
En la impresionante cascada Gullfoss, ubicada en el suroeste de Islandia, los visitantes tienen la oportunidad de presenciar uno de los espectáculos más sobrecogedores que puede ofrecer la naturaleza: el fenómeno del doble arcoíris. Esta maravilla óptica se forma cuando se combinan varios factores clave, como la presencia de una densa niebla compuesta por diminutas gotas de agua, la orientación adecuada del sol y las características topográficas del entorno.
En Gullfoss, esos elementos se alinean con frecuencia, sobre todo durante el amanecer o el atardecer. Así se crean las condiciones perfectas para que dos arcos de luz se dibujen en el cielo al mismo tiempo. Según informó el medio especializado Gizmodo, el arcoíris principal aparece como un semicírculo de colores intensos y bien definidos, ordenados del rojo en el exterior al violeta en el interior.
Este fenómeno ocurre cuando la luz del sol interactúa con gotas de agua suspendidas en el aire, como suele suceder después de una lluvia o cerca de una cascada con fuerte salpicadura. Cuando un rayo de luz solar incide sobre una gota de agua, experimenta una desviación en su trayectoria —un proceso conocido como refracción—. Luego, la luz se refleja en el interior de la gota y, al salir, se refracta nuevamente. Esta doble refracción y única reflexión separa la luz blanca en los colores que componen el espectro visible.
El ángulo de observación es un aspecto crucial en la percepción del arcoíris. El arco principal se forma generalmente a un ángulo de 42 grados con respecto al eje opuesto al sol. Por ello, los mejores momentos para observarlo son cuando el sol está bajo en el cielo, es decir, temprano por la mañana o al atardecer. Es en estos momentos cuando la luz solar incide de manera oblicua sobre las gotas de agua y permite que el fenómeno sea visible desde el punto de vista del observador.

El segundo arco de colores
A veces, por encima del arco principal, puede observarse un otro más tenue, conocido como arcoíris secundario. Este segundo arco no es simplemente un reflejo débil del primero, sino el resultado de un proceso distinto: en lugar de una sola reflexión dentro de la gota, la luz realiza dos reflexiones internas antes de salir. Este recorrido adicional provoca una pérdida de intensidad en la luz reflejada, lo que explica por qué el arcoíris secundario es más pálido y menos definido. Además, esta doble reflexión invierte el orden de los colores: en el arco secundario, el violeta se sitúa en el exterior y el rojo en el interior.
El arcoíris secundario suele observarse a un ángulo mayor, alrededor de los 51 grados con respecto al eje solar, por lo que ocupa una posición más alta en el cielo. Para que ambos arcos sean visibles simultáneamente, es necesario que el aire esté saturado de partículas de agua muy finas, algo que ocurre con frecuencia en entornos como el de Gullfoss, donde el agua pulverizada forma una niebla constante alrededor de la cascada.
La física detrás del fenómeno cautivador
National Geographic explicó la base física de este fenómeno. La combinación de refracción, reflexión interna y dispersión de la luz, junto con factores como la densidad de las gotas y el ángulo solar, son esenciales para que se formen los dos arcos. Aunque el proceso puede parecer complejo, responde a leyes físicas bien comprendidas, como las que rigen la óptica geométrica.
El doble arcoíris, por lo tanto, no es solo un fenómeno visualmente cautivador, sino también una representación tangible de principios científicos. Su belleza radica tanto en su apariencia como en la explicación que la ciencia proporciona para su existencia. No es de extrañar que quienes tienen la suerte de presenciarlo en lugares como Gullfoss lo recuerden como una experiencia mágica y profundamente conmovedora.