La doctrina de las “regiones históricas” de Rusia: el mapa de Putin para redibujar Eurasia

Al calificar a las naciones vecinas como creaciones artificiales sobre tierras rusas, el Kremlin establece un marco legal y militar para una confrontación a largo plazo con Occidente que trasciende el conflicto en Ucrania

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En una sala repleta de generales y altos mandos militares el miércoles, el jefe de estado ruso Vladimir Putin volvió a recurrir a un término que se ha convertido en el eje central de su política exterior y en el mayor desafío para la seguridad europea desde la Segunda Guerra Mundial: las “regiones históricas” de Rusia.

Hablando ante la junta del Ministerio de Defensa, Putin aseguró que Rusia “liberará sus tierras históricas” por medios militares si la diplomacia no logra sus objetivos. Esta frase, lejos de ser una simple referencia nostálgica, representa una doctrina de revisión de fronteras que, según analistas y líderes occidentales, pone en el punto de mira no solo a Ucrania, sino potencialmente también a las repúblicas bálticas, el Cáucaso y Asia Central.

Para Putin, el mapa de la Federación Rusa actual es una anomalía, un error geográfico heredado del colapso de la Unión Soviética en 1991. En su lugar, el Kremlin impulsa el concepto de “Rusia Histórica” (Istoricheskaya Rossiya), un territorio fluido que coincide con las fronteras del Imperio de los zares y que Moscú reclama el derecho de “reunificar”.

El ensayo de 2021: el borrador de la guerra

El presidente ruso Vladimir Putin
El presidente ruso Vladimir Putin asiste al servicio de Pascua ortodoxa en Moscú. Su visión de "Rusia Histórica" extiende la soberanía rusa más allá de sus fronteras actuales, definiendo al país como un "Estado-Civilización" que abarca el llamado "Mundo Ruso" (Ramil Sitdikov/REUTERS)

La base intelectual de esta campaña se encuentra en el ensayo de 5.000 palabras publicado por Putin en julio de 2021, titulado “Sobre la unidad histórica de rusos y ucranianos”. En él, el mandatario argumentó que Ucrania es un “producto de la era soviética” y que la verdadera soberanía de ese país “solo es posible en asociación con Rusia”, una tesis analizada por expertos como el primer paso hacia un proyecto neo imperial sin salida.

El documento introdujo la tesis de que rusos, ucranianos y bielorrusos son “un solo pueblo” (odin narod). Bajo esta lógica, las fronteras administrativas dibujadas por los bolcheviques en el siglo XX fueron “regalos del pueblo ruso” entregados a repúblicas que no tenían una base estatal previa.

“Rusia fue robada”, repitió Putin en múltiples ocasiones, refiriéndose a la pérdida de territorios tras 1991. Este argumento fue el que utilizó para justificar la invasión de 2022 y la posterior anexión de cuatro regiones ucranianas —Donetsk, Lugansk, Kherson y Zaporizhzhya— a las que ahora se refiere oficialmente en documentos del Estado como “nuevos sujetos federales en sus tierras históricas”.

Novoróssiya y el “regreso al puerto natal”

Un militar ruso luce un
Un militar ruso luce un parche con la imagen de Vladimir Putin durante una ceremonia de entrega de equipo militar. Este acto se enmarca en la doctrina rusa que transforma la guerra de agresión en una "guerra defensiva" por lo que Moscú define como sus "regiones históricas" (REUTERS/Stringer)

Dentro de estas regiones históricas, destaca el concepto de Novoróssiya o “Nueva Rusia”. Este término, que data del siglo XVIII bajo el reinado de Catalina la Grande, abarca una franja de tierra que va desde Kharkiv hasta Odesa, bordeando todo el Mar Negro.

En el discurso del Kremlin, estas tierras nunca fueron ucranianas. Putin sostiene que fueron conquistadas a los otomanos por generales rusos y pobladas por colonos rusos. Al invocar a Novoróssiya, el presidente ruso no solo reclama el Donbás industrial, sino que proyecta una ambición que cortaría el acceso de Ucrania al mar, convirtiéndola en un Estado inviable y bajo control de Moscú.

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Crimea, anexada en 2014, ocupa un lugar sagrado en esta geografía. Putin la describe como el “Quersoneso ruso”, comparándola con el Monte del Templo en Jerusalén por ser el sitio donde, según la tradición, se bautizó el príncipe Vladimir, unificador de la Rus de Kiev. Su “retorno” en 2014 fue presentado como el primer paso para corregir la “catástrofe geopolítica” de 1991.

Esta visión histórica ha tomado un giro jurídico reciente que cuestiona la existencia misma de los estados independientes surgidos tras la Guerra Fría. En mayo de 2025, el asesor del Kremlin, Antón Kobiakov, escaló la retórica al afirmar que “la URSS aún existe desde el punto de vista legal”, argumentando que su disolución en 1991 fue un proceso viciado.

Según Kobiakov, los Acuerdos de Belovézhskaya, el tratado que declaró la disolución de la Unión Soviética, son “absolutamente extraños” y carecen de legitimidad. Esto transformaría la invasión de Ucrania, bajo la óptica de Moscú, no en una guerra internacional, sino en un “proceso interno” de un Estado soviético que nunca dejó de existir formalmente.

“Donde el soldado ruso pisa, allí es Rusia”

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Un militar ruso sostiene la bandera en una localidad de la región de Donetsk, anexionada por Moscú. Rusia justifica la invasión como un proceso de "recuperación" de sus "tierras históricas", declarándolas parte integral del Estado y transformando la guerra en una "guerra defensiva" (Ministerio de Defensa ruso/Cedidas a REUTERS)

La amenaza para Europa se vuelve más tangible cuando Putin extiende este concepto a los Estados miembros de la OTAN. En junio de 2022, durante una visita a una exposición sobre el zar Pedro el Grande, Putin hizo una comparación que estremeció a las capitales bálticas.

Refiriéndose a la toma de territorios en el Báltico por parte del zar en el siglo XVIII, Putin afirmó: “Parecía que Pedro estaba arrebatando algo a Suecia. No estaba arrebatando nada, estaba recuperando lo que era de Rusia”. Luego añadió, en un tono que muchos interpretaron como una advertencia a Estonia, Letonia y Lituania: “Ahora parece que también nos corresponde a nosotros recuperar y fortalecer”.

Esta doctrina de “recuperación” se vio reforzada en junio de 2025, durante el Foro Económico de San Petersburgo, cuando Putin pronunció una frase que ha resonado en toda Eurasia: “Hay una vieja regla: donde un soldado ruso pone el pie, allí es nuestro”.

Asia Central y la negación de la estatalidad

Vladimir Putin y varios líderes
Vladimir Putin y varios líderes de Asia Central se reúnen en Kirguistán. La doctrina rusa de "regiones históricas" cuestiona la estatalidad y las fronteras de estos países, a los que Moscú considera parte de un espacio bajo su esfera de influencia civilizacional (Alexander Kazakov/Pool via REUTERS)

El alcance de las “regiones históricas” no termina en Europa. Kazajistán, el aliado más grande de Rusia en Asia Central, ha visto con creciente alarma cómo el Kremlin cuestiona su derecho a existir.

Ya en 2014, Putin sugirió que los kazajos “nunca habían tenido un Estado” antes de la caída de la URSS. En 2024 y 2025, legisladores y comentaristas de la televisión estatal rusa, a menudo utilizados para sondear reacciones, han sugerido que el norte de Kazajistán es “tierra rusa” debido a su población rusoparlante.

Para Putin, cualquier país que haya formado parte del Imperio Ruso y que ahora intente alejarse de la órbita de Moscú es visto como un usurpador. “Si una república quiere irse de la Unión, debería irse con lo que llegó, no con los regalos del pueblo ruso”, escribió en su ensayo de 2021. Dado que casi todos estos estados se expandieron territorialmente bajo administración rusa o soviética, la lógica de Putin les exigiría devolver gran parte de su geografía actual.

La Constitución como arma de guerra

El presidente Vladimir Putin se
El presidente Vladimir Putin se reúne con el presidente del Tribunal Constitucional. La modificación constitucional de 2022, que anexionó territorios ucranianos, creó un "punto de no retorno" legal para las llamadas "regiones históricas" (Mikhail Klimentyev/REUTERS)

Uno de los pasos más significativos en esta estrategia fue la modificación constitucional rusa en 2022. Al declarar que las regiones ucranianas ocupadas son ahora parte integral de Rusia, Putin creó un “punto de no retorno” legal. Este fenómeno es parte de lo que algunos académicos definen como el fin del tabú sobre la apropiación de tierras en la política rusa.

Según la ley rusa, cualquier negociación que implique la devolución de estas tierras es una violación de la integridad territorial del Estado. Esto ha transformado una guerra de agresión en una “guerra defensiva” en la narrativa oficial. Cuando Putin amenaza con usar “todos los medios disponibles” (incluido el arsenal nuclear) para defender el territorio ruso, se refiere a estas “regiones históricas” recién anexadas.

El Estado-Civilización: una frontera sin límites

Durante un desfile en la
Durante un desfile en la plaza Roja, Vladimir Putin afirmó que "todo el país" respalda la invasión de Ucrania y presenta a Rusia como una "barrera" contra el nazismo. Esta declaración refuerza la narrativa de Rusia como un "Estado-Civilización" cuya soberanía se extiende más allá de sus fronteras reconocidas para defender el "Mundo Ruso" (Kremlin/dpa)

El Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia, bajo la dirección de Serguéi Lavrov, codificó esta visión en el Concepto de Política Exterior de 2023, que define a Rusia no como un país ordinario, sino como un “Estado-Civilización”.

Bajo esta doctrina, la soberanía de Rusia no se detiene en sus fronteras reconocidas por la ONU, sino que se extiende a lo que el Kremlin llama el “Mundo Ruso” (Russkiy Mir). Este espacio incluye a cualquier persona que hable ruso, comparta la fe ortodoxa o tenga vínculos culturales con Moscú.

El Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW), con sede en Washington, ha advertido repetidamente que esta retórica busca “preparar el espacio informativo para una agresión a largo plazo”. En su informe de diciembre de 2025, el ISW señaló que el enfoque de Putin en las “tierras históricas” indica que no tiene intención de detenerse en las líneas actuales del frente, sino que busca un rediseño total del orden europeo.

Para los vecinos de Rusia, desde Polonia hasta Kazajistán, el mensaje es claro: en la visión de Vladimir Putin, las fronteras actuales son solo sugerencias, y la historia es la única ley que Moscú está dispuesta a reconocer.

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