Donald Trump, presidente de Estados Unidos, y Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea (CE), se reúnen este domingo en Turnberry, Escocia, para intentar alcanzar un acuerdo arancelario que permita evitar una guerra comercial a partir del 1 de agosto, según la agenda de la Casa Blanca. La reunión se producirá en el complejo de golf de Trump, ubicado en la costa oeste escocesa, a las 16:30 hora local, y marcará uno de los puntos trascendentales dentro del viaje personal de cuatro días del mandatario estadounidense por el Reino Unido, que culminará el martes tras una visita programada a otro de sus campos en Aberdeen, en el noreste.
El encuentro bilateral ocurre en un contexto de alta tensión comercial, con la fecha límite del 1 de agosto impuesta por Trump, quien amenaza con gravar con aranceles del 30 % las exportaciones europeas si no se logra un acuerdo antes de ese plazo. Von der Leyen, quien selló la cita tras una llamada telefónica con el presidente estadounidense, acudió a Escocia dispuesta a buscar un pacto “equilibrado y estable”, según comunicó en una nota oficial difundida en su cuenta de X. La presidenta de la CE subrayó que el diálogo abordará las “relaciones comerciales transatlánticas y cómo reforzarlas” y expresó su optimismo respecto a las negociaciones.
Por su parte, Trump declaró al arribar a Escocia que observa “una probabilidad del 50 %” de cerrar un pacto durante el encuentro y reconoció que aún resta resolver “unos veinte asuntos”. El mandatario añadió que, de concretarse, “este sería el mayor acuerdo comercial de todos”. Trump remarcó que la Unión Europea (UE) representa a su juicio un reto en materia comercial por los supuestos elevados aranceles aplicados a los productos estadounidenses, aunque según la Organización Mundial del Comercio (OMC), el promedio real de aranceles que aplica la UE es del 4,1 % para productos industriales y del 11 % para los agrícolas.
Fuentes diplomáticas y portavoces técnicos informaron que ambas partes exploran un texto de compromiso inspirado en el reciente acuerdo alcanzado entre Estados Unidos y Japón. Según estas versiones, se plantea la imposición de un arancel de base del 15 % para los productos de la UE, con exenciones específicas para sectores como la aeronáutica y las bebidas alcohólicas, salvo el vino. Además, se discutirán reglas particulares para el sector del acero, incluyendo cuotas para las importaciones procedentes de Europa. Como parte de este posible acuerdo, la UE se comprometería a incrementar la compra de gas natural licuado estadounidense y a invertir en el territorio norteamericano.
El tema arancelario y la presión sobre el déficit comercial resurgen como ejes centrales de la agenda de Trump, quien insiste en que Estados Unidos busca reducir el saldo negativo que mantiene con el bloque europeo. De acuerdo con cifras oficiales correspondientes a 2024, la UE exportó bienes a Estados Unidos por un valor de 606.000 millones de dólares, frente a las exportaciones estadounidenses hacia la UE que ascendieron a 370.000 millones de dólares. Esto se traduce en un déficit comercial para Estados Unidos de 236.000 millones de dólares, sin contar los servicios.
La respuesta de la UE a la ofensiva arancelaria estadounidense ya se encuentra en preparación. Von der Leyen llega a la negociación respaldada por un arsenal de contramedidas aprobado por veintiséis de los veintisiete Estados miembros del bloque, que suma un potencial de 93.000 millones de euros en aranceles sobre productos estadounidenses. Según el procedimiento descrito por Bruselas, si las negociaciones fracasan, el primer paquete de represalias entraría en vigor el 7 de agosto. Este incluiría recargos a productos estadounidenses como respuesta a los gravámenes, ya en vigor, del 50 % sobre el acero y el aluminio europeo impuestos por Washington. En una primera fase, la soja y las almendras quedarían exentas de estos recargos hasta el 1 de diciembre, mientras que otras categorías de productos se verían afectadas de inmediato.
A partir de septiembre y hasta febrero de 2026, Bruselas aplicaría un segundo paquete más amplio, que incluiría aranceles del 25 % sobre automóviles y componentes manufacturados en Estados Unidos, así como restricciones a la exportación de chatarra metálica hacia el país norteamericano. Además, entre las opciones en discusión figura la posibilidad, apoyada principalmente por Francia, de restringir el acceso de empresas estadounidenses a los mercados públicos europeos e incluso bloquear inversiones estadounidenses en sectores estratégicos.
El ambiente previo a la reunión destaca por los intensos contactos técnicos y políticos entre Washington y Bruselas, según confirmó el portavoz comunitario de Comercio, Olof Gill, quien consideró “al alcance” concreción del acuerdo. Por su parte, los representantes de los Estados miembros de la UE permanecen a la espera para validar un posible pacto que pueda alcanzarse durante la jornada en Escocia.