El coronel Michael Randrianirina informó este miércoles que prestará juramento como presidente de Madagascar luego de encabezar el derrocamiento de Andry Rajoelina y disolver las principales instituciones del Estado, salvo la Asamblea Nacional. En un mensaje dirigido a la población, el militar aseguró: “Seremos investidos pronto”.
Randrianirina, quien encabezó la asonada con el apoyo de la unidad militar de élite CAPSAT, aseguró que la toma del poder obedece a una “responsabilidad” ante lo que describió como un país al borde del colapso. Añadió que el régimen militar conservará la autoridad durante una transición que, según dijo, no superará los 24 meses.
“No fue un golpe de Estado, fue un acto de responsabilidad porque el país estaba al borde del colapso”, dijo.
La destitución de Rajoelina se formalizó después de que el Parlamento aprobara su salida y en el contexto de protestas masivas impulsadas por el movimiento juvenil Generación Z. El ex presidente abandonó Madagascar durante el fin de semana, ante la escalada de tensiones y tras denunciar amenazas contra su vida. Se cree que se encuentra en Dubái, tras su huida en un avión militar extranjero.
Randrianirina anunció la creación de un comité de transición integrado por mandos del ejército, la gendarmería y la policía, que administrará el país hasta la convocatoria de elecciones. Explicó que los trabajos para designar un primer ministro y formar un gobierno interino ya están en marcha.
El golpe se consolidó con el apoyo abierto de la policía y la gendarmería, lo que dejó sin base política ni respaldo armando a Rajoelina y precipitó su salida. Las protestas en la capital, Antananarivo, habían iniciado por la escasez de servicios básicos y derivaron en demandas de cambio político.
Randrianirina afirmó que están “listos para hablar con los jóvenes y responder a su llamado”, en alusión a la juventud movilizada. Representantes del sector juvenil celebraron el derrocamiento y lo describieron como una “primera victoria que dio esperanza”, en palabras de Fenitra Razafindramanga, capitana nacional de rugby.
Con cerca de 30 millones de habitantes y una población marcadamente joven, Madagascar atraviesa una etapa de incertidumbre. Tres de cada cuatro habitantes viven en pobreza y el PIB per cápita ha caído 45% desde 1960. La esperanza de vida y las expectativas sociales se ven desafiadas por la crisis institucional y la falta de servicios básicos.
La comunidad internacional reaccionó con señales de alarma frente a la asonada. La Unión Africana suspendió a Madagascar de actividades y Naciones Unidas expresó su profunda preocupación por el quiebre del orden constitucional.
Francia llamó a mantener la democracia y el respeto de los derechos, mientras Alemania pidió cautela y Rusia exhortó a evitar actos de violencia.
Estados Unidos expresó que sigue “de cerca” la situación sobre el terreno y pidió “a todas las partes buscar una solución pacífica”. Un portavoz del Departamento de Estado añadió: “La situación de seguridad se mantiene en calma, pero el Departamento permanece vigilante para garantizar la seguridad de nuestra Embajada, nuestro personal y los ciudadanos estadounidenses en Madagascar. Instamos a todas las partes a buscar una solución pacífica”.
Madagascar se convierte así en el caso más reciente de golpe de Estado en África, dentro de una tendencia regional registrada en otras excolonias francesas como Mali, Gabón o Níger en los últimos años.
La plaza del 13 de Mayo, epicentro de protestas y enfrentamientos, fue escenario de reuniones ciudadanas mientras persiste la calma en la capital, aunque la incertidumbre domina el clima social. La orientación y el desenlace de la transición dependerán de la respuesta del nuevo régimen a las presiones internas y externas para restaurar el orden democrático y garantizar elecciones abiertas en el plazo anunciado.
(Con información de Reuters)