Se creó la Alianza Latinoamericana para Combatir el Antisemitismo: la región debe despertar ante la amenaza

El odio no se combate con discursos, sino con acción. Y la acción requiere legislación, educación y voluntad política

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Marina Rosenberg (ADL)
Marina Rosenberg (ADL)

El antisemitismo no es un vestigio del pasado. Es una amenaza real y creciente en todo el mundo, y América Latina no es la excepción. En nuestra región, el odio contra los judíos no solo persiste en el discurso social, sino que se propaga sin que existan mecanismos eficaces para enfrentarlo. No hay estructuras sólidas para monitorearlo, denunciarlo o castigarlo. Mientras que en otras partes del mundo los gobiernos han desarrollado estrategias nacionales para combatir el antisemitismo, gran parte de América Latina aún carece de políticas públicas integrales que permitan una respuesta firme y coordinada.

Por eso nace la Alianza Latinoamericana para Combatir el Antisemitismo (ALAS), una iniciativa legislativa regional impulsada por la Liga Antidifamación (ADL) y el Congreso Judío Latinoamericano (CJL), que busca llenar ese vacío. ALAS no es solo un compromiso moral, sino un esfuerzo concreto para impulsar a gobiernos y autoridades a tomar medidas estructurales y permanentes. Su lanzamiento en Santiago esta semana reunió a parlamentarios de Argentina, Colombia, Chile, Paraguay y Uruguay, marcando el inicio de una red de acción regional que aspira a seguir creciendo.

Que ALAS haya sido lanzado en Chile no es casualidad. El hecho de que el país lidere el Índice de Antisemitismo en América Latina, con un 45% de actitudes antisemitas según la encuesta Global 100 de ADL, envía un mensaje claro sobre la urgencia de abordar este problema de manera estructural. No es coincidencia que desde Chile se esté impulsando una iniciativa regional de este calibre: es un llamado de atención para toda la región y una oportunidad para transformar esta preocupante estadística en acción concreta.

La región necesita mecanismos efectivos para registrar incidentes antisemitas, crear marcos legales robustos que castiguen la incitación al odio y la discriminación, promover una educación basada en la inclusión y la tolerancia, y asegurar que ningún discurso o acto de odio quede impune.

La normalización del antisemitismo: un peligro latente

Después del 7 de octubre, los discursos de odio y los ataques contra judíos han aumentado drásticamente en todo el mundo. América Latina no ha sido la excepción. Desde vandalismo en sinagogas hasta ataques físicos contra individuos o instituciones comunitarias, la violencia verbal y física sigue escalando.

Pero, ¿qué sucede cuando no existen políticas públicas para frenar esto? ¿Qué pasa cuando las autoridades no reaccionan ante las amenazas a las comunidades judías? La impunidad se convierte en norma y el antisemitismo se legitima.

Los datos son claros. La encuesta Global 100 de ADL –que mide las actitudes antisemitas alrededor del mundo– muestra que este flagelo no solo persiste en América Latina, sino que en muchos casos es aceptado socialmente:

  • Chile: 45% de los encuestados sostiene estereotipos antisemitas y un 34% tiene una visión favorable de Hamás.
  • Brasil: 77% de la población cree que los judíos hablan demasiado del Holocausto.
  • Paraguay: 65% piensa que los judíos tienen demasiado poder en los negocios.
  • Argentina: 46% cree en la teoría de que los judíos controlan los asuntos globales.
  • Uruguay: 64% piensa que los judíos tienen demasiado poder en el mundo de los negocios.
  • Colombia: 46% cree que la gente odia a los judíos por la forma en que se comportan.

Estas cifras reflejan una realidad incómoda: el antisemitismo en América Latina sigue profundamente arraigado y, en muchos casos, socialmente tolerado. Son datos que deberían alarmarnos, porque evidencian prejuicios históricos y una preocupante normalización del odio.

No podemos aceptar el antisemitismo como una simple opinión o un “debate legítimo” cuando está vinculado directamente con la exclusión y el hostigamiento de una minoría. La historia nos ha enseñado que cuando el odio hacia los judíos crece, no lo hace en el vacío: es un síntoma de sociedades que se debilitan, democracias que tambalean y derechos humanos que se erosionan.

ALAS: Un punto de inflexión

ALAS surge para cambiar esta realidad. Es un esfuerzo regional que busca generar marcos legislativos sólidos, fortalecer la cooperación internacional y garantizar que el antisemitismo sea tratado como lo que realmente es: una amenaza para la democracia y los derechos humanos.

El antisemitismo no es solo un problema de las comunidades judías. Allí donde el odio contra los judíos se tolera, las demás formas de discriminación y violencia también encuentran espacio para crecer. Combatir el antisemitismo no es solo una cuestión de justicia, sino de estabilidad democrática.

El lanzamiento de ALAS en Santiago es un paso histórico, pero el verdadero reto es su consolidación. Esta alianza debe crecer, sumar más países, más parlamentarios y más políticas concretas. No basta con crear la iniciativa: necesitamos autoridades que actúen, legislen, implementen sistemas de monitoreo, sancionen a quienes difunden odio y protejan la diversidad con leyes reales, no con discursos vacíos.

Hoy, América Latina enfrenta una encrucijada. Podemos seguir mirando hacia otro lado, esperando que el antisemitismo se desvanezca por sí solo, o podemos tomar acción y demostrar que nuestra región no será cómplice del odio.

ALAS es un importante paso. El desafío es hacer que vuele cada vez más alto.

*Marina Rosenberg es la Vicepresidenta Senior de Asuntos Internacionales de la Liga Antidifamación (ADL). @_MarinaRos