
Entre gritos, polvo y restos metálicos retorcidos, un niño de sólo tres años extendió los brazos y susurró entre lágrimas: “¡Agárrame, por favor!”. Era la escena que resumía la magnitud de la tragedia en Lisboa: el funicular Elevador de la Gloria se había desplomado. El accidente, ocurrido el pasado 3 de septiembre, dejó al menos dieciséis muertos y más de veinte heridos. Entre el caos, el pequeño niño alemán fue rescatado por civiles y un agente policial, cuya presencia se convirtió en un ancla de seguridad en medio del horror que sacudió a la ciudad.
El vehículo, con capacidad para 42 pasajeros, quedó completamente destrozado tras volcar en la empinada cuesta junto a la Avenida da Liberdade. Testigos directos describieron escenas de caos y angustia. Bruno Pereira, uno de los primeros en llegar tras el accidente, relató una situación marcada por gritos e imágenes impactantes en la zona del siniestro. “Nunca había visto una escena así antes. Tanta gente gritando, tanta sangre”, dijo el testigo a CNN.
En medio de ese contexto, un niño apareció entre los restos del funicular con los brazos abiertos. Según testimonios recogidos por la cadena de televisión RTP, el menor presentaba el rostro cubierto de sangre, aunque no tenía heridas de gravedad. Mohamed, uno de los ciudadanos que presenció el rescate y registró parte del momento e informó que el menor lloraba mientras le intentaban calmar. “Tenía sangre en la cara y lloraba”, apuntó.
La prensa portuguesa reportó que el niño había visto cómo un agente retiraba a su madre de los vagones dañados y la trasladaba a una ambulancia. En ese instante, pidió de manera insistente quedarse cerca de ese policía. Según CNN, el pequeño extendió los brazos y, a través de gestos, suplicó: “¡Agárrame, por favor!”. El funcionario, con más de veinte años de servicio en la fuerza, lo llevó en brazos hasta el Hospital San José, adonde se trasladó a una parte de los heridos.

Durante varias horas después del accidente, el niño se mantuvo junto al agente, incluso mientras los médicos terminaban la atención de sus cortes y contusiones. Diferentes medios portugueses como el diario Público informaron que el funcionario permaneció toda la primera noche en el hospital, acompañando al menor en la ausencia de su familia más cercana. Las autoridades no divulgaron la identidad del policía; solo se indicó que realiza tareas en la División de Investigación Criminal y que se hallaba en el lugar realizando labores de prevención.
El jueves, el niño fue dado de alta del hospital y actualmente se encuentra bajo el cuidado de familiares que viajaron desde Hamburgo, según la prensa portuguesa.
En las primeras horas tras el accidente, autoridades portuguesas informaron de manera incorrecta sobre el fallecimiento del padre del niño, de nacionalidad alemana y 46 años de edad. Más tarde, la Policía Judicial aclaró que este hombre había sido trasladado como herido al Hospital San José. El Ministerio de Asuntos Exteriores de Alemania, en un comunicado citado por BBC, confirmó que ninguno de sus ciudadanos figura entre las víctimas mortales, aunque varios resultaron afectados.
Por su parte, la madre del menor, de 45 años, continúa hospitalizada en “estado crítico, pero estable”, según fuentes sanitarias citadas por BBC. El proceso de identificación de las víctimas resultó complejo. La confusión inicial sobre el destino del padre se debió a errores durante el traslado y al no poder identificarlo de inmediato; la aclaración llegó una vez que los parientes pudieron acceder a la morgue sin encontrarlo en la lista de fallecidos. De acuerdo a la información oficial, los muertos en el accidente pertenecen a ocho países distintos, en cifras confirmadas por la Policía Judicial y el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses.

El balance de los heridos se mantiene en más de veinte personas, con diez en condición grave y seis bajo cuidados intensivos, según afirmó Álvaro Almeida, director general del Servicio Nacional de Salud. El jueves, la jefa de Protección Civil de Lisboa, Margarida Castro, elevó el número de muertos a diecisiete, pero el primer ministro Luis Montenegro corrigió la cifra más tarde y confirmó dieciséis.
La investigación sobre las causas que provocaron el accidente aún sigue en curso. Un documento citado por el periódico Diario da Notícias, de Portugal, indicó que horas antes del incidente se realizó la inspección reglamentaria del vehículo y se determinó que cumplía con todas las condiciones para operar. El cable de tracción, señalado por algunos como posible origen de la tragedia, tenía previsto ser reemplazado en doscientos sesenta y tres días, según la empresa responsable del mantenimiento del Elevador de la Gloria.

Los restos del funicular ya fueron trasladados a una instalación gubernamental, donde permanecerán en custodia mientras avanza la investigación técnica. La consternación continúa presente en Lisboa, mientras las autoridades intentan esclarecer los motivos del accidente y atender a los afectados.
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