
Controlar el uso del celular en casa puede marcar la diferencia: los niños que tienen reglas firmes sobre su utilización nocturna duermen más horas y rinden mejor en la escuela. La supervisión de los padres se traduce en descanso extra, mayor concentración y mejores resultados académicos.
Según una investigación de la Universidad de Ginebra (Unige), publicada en Discover Public Health, los niños sujetos a la prohibición de usar teléfonos en sus dormitorios o durante la noche duermen, en promedio, 40 minutos adicionales. A lo largo de la semana, esto supone más de cuatro horas y media de sueño extra, según lo que arrojó el estudio en el que recopilaron datos de 329 estudiantes de entre 13 y 15 años.

De acuerdo con la Unige, ese tiempo extra de sueño impacta de manera positiva en la memoria, la atención y la estabilidad emocional de los adolescentes. También disminuye el riesgo de desarrollar ansiedad o depresión, algo que preocupa cada vez más a familias y especialistas en salud mental.
No todas las restricciones sobre el uso de pantallas producen los mismos efectos. Según la investigación suiza, difundida por DW, limitar el tiempo total de pantalla durante el día o imponer una hora fija para acostarse no modifica de manera significativa la cantidad de sueño que reciben los adolescentes. El beneficio surge específicamente al establecer reglas directas sobre la presencia y uso del móvil en el dormitorio por la noche.

El contexto de exposición a pantallas varió mucho en la última década. De acuerdo con un análisis previo de Unisanté (Lausana), jóvenes de 14 años en Suiza tenían 12 veces más probabilidades de pasar más de cuatro horas al día frente a una pantalla en 2020 que en 2012. Este aumento se refleja en una mayor dificultad para alcanzar el tiempo de sueño recomendado y en una calidad de descanso menor.
La idea de que el uso elevado de pantallas no solo afecta el sueño, sino también la salud emocional, recibió apoyo en años recientes. Un estudio de 2025, realizado por el Centro Nacional para la Prevención del Suicidio del Instituto Karolinska (Suecia), aportó nueva evidencia sobre el tema.
Publicado en la revista PLOS Global Public Health, este trabajo siguió durante un año a 4.810 adolescentes en Estocolmo y encontró que el uso recreativo de pantallas por encima de tres horas diarias se asocia con un mayor riesgo de síntomas depresivos en chicas de 12 a 16 años.

El efecto se manifiesta, principalmente, por la alteración del sueño: el deterioro de la calidad del descanso explicó el 57% del impacto de las pantallas sobre los síntomas depresivos, la modificación de los ritmos circadianos un 45 % y la reducción de la duración del sueño un 38%.
Este estudio también observó que las consecuencias pueden diferenciarse según el género: en chicos, el sueño afectado puede reflejarse en alteraciones conductuales y problemas de atención.
De acuerdo con el doctor Kevin Mammeri, principal autor del estudio de la Unige, la implicación familiar resulta decisiva, ya que influye directamente en la salud y el éxito escolar de los hijos. Asimismo, la neurocientífica Virginie Sterpenich añadió que el entorno escolar puede sumar mediante talleres que ayuden a tomar conciencia sobre la importancia del sueño, en especial porque muchos estudiantes duermen con el móvil y no diferencian entre descanso y tiempo online.

En los últimos años, muchos países respondieron a la preocupación social con políticas específicas. Según la Agencia de Salud Pública de Suecia, desde 2024 recomienda no superar dos horas diarias de pantalla recreativa para niños entre seis y doce años y no exceder tres horas en adolescentes de 13 a 18 años, excluyendo las actividades escolares digitales. Por su parte, en España, la Asociación Española de Pediatría y diferentes gobiernos regionales actualizaron guías y leyes para limitar el uso de dispositivos móviles en colegios y hogares.
El mensaje de los expertos es claro: establecer normas directas sobre el uso nocturno del móvil en casa es la estrategia más efectiva para que los adolescentes consigan dormir mejor. Además, los minutos adicionales de descanso se traducen en mejoras en el aprendizaje, el estado de ánimo y la resistencia frente a síntomas depresivos.
La implicación familiar y el ejemplo de los adultos en el hogar mantienen un papel central, pero los resultados más positivos se obtienen cuando las reglas son claras y adaptadas a las necesidades de los hijos en cada etapa de su crecimiento.
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