Holocausto.
En Europa, donde el mayor número de judíos fue asesinado durante el Holocausto, el nivel de conciencia sobre esta atrocidad histórica sigue siendo alto, con el 97% de los residentes en la Unión Europea y un 98% de los británicos reconociendo la Shoá.
Sin embargo, el conocimiento del Holocausto no ha impedido que los europeos lo nieguen o le resten importancia, y quienes lo hacen son mucho más propensos a albergar creencias antisemitas.
Las cifras revelan una historia inquietante: aunque solo el 9% de los residentes en la Unión Europea y el 4% de los británicos creen que se ha exagerado el Holocausto, son mucho más propensos a tener opiniones antisemitas: el 59% en la Unión Europea y el 65% en el Reino Unido.

Este patrón es especialmente evidente en Polonia, el país donde más judíos fueron asesinados durante el Holocausto. Allí, el 14% de los encuestados cree que se ha exagerado el Holocausto. En este grupo, un asombroso 76% expresa fuertes actitudes antisemitas, en comparación con el 39% entre los que reconocen la realidad histórica.
En pocas palabras, estas cifras demuestran que minimizar el Holocausto abre la puerta a un antisemitismo más amplio, incluso en los países donde ocurrió el genocidio.
Lo más desalentador es que en países como Bangladesh (2%), Bahréin (8%), Indonesia (8%) y Cisjordania y Gaza (9%), menos de una de cada diez personas acepta la bien documentada realidad del Holocausto. Estos también son países y territorios con niveles alarmantemente altos de creencias antisemitas, con más de la mitad de la población en Bangladesh y entre el 95% y el 97% en los tres países restantes respaldando los estereotipos de odio contra los judíos.
Las cifras en Chile lo sitúan incómodamente cerca de este patrón. A pesar de ser un país democrático con una mayor conciencia general, casi el 40% de los chilenos cree que se ha exagerado la magnitud del Holocausto, lo que lo sitúa justo por detrás de Bangladesh, Bahréin, Indonesia y los territorios palestinos en cuanto a distorsión del Holocausto.
Quizá lo más sorprendente sea la diferencia entre los que niegan que el Holocausto ocurriera y los que le restan importancia.
Mientras que alrededor de una quinta parte de los adultos dicen que nunca ha oído hablar del Holocausto, el 17% que le resta importancia al genocidio —en comparación con el 4% que lo niega rotundamente— tiene más probabilidades de sostener opiniones antisemitas. Trivializar este crimen sin precedentes no es simplemente ignorancia, sino que parece emanar de un odio deliberado. Lo más alarmante es que esta trivialización es común incluso en países democráticos como Chile (40%), superpotencias mundiales como China (34%) y Turquía, miembro de la OTAN (28%). La negación total del Holocausto sigue siendo profundamente preocupante, especialmente en Qatar (29%).
Las cifras revelan una flagrante contradicción. Mientras que menos de la mitad de los adultos del mundo reconocen que el Holocausto ocurrió tal y como lo cuenta la historia, la mayoría (51%) sigue creyendo que los judíos hablan demasiado sobre el tema. Según la ADL, esta creencia es uno de los indicadores más predictivos de antisemitismo, con un asombroso 74% de individuos que apoyan firmemente esta opinión mostrando altos niveles de creencias antisemitas.
En América Latina, esta percepción está aún más extendida. El 54% de los adultos de la región cree que los judíos hablan demasiado del Holocausto —cuatro puntos por encima de la media mundial. En Costa Rica, la cifra se eleva a un preocupante 67%. Estas opiniones no solamente reflejan el cansancio por la memoria, sino que también ponen de manifiesto prejuicios más profundos. La banalización de la memoria suele ir de la mano del resentimiento, y ambos están fuertemente asociados a actitudes antisemitas en toda la región.
Estos resultados no solo son números en una página o en una pantalla: son advertencias.

Combatir el antisemitismo significa defender la verdad histórica. A medida que el Holocausto se desvanece en la historia y los sobrevivientes desaparecen, debemos esforzarnos más para hacer frente a la ignorancia y la trivialización, o corremos el riesgo de perder totalmente nuestra brújula moral. Esto exige una inversión coordinada en educación: actualización de los programas escolares, campañas de concienciación pública, esfuerzos de alfabetización digital y programas comunitarios que preserven la memoria y fomenten la comprensión. Solo si nos aseguramos de que las lecciones del pasado sigan estando presentes podremos aspirar a forjar un futuro libre de odio.
*Marina Rosenberg es la vicepresidenta sénior de Asuntos Internacionales de la Liga Antidifamación (ADL). @_MarinaRos