
La disputa en torno a la celebración de la misa tridentina ha escalado en el inicio del pontificado de León XIV, tras la publicación de documentos internos del Vaticano que contradicen las razones oficiales esgrimidas por el papa anterior, Francisco, para restringir la antigua liturgia en latín. Según los textos difundidos en línea por la reportera de la Santa Sede, Diane Montagna, la mayoría de los obispos católicos consultados en una encuesta vaticana de 2020 manifestaron su aprobación general a la misa en latín e incluso advirtieron que limitar su uso generaría divisiones y perjudicaría la vida de la Iglesia.
Los documentos, procedentes de la oficina doctrinal del Vaticano, incluyen una evaluación general de cinco páginas sobre la encuesta, junto a una compilación de siete páginas con testimonios de obispos y conferencias episcopales. A pesar de solicitudes de verificación realizadas el miércoles, ni el portavoz de la Santa Sede ni el prefecto de la oficina doctrinal han confirmado la autenticidad de los textos ni respondido comentarios al respecto.
La filtración coincide con los primeros meses del mandato de León XIV, quien ha señalado la reconciliación interna como uno de los principales objetivos para su papado. Analistas y miembros de sectores conservadores y tradicionalistas consideran que la disputa por la misa tridentina —practicada hasta mediados del siglo XX y posteriormente desplazada por las reformas del Concilio Vaticano II— requiere una resolución prioritaria para evitar una mayor fractura en la Iglesia, especialmente evidente en Estados Unidos.
En 2021, Francisco emitió una de las decisiones más polémicas de su pontificado al restringir el acceso de los fieles a la antigua celebración en latín, revirtiendo así las flexibilizaciones aprobadas en 2007 por su predecesor, Benedicto XVI. Dichas flexibilizaciones permitieron que las comunidades católicas tradicionales celebraran la misa según el rito anterior a las reformas, donde el sacerdote oficiaba con la espalda al público y el idioma era el latín, en vez de lenguas vernáculas.
El papa Francisco justificó su acción afirmando que la decisión de Benedicto había provocado división “explotada para ampliar diferencias, reforzar divergencias y fomentar desacuerdos que hieren a la Iglesia, obstaculizan su camino y la exponen al peligro de la división”. Además, alegó que la medida respondía a los deseos de los obispos consultados globalmente por el Vaticano y a la opinión de la oficina doctrinal.
Sin embargo, los documentos publicados esta semana muestran que la mayoría de los obispos que respondieron a la encuesta vaticana valoraron positivamente la reforma de Benedicto y advirtieron que restringir o eliminar el rito tradicional acentuaría las tensiones, llevaría a algunos católicos a abandonar la Iglesia y fortalecería a los grupos cismáticos. Entre los argumentos recogidos, destacaron también que la antigua liturgia estaba asociada con el aumento de vocaciones religiosas en comunidades tradicionalistas y que muchos jóvenes católicos apreciaban la “sacralidad, seriedad y solemnidad de la liturgia”.

En los textos aparecen también opiniones aisladas críticas, donde algunos obispos describen la reforma de Benedicto como “inapropiada, perturbadora” y peligrosa, pero la evaluación señala que son minoría respecto a los criterios favorables o neutrales.
No se ha especificado qué otras fuentes o argumentos fueron considerados por Francisco para fundamentar su decisión de restringir la misa, más allá de la encuesta y las opiniones doctrinales oficialmente citadas. Durante su pontificado, Francisco mostró en repetidas ocasiones su distancia con los católicos tradicionalistas, a quienes reprochó actitudes “retrógradas” e incompatibles con la misión evangelizadora de la Iglesia en el siglo XXI.
El sector tradicionalista ha recibido con expectativas la revelación de los nuevos documentos. “Las nuevas revelaciones confirman que el papa Francisco restringió la misa tradicional a petición de una minoría de obispos, y en contra del consejo del dicasterio encargado del tema”, afirmó Joseph Shaw, presidente de la Sociedad de la Misa en Latín de Inglaterra y Gales. Shaw sostuvo que el resultado ha resultado perjudicial, tal como advirtieron los obispos mayoritariamente consultados.
El presidente de la Sociedad subrayó también la necesidad de que León XIV aborde el conflicto “urgentemente”, abriendo la puerta a una revisión de las normativas heredadas y a la búsqueda de consenso dentro de la Iglesia.
Actualmente, la misa tridentina y su acceso continúan siendo motivo de debate entre la jerarquía eclesiástica y los fieles, divididos entre la fidelidad a la tradición y la adaptación a los cambios promovidos en las reformas del último medio siglo. La falta de respuesta del Vaticano sobre la autenticidad de los documentos mantiene la tensión y anticipa nuevas discusiones en el seno de la Iglesia católica.
(Con información de AP)
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