
Las amenazas de represalias económicas por parte del régimen autoritario de China han intensificado la tensión diplomática con Japón, tras las recientes declaraciones de la primera ministra Sanae Takaichi sobre Taiwán y el peligro que implicaría para la región un intento de invasión china sobre la isla vecina. El conflicto podría afectar además no solo la relación bilateral, sino también a sectores clave de la economía japonesa, en particular el turismo y las empresas con intereses en ambos países.
El desencadenante de la crisis fue la afirmación de Takaichi a comienzos de mes, en la que sostuvo que el uso de la fuerza militar en un eventual conflicto en Taiwán podría considerarse una “situación que amenaza la supervivencia” de Japón. Esta calificación permitiría, según la legislación japonesa, que el país apoye a naciones aliadas que decidan intervenir. La reacción del régimen conducido por Xi Jinping no se hizo esperar: un comentario publicado por Yuyuantantian, una cuenta vinculada a la radiodifusora estatal china y utilizada habitualmente para señalar posturas oficiales, advirtió que China “ha hecho preparativos completos para represalias sustantivas”. El texto sugirió la posibilidad de imponer sanciones, suspender lazos económicos, diplomáticos y militares, así como restringir el comercio.
Pocas horas después, el diario del Ejército Popular de Liberación reforzó el mensaje al difundir un análisis de un académico afiliado al Estado, quien alertó que si las fuerzas armadas japonesas se involucran en el estrecho de Taiwán, “todo el país correría el riesgo de convertirse en un campo de batalla”.
La disputa surge apenas semanas después de que Takaichi se reuniera con el jefe de estado chino Xi Jinping y ambos acordaran mejorar las relaciones bilaterales. Ahora, el enfrentamiento amenaza con revertir los avances logrados y perjudicar a empresas que operan entre los dos principales socios comerciales. Además, China ha emitido advertencias a turistas y estudiantes sobre los riesgos de viajar a Japón, lo que ha generado preocupación en el sector turístico japonés.
El impacto potencial es considerable: millones de turistas chinos, que representan aproximadamente una cuarta parte de los visitantes anuales a Japón, podrían dejar de viajar al país. Esta perspectiva provocó caídas en las acciones de empresas relacionadas con el turismo, como la firma de cosméticos Shiseido Co., que perdió un 9% en la jornada del lunes. Hong Kong también actualizó su aviso de viaje para Japón.
En un intento de reducir la tensión, Japón envió el lunes a un alto diplomático a China, según informó la emisora pública NHK citando a un funcionario del Ministerio de Asuntos Exteriores japonés. El próximo encuentro de líderes del G-20 en Sudáfrica podría ofrecer a Takaichi la oportunidad de reunirse con el primer ministro chino Li Qiang, aunque un portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino declaró que no hay planes para dicho encuentro.
Jennifer Welch, de Bloomberg Economics, explicó que “esto se trata de establecer los términos al inicio del mandato de Takaichi, disuadir a otros países de adoptar una retórica similar y desalentar a Tokio de dar pasos adicionales”. Añadió que “Japón es un objetivo relativamente fácil y el turismo una palanca sencilla de accionar”.
Takaichi ha defendido sus declaraciones sobre Taiwán, mientras que el gobierno japonés sostiene que su postura no difiere de la de administraciones anteriores. El lunes, el secretario jefe del gabinete japonés, Minoru Kihara, calificó de inaceptable la advertencia de viaje emitida por China.
El deterioro de las relaciones entre China y Japón coincide con la reciente visita de un vicepresidente taiwanés a Europa, la primera desde 2002 fuera de escalas técnicas, lo que provocó la ira de Beijing. Este episodio se suma a una serie de contactos diplomáticos entre Taiwán y la Unión Europea, contrarios a la estrategia china de aislar a la isla, considerada un centro global de la industria de semiconductores.
Para Tokio, los riesgos económicos son elevados. China es el principal socio comercial de Japón, y el comentario de Yuyuantantian subrayó la fuerte dependencia de los fabricantes japoneses de las importaciones chinas de materiales críticos. Un antecedente relevante se remonta a 2012, cuando una disputa por islas en litigio derivó en un boicot de productos japoneses que se prolongó durante meses y afectó el comercio bilateral.
El economista ejecutivo de Nomura Research Institute y exmiembro de la junta del Banco de Japón, Takahide Kiuchi, estimó que la advertencia de viaje china podría restar hasta 2,2 billones de yenes (USD 14.200 millones) a la economía japonesa, lo que equivale a 0,36 puntos porcentuales del producto interno bruto. Kiuchi explicó que su cálculo se basa en casos similares previos. En 2012, cuando China instó a sus ciudadanos a evitar Japón tras la nacionalización de las islas Senkaku (llamadas Diaoyu en China), el número de visitantes chinos cayó un 25% respecto al año anterior, lo que contribuyó a una reducción de más del 10% en las exportaciones anuales en poco más de tres meses.
Homin Lee, estratega macroeconómico de Lombard Odier en Singapur, señaló que “es razonable suponer un impacto negativo moderado en la actividad del sector servicios japonés en los próximos meses”. Añadió que “claramente, los sectores minorista, de ocio, inmobiliario y aerolíneas vinculados a los visitantes chinos en Japón se verán afectados por este episodio”.
La tensión también se manifestó en el ámbito marítimo: durante el fin de semana, cuatro buques armados de la Guardia Costera china navegaron por aguas en disputa bajo control japonés antes de retirarse.
China ya ha demostrado su disposición a emplear represalias económicas contra vecinos regionales en disputas políticas. En 2017, Beijing utilizó medidas comerciales contra Corea del Sur por el despliegue del sistema antimisiles THAAD, que China consideró desestabilizador para la región. En esa ocasión, China suspendió la venta de paquetes turísticos a Corea del Sur y obstaculizó las operaciones de empresas surcoreanas, lo que restó 0,4 puntos porcentuales al crecimiento del PIB surcoreano en 2017, según estimaciones del Banco de Corea.
El actual enfrentamiento supone un giro abrupto tras la reunión entre Takaichi y Xi Jinping en el marco de la cumbre de APEC en Corea del Sur, donde ambos se comprometieron a “profundizar su relación personal”. En ese encuentro, Takaichi también expresó su preocupación por las restricciones chinas a la exportación de tierras raras, materiales esenciales para la fabricación de vehículos eléctricos y teléfonos inteligentes.
No obstante, la trayectoria de Takaichi, conocida por su simpatía hacia Taiwán, ya generaba escepticismo en Beijing desde su llegada al cargo. Dylan Loh, profesor asociado de la Universidad Tecnológica de Nanyang en Singapur, afirmó que “dado que está al inicio de su mandato y su posición aún no es del todo estable, China considera que puede poner a prueba los límites con mayor amplitud”. Añadió que “de ningún modo las reacciones en Beijing son inauténticas, más bien todo lo contrario”.
Este pulso con China constituye el primer gran desafío de política exterior para Takaichi desde que asumió la jefatura de gobierno en octubre. Aunque cuenta con índices de aprobación relativamente altos, las encuestas reflejan una opinión pública dividida sobre la posibilidad de que Japón intervenga en un conflicto por Taiwán. Un sondeo de Kyodo News realizado el fin de semana reveló que 48,8% de los consultados apoyan que Japón ejerza la autodefensa colectiva en ese escenario, mientras que 44,2% se oponen. Una escalada adicional, especialmente si implica represalias económicas de Beijing, podría dificultar la tarea de Takaichi para enfrentar la inflación y el enfriamiento económico mediante estímulos.
La preocupación de Tokio por un intento chino de tomar Taiwán, gobernada democráticamente, se explica por la proximidad geográfica: la isla japonesa de Yonaguni se encuentra a unos 100 kilómetros (62 millas) al este de la costa taiwanesa.
Tradicionalmente, los primeros ministros japoneses han evitado detallar posibles escenarios de conflicto en torno a Taiwán y han abogado por mantener el statu quo, dada la sensibilidad del asunto. Tras la declaración de Takaichi este mes, el Ministerio de Asuntos Exteriores chino convocó al embajador japonés utilizando la expresión “por instrucción”, un término que, según Yuyuantantian, indica la intervención de altos dirigentes y va más allá de una protesta diplomática rutinaria.
Las relaciones entre Beijing y Tokio han sido tensas durante décadas, marcadas por cuestiones históricas como la invasión japonesa en la década de 1930 y disputas territoriales persistentes.
El lunes, el presidente taiwanés Lai Ching-te acusó a Beijing de socavar la paz y la estabilidad en la región del Indo-Pacífico con sus ataques a Japón, pidió atención internacional y exhortó a China a actuar con moderación.
Estados Unidos, hasta el momento, no ha emitido una respuesta oficial al conflicto entre China y Japón. Tanto Washington como Tokio han evitado históricamente pronunciarse de manera explícita sobre la defensa militar de Taiwán.
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