
En el sector financiero, una prueba de stress es una herramienta de gestión de riesgos que analiza cómo se comportaría un instrumento o institución financiera cuando está sometida a condiciones económicas adversas, extremas o inesperadas, lo que ayuda a evaluar su resiliencia y posibles pérdidas. Estas pruebas sirven para reforzar tanto el marco institucional como las prácticas financieras, de manera que puedan resistir mejor esas condiciones adversas.
La administración Trump ha decidido llevar a cabo una prueba de stress de la democracia norteamericana, embistiendo contra la red burocrática en la que se asienta el gobierno federal; desafiando el texto constitucional en su lucha contra la inmigración ilegal y cambiando súbitamente la red de alianzas internacionales en la que se ha fundamentado la llamada Pax Americana. La Pax Americana ha brindado al mundo un periodo de estabilidad económica y política que ha durado 80 años.
Comoquiera que los académicos y estudiosos de la geopolítica y la institucionalidad democrática coinciden en señalar que las naciones que cuentan con un marco institucional diversificado y firme, y una sociedad civil fuerte e independiente del gobierno, resisten cualquier prueba de stress y salen de ella fortalecidas, existe la esperanza de que la democracia americana se renueve y se haga más efectiva luego del remesón contra sus cimientos iniciado por la administración Trump. Señalan como ejemplo a Inglaterra, país que participó con protagonismo en dos guerras mundiales; a Estados Unidos, cuyo marco institucional resistió la explosión que significó la Guerra de Secesión; y a Francia, país que sobrevivió la ocupación nazi.
También hay, sin embargo, otros pensadores que indican que en el siglo XXI los ataques al marco institucional por parte de un poder establecido terminan por llevarse por delante la separación de poderes y abrir las puertas a actores internacionales no estatales vinculados a intereses oscuros y a grupos organizados cuyo leitmotiv es la destrucción de la democracia, haciéndola implosionar.
Finalmente, hay quienes piensan que, dada la fortaleza de la sociedad civil, los Estados Unidos podrían estar iniciando un segundo episodio secesionista. Este vendría dado por un choque entre las dos sociedades que coexisten bajo una misma bandera y un mismo suelo. Estos son el sector que claramente desea reimponer una cultura dominante: la WASP; una economía transaccionista y un aislacionismo selectivo en relación con el resto del mundo, y otro sector que cree en las bondades de la globalización, el multiculturalismo y, por supuesto, el libre comercio. Se piensa que, lejos de fundirse en un centro democrático capaz de acrisolar las virtudes de cada sector, se producirán conflictos profundos en los que se vaya minando el marco institucional democrático, con la probabilidad de que los disensos se resuelvan de forma violenta. Los observadores que son partidarios de este escenario indican que la violencia podría iniciarse cuando la administración Trump comience a desobedecer amplia y seguidamente las decisiones judiciales que emanan de los juzgados en los que se interpretan las leyes y los autos de la administración. Se piensa que el desacato llevaría a una mitad de la población a pensar que goza de impunidad, mientras que la otra mitad reaccionaría de manera violenta ante lo que considera una privación de sus derechos.
Esperemos que la realidad le dé la razón al grupo de pensadores que considera que la prueba de stress que está siendo administrada por la administración Trump va a fortalecer la democracia americana, como la que se administra en las finanzas fortalece a las instituciones encargadas de crear crédito.