La liberación de 123 presos políticos en Bielorrusia, entre ellos la activista Maria Kolesnikova y el Premio Nobel de la Paz Ales Bialiatski, marcó un nuevo capítulo en la política del país tras el levantamiento de las sanciones estadounidenses sobre la exportación de potasa.
Los liberados insistieron en que la lucha por la libertad y los derechos humanos en Bielorrusia continúa, según informaron AFP y Belsat.
Kolesnikova, figura central de las protestas contra el presidente Alexander Lukashenko, expresó en una entrevista con la agencia gubernamental ucraniana su preocupación por quienes permanecen encarcelados: “Estoy pensando en quienes aún no son libres. Espero el momento en que todos podamos abrazarnos y ser libres”.
Por su parte, Bialiatski, liberado tras más de cuatro años de prisión y deportado a Lituania, afirmó en diálogo con Belsat que el reconocimiento internacional no ha puesto fin a sus aspiraciones. “Nuestra lucha continúa. El Nobel fue un reconocimiento, pero nuestras aspiraciones aún no se han cumplido”.
El proceso de excarcelación incluyó a 123 personas y, entre los liberados, se encuentran ciudadanos de distintas nacionalidades, en un gesto que el régimen de Lukashenko presentó como un indulto presidencial.
El grupo Viasna, dedicado a la defensa de los derechos humanos, celebró la liberación de Bialiatski y confirmó su traslado a Lituania. Kolesnikova, por su parte, fue enviada a Ucrania tras su salida de prisión. La agencia Belta detalló que el anuncio coincidió con la visita a Minsk de John Coale, enviado especial del gobierno estadounidense, quien mantuvo reuniones con el mandatario bielorruso.
Desde las elecciones presidenciales de 2020, consideradas fraudulentas por organizaciones de derechos humanos, el régimen de Lukashenko ha encarcelado a miles de opositores, activistas y manifestantes.
La represión se intensificó tras el apoyo abierto de Bielorrusia a la invasión rusa de Ucrania, lo que provocó un endurecimiento de las sanciones internacionales y el aislamiento del país en el escenario global.
El levantamiento de las sanciones estadounidenses sobre la potasa, uno de los principales productos de exportación bielorrusos, fue anunciado por Coale tras dos días de conversaciones con Lukashenko, según Belta.
El funcionario estadounidense calificó las negociaciones como “muy productivas” y señaló que el objetivo es normalizar las relaciones bilaterales. “Estamos levantando las sanciones y liberando prisioneros. Mantenemos un diálogo constante”, declaró Coale.
El enviado especial también indicó que la relación entre ambos países avanza hacia una mayor cooperación y que, a medida que se consolide el acercamiento, podrían retirarse más restricciones.
La dinámica de las sanciones ha sido un factor clave en este proceso. Mientras Estados Unidos ha flexibilizado algunas medidas, la Unión Europea mantiene restricciones más severas, especialmente sobre los fertilizantes potásicos, según declaraciones de la líder opositora Svetlana Tijanovskaya recogidas por AP.
Tijanovskaya, exiliada tras las protestas de 2020, advirtió que la liberación de presos políticos responde al interés del régimen por aliviar la presión internacional, pero insistió en que la represión persiste y que el apoyo de Lukashenko a la guerra en Ucrania no ha variado.
El Comité del Nobel, en declaraciones a AFP, celebró la liberación de Bialiatski como un “momento profundamente bienvenido”, pero recordó que más de 1.200 presos políticos permanecen en las cárceles bielorrusas. El comité instó a las autoridades a liberar a todos los detenidos por motivos políticos, subrayando que la situación actual refleja una represión sistémica en el país.
Tijanovskaya, en diálogo con The Associated Press, insistió en que cualquier alivio de las sanciones debe evaluarse con cautela, para evitar fortalecer la maquinaria represiva del régimen o contribuir indirectamente al esfuerzo bélico ruso en Ucrania. La líder opositora subrayó que las sanciones europeas, más estrictas que las estadounidenses, deberían servir como palanca para impulsar cambios estructurales y el fin de la guerra.
A pesar de los gestos diplomáticos y las liberaciones, la represión política y el alineamiento de Bielorrusia con Moscú continúan, lo que mantiene la preocupación de la comunidad internacional sobre el futuro de los derechos humanos en el país.
La advertencia de la oposición y de organismos internacionales apunta a que cualquier relajación de la presión externa solo será efectiva si se traduce en transformaciones reales, evitando que se perpetúe la represión o se refuercen alianzas que sostienen conflictos en la región.
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