El entierro del papa Francisco en la basílica de Santa María la Mayor se produjo ante el cardenal camarlengo, Kevin Joseph Farrel, y familiares del pontífice, según indicó la agencia de noticias EFE, tras el funeral celebrado en la plaza de San Pedro ante 250.000 personas.
El rito de la sepultura del féretro del Papa comenzó a las 13:00, hora local (11:00 GMT), y concluyó media hora después, informó la oficina de prensa del Vaticano.
También estuvieron presentes en la ceremonia los cardenales que acompañaron el féretro tras su llegada con un cortejo fúnebre por las calles de Roma hasta la capilla de la basílica de Santa María la Mayor, donde se encuentra el icono de la Virgen ‘Salus Populi Romani’, de la que Francisco era muy devoto.


La tumba del papa Francisco en la basílica romana de Santa María La Mayor tiene una lápida de mármol de Liguria (norte), la tierra de sus antepasados italianos. Los fieles podrán visitarla desde este domingo.
La elección de esta basílica por parte de Francisco representa una ruptura significativa con la costumbre establecida durante más de un siglo. Desde el entierro de León XIII en la Archibasílica de San Juan de Letrán en 1903, todos los papas habían sido inhumados dentro de los confines del Vaticano, mayoritariamente en las Grutas Vaticanas. La decisión de Francisco, por tanto, no es un detalle menor, sino una declaración.

Por qué Francisco eligió ese lugar
La elección de la Basílica de Santa María la Mayor como lugar de sepultura responde a una profunda conexión espiritual y emocional del papa Francisco con este antiguo santuario mariano.
A lo largo de su pontificado, el argentino solía detenerse allí antes y después de cada viaje apostólico, para encomendar sus intenciones y agradecer la protección de la Virgen María, a quien veneraba bajo el título de “Salus Populi Romani” (Protectora del Pueblo Romano).
En su testamento, Francisco expresó: “Deseo que mi último viaje terrenal termine precisamente en este antiguo santuario mariano, donde siempre me detengo a rezar al inicio y al final de cada viaje apostólico”.
El documento, fechado el 29 de junio de 2022 y hecho público tras su fallecimiento, vincula explícitamente este deseo a su práctica habitual como papa, describiendo la basílica como el destino de su “último viaje terrenal” y el lugar al que acudía “en oración al inicio y al final de cada Viaje Apostólico, para encomendar confiadamente mis intenciones a la Madre Inmaculada y agradecerle sus dóciles y maternales cuidados”.

La frecuencia de estas visitas fue notable. Medios italianos mencionan más de 115 visitas durante su pontificado, a veces requiriendo incluso la interrupción del tráfico para permitirle unos minutos de oración. Ni siquiera su convalecencia final interrumpió esta tradición: tras recibir el alta médica en marzo pasado, se dirigió en su vehículo hasta la Basílica para ofrecer flores y oraciones ante la imagen.
Central a esta devoción es el antiguo ícono bizantino venerado en la basílica: la Salus Populi Romani (Protectora o Salud del Pueblo Romano). Francisco manifestó una piedad particular hacia esta imagen, considerada patrona de Roma y a la que históricamente se ha recurrido en momentos de crisis, como pestes o, más recientemente, durante la pandemia de COVID-19, cuando el Papa rezó ante ella.
Respecto al sitio específico de su sepultura, Francisco eligió un pequeño recinto detrás de la escultura de la Reina de la Paz, una zona que anteriormente se utilizaba para almacenar candelabros. Según reveló en una entrevista recogida en el libro “El sucesor”, publicado en 2024, manifestó: “Justo después de la escultura de la Reina de la Paz (la Virgen) hay un pequeño recinto, una puerta que da a un cuarto que usaban para guardar los candelabros. Lo vi y pensé: ‘Ese es el lugar’”.