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Alrededor de 800.000 personas visitan
Alrededor de 800.000 personas visitan al año este jardín - crédito Amanda Slater

Unas imponentes puertas de hierro, adornadas con calaveras y advertencias en mayúsculas, resguardan el acceso al Jardín de Plantas Venenosas de Alnwick, en Northumberland, Inglaterra.

Este singular enclave, considerado el mayor de su tipo en el mundo, alberga más de cien especies letales y solo permite la entrada bajo estricta supervisión. El ambiente de misterio y peligro que lo envuelve convirtió al jardín en un destino de creciente interés tanto para visitantes curiosos como para expertos en toxinas.

El Jardín de Plantas Venenosas de Alnwick se extiende junto al histórico castillo que perteneció a la familia Percy durante más de setecientos años. La actual duquesa de Northumberland, Jane Percy, impulsó la creación de este espacio hace dos décadas como parte de un ambicioso proyecto para revitalizar la propiedad y fomentar la educación sobre los riesgos de las plantas tóxicas.

'Poison Garden' es un jardín
'Poison Garden' es un jardín con más de 100 especies de plantas tóxicas, intoxicantes y narcóticas - crédito @Curiotweet1/X

La duquesa, poco impresionada por los usos medicinales de estas especies, declaró a National Geographic: “La historia de cómo las plantas pueden curar me resulta bastante aburrida; es mucho mejor saber cómo una planta mata”.

El acceso al jardín está regulado por rigurosas medidas de seguridad. Los visitantes reciben advertencias claras: no tocar, no lamer, no recolectar. Algunas de las plantas más peligrosas, como la mandrágora (Mandragora), el ricino (Ricinus communis) y la salvia divinorum, permanecen enjauladas o bajo llave.

Mikey Leach, jefe de jardineros, explicó que las raíces de la mandrágora son “supervenenosas” y por ello tuvieron que encerrarlas. El manejo de especies como el gympie-gympie australiano, una ortiga cuya simple rozadura puede provocar vómitos y dolor extremo durante semanas, exige el uso de trajes de protección química. “No lo abrimos sin un traje hazmat”, afirmó Leach, quien subrayó el riesgo de que una ráfaga de viento disperse sus espinas urticantes.

El Jardín de Plantas Venenosas
El Jardín de Plantas Venenosas de Alnwick alberga más de cien especies letales bajo estricta supervisión en Inglaterra - crédito @Curiotweet1/X

El catálogo de especies letales del jardín incluye historias y efectos que marcaron la historia criminal y la cultura popular. La Atropa belladonna, célebre por su uso en envenenamientos históricos como el perpetrado por el llamado “Teacup Poisoner”, puede causar parálisis, alucinaciones y la muerte.

El ricino, presente en las semillas de Ricinus communis, es uno de los venenos más potentes conocidos. La salvia divinorum, aunque de aspecto inocente, es una sustancia controlada por sus efectos psicoactivos breves pero intensos. Otras especies, como el hogweed común (Heracleum sphondylium), pueden provocar quemaduras cutáneas al contacto con la luz solar.

El jardín no solo es un espectáculo para el público, sino también un recurso para la ciencia y la salud pública. Un grupo de químicos forenses llevó a cabo un experimento de un año en Alnwick para cuantificar las toxinas presentes en veinticinco plantas que suelen ser ingeridas accidentalmente por niños.

La duquesa de Northumberland, Jane
La duquesa de Northumberland, Jane Percy, ha estado deleitando a los visitantes durante la última década con su intrigante “Poison Garden” en el castillo de Alnwick, una joya botánica que sirve como una ventana única al mundo de las plantas “peligrosas” - crédito @thisischrisjo/X

Los resultados identificaron a la Atropa belladonna como especialmente peligrosa para los menores y subrayaron la necesidad de aumentar la concienciación pública para prevenir intoxicaciones fatales. El propio jardín fue escenario de numerosos desmayos entre los visitantes, con un registro de hasta 70 casos en un solo verano, atribuidos tanto a los relatos macabros como a los efectos de las plantas.

La influencia del jardín se extiende al ámbito literario y cultural. Escritores de novela negra, como Jill Johnson, encontraron en Alnwick una fuente inagotable de inspiración. Johnson, autora de la serie “Professor Eustacia Rose Mysteries”, describió el lugar como “una increíble bolsa de sorpresas llena de maravillas venenosas, que me mantendrá inspirada para asesinar a más personas, usando plantas más letales, durante mucho tiempo”.

La atmósfera del jardín, con sus senderos bordeados de ortigas y sus historias de crímenes botánicos, sirvió de base para tramas donde la botánica se convierte en herramienta detectivesca. El interés de las fuerzas de seguridad por el jardín también fue en aumento.

Según el personal de Alnwick, al menos una fuerza policial británica solicitó visitar el recinto para informarse sobre plantas y venenos que podrían figurar en listas de vigilancia. Aunque la policía no hizo comentarios públicos, pudo haber sido por el resultado de casos notorios de envenenamientos en el Reino Unido, como el asesinato en 2009 de un hombre cuyo curry fue adulterado con acónito.

En los terrenos del Castillo
En los terrenos del Castillo de Alnwick existe un espacio único, resguardado por guardianes, donde más de cien especies letales esperan a los visitantes bajo estricta vigilancia y un ambiente lleno de misterio - (AP)

Leach, el jefe de jardineros, advierte que basta un fragmento minúsculo de raíz de mandrágora para causar la muerte, lo que refuerza la importancia de que los investigadores conozcan bien las especies peligrosas.

El jardín continúa expandiéndose y sumando especies a su colección. La reciente incorporación del gympie-gympie, gestionada por el guía principal John Knox, supuso un reto logístico y de seguridad. Knox, tras varios intentos fallidos de germinación, logró trasladar un ejemplar adulto en una jaula cubierta, evitando el contacto directo con sus espinas.

Ahora, la planta ocupa un lugar destacado en el extremo del jardín, encerrada en una caja transparente y bajo estricta vigilancia. “Tres o cuatro semanas de dolor absoluto. Recaídas durante los años siguientes. Es una pesadilla”, relató Leach a National Geographic sobre los efectos de esta ortiga australiana.

El destino de quienes cuidan este jardín letal resulta paradójico. Cal Allison, uno de los encargados de las plantas venenosas, se sintió atraído por la jardinería desde niño porque le parecía una de las actividades menos intimidantes. Hoy, su labor diaria transcurre entre especies capaces de provocar la muerte con solo un roce, en un entorno donde el peligro y la fascinación conviven a cada paso.