
Hace 1,5 millones de años, los mamíferos que convivían con los primeros humanos superaban en tamaño a cualquier especie actual. Según datos de Our World in Data, la masa promedio de estos animales ha disminuido más del 98% durante ese periodo.
La caza y la presión ejercida por nuestra especie han sido los principales motores de esta transformación, aunque en las últimas décadas han surgido ejemplos alentadores de la recuperación de grandes mamíferos. La extinción no es un destino inevitable para la megafauna.
El declive quedó registrado en los fósiles del Levante, donde investigadores han reconstruido la masa de los mamíferos de la región a lo largo de más de un millón de años. Los análisis, que excluyen a especies de menos de 400 gramos, muestran que hace 1,5 millones de años coexistieron con los humanos animales como el elefante de colmillos rectos, el mamut meridional y enormes hipopótamos, todos con masas de varias toneladas.
Con el tiempo, esas especies se extinguieron una tras otra, de manera que hace 12.000 años el peso promedio de los mamíferos había caído a unos 30 kilogramos, aproximadamente la mitad del peso de un ser humano.

“La evidencia es cada vez mayor: los humanos fueron responsables de la extinción de los grandes mamíferos. La caza humana, y no el cambio climático, jugó un papel decisivo en la extinción de grandes mamíferos en los últimos 50.000 años”, concluyó el equipo dirigido por Jens-Christian Svenning, de Aarhus University, tras analizar más de 300 estudios científicos sobre el tema
Las causas de esta extinción masiva han sido ampliamente debatidas. Expertos consultados por Our World in Data señalan que los cambios climáticos influyeron en la desaparición de la megafauna, pero la evidencia apunta de forma contundente hacia la caza humana como factor principal.
Los primeros homínidos, aunque pequeños frente a sus presas, usaron su inteligencia y habilidades para cazar a los animales más grandes, ya que una sola captura podía alimentar a un grupo por mucho tiempo. Esta preferencia impulsó el desarrollo de herramientas sofisticadas cuando las grandes presas comenzaron a escasear.
El fenómeno no se limitó a una región específica. De acuerdo con los especialistas consultados por Our World in Data, la extinción de grandes mamíferos ocurrió en todos los continentes y coincidió con la llegada de los humanos a nuevas tierras.

Este proceso, conocido como la Extinción de la Megafauna del Cuaternario, eliminó a más de un centenar de las especies terrestres más grandes del planeta. América del Norte, América del Sur y Australia sufrieron especialmente, mientras que África experimentó una pérdida menor, probablemente porque sus mamíferos ya habían desarrollado estrategias para sobrevivir junto a los humanos tras convivir con ellos durante cientos de miles de años.
“El gran y muy selectivo colapso de megafauna de los últimos 50.000 años es único en los últimos 66 millones de años. Periodos previos de cambio climático no provocaron extinciones tan grandes ni selectivas, lo que contradice la teoría de un rol preponderante del clima”, señala Svenning. Los investigadores remarcan que la reducción del tamaño y la diversidad fue mucho mayor entre los animales más grandes, consolidando un patrón sin parangón a escala evolutiva.
Actualmente, los mamíferos de mayor tamaño siguen siendo los más vulnerables. Los elefantes y rinocerontes, con hasta 5.000 kilogramos, encabezan la lista de especies en riesgo por la caza y la pérdida de hábitat.
Our World in Data destaca que la lenta reproducción agrava el problema, pues los largos periodos de gestación dificultan la recuperación poblacional. En contraste, los mamíferos pequeños mantienen poblaciones estables gracias a su alta tasa reproductiva.

Existen, sin embargo, señales claras de esperanza. En Europa, en los últimos cincuenta años, la aplicación de leyes de protección y los programas de reintroducción han permitido que poblaciones de alces y osos pardos se dupliquen o cuadrupliquen.
El bisonte europeo, que estuvo al borde de la extinción, ha logrado recuperarse. Estas mejoras se atribuyen a la protección legal contra la caza ilegal y la destrucción del hábitat, junto con iniciativas coordinadas de conservación.
Este éxito no es exclusivo de Europa. En India, el rinoceronte indio ha pasado de apenas 40 ejemplares en la década de 1960 a más de 4.000. Casos similares se observan en el rinoceronte de Java y el elefante africano, cuyas poblaciones muestran señales de recuperación gracias a políticas de protección y esfuerzos internacionales.
La experiencia histórica y los logros recientes demuestran que ahora la humanidad puede revertir la tendencia de extinción de mamíferos. Como señala Our World in Data, el futuro de estas especies dependerá de la implementación efectiva de políticas para regular la caza, frenar el comercio de vida silvestre y conservar sus hábitats. La generación actual tiene la oportunidad de cambiar el curso de una historia que lleva millones de años repitiéndose.
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