
Graziano Mesina, uno de los criminales más famosos de Italia, falleció este sábado a los 83 años debido a un cáncer, al día siguiente de ser liberado por motivos de salud, informaron los medios italianos.
Desde 2021 cumplía una condena de 24 años por tráfico de drogas en una prisión de Milán (norte). Gravemente enfermo, fue trasladado a un hospital de la ciudad, donde falleció al día siguiente de su llegada.
Penúltimo de una familia de 11 hijos, nacido de un padre pastor sardo, era conocido por sus múltiples fugas y espectaculares evasiones de diversas cárceles o comisarías de policía.
Según la web del diario La Repubblica, de 22 intentos de fuga de prisiones de alta seguridad, Mesina logró escapar en 10 ocasiones.
Con más de 40 años pasados en prisión por intento de asesinato y secuestros, fue protagonista de numerosos titulares en Italia.
En una ocasión saltó de un tren durante un traslado, y en otra se disfrazó de sacerdote para escapar, según los medios.
En 1970, también según la prensa, asistió a un partido de fútbol de su equipo, el Cagliari, vestido de mujer.
Más tarde, con el estatus de “arrepentido”, desempeñó un papel clave en la liberación de un niño secuestrado en Cerdeña, Faruk Kasam, lo que llevó al presidente italiano de la época a concederle un indulto.

Durante un tiempo trabajó como guía turístico, pero en 2013 fue nuevamente arrestado por crear una red internacional de narcotraficantes, lo que provocó la revocación de su indulto.
Conocido como “Gratzianeddu” y considerado uno de los más notorios exponentes del vandalismo en Cerdeña, falleció a los 83 años. El ex fugitivo murió en el hospital San Paolo de Milán, donde había sido trasladado desde la cárcel de Opera debido a una enfermedad terminal. Este traslado, autorizado por razones de salud, marcó la tercera ocasión en que Mesina abandonaba una prisión, aunque esta vez no fue por una fuga ni por un indulto, sino por su delicado estado físico. Apenas un día después de dejar el centro penitenciario, su vida llegó a su fin.
Mesina, quien había sido definido como “no transportable” debido a su condición, se encontraba bajo arresto domiciliario en el área destinada a detenidos del hospital. Su muerte pone fin a una vida marcada por una larga lista de delitos, fugas y un papel central en la historia del bandolerismo sardo de la posguerra.

Una vida marcada por el crimen desde la infancia
Nacido el 4 de abril de 1942 en Orgosolo, un pequeño pueblo en la provincia de Nuoro, Graziano Mesina fue el penúltimo de once hijos de una familia humilde. Su padre, Pasquale Mesina, trabajaba como pastor, y su madre, Caterina Pinna, se dedicaba al hogar. Desde temprana edad, Mesina mostró un carácter rebelde y problemático. Según su propia autobiografía, en cuarto grado lanzó piedras a su maestro, lo que lo llevó a abandonar la escuela y trabajar como pastor sirviente. A cambio de su labor, recibía comida, alojamiento y, al final del año, una o más ovejas.
El primer arresto de Mesina ocurrió en 1956, cuando tenía solo 14 años. Fue detenido por posesión ilegal de armas, específicamente una escopeta calibre 16 que había sido robada. Este incidente marcó el inicio de una carrera delictiva que lo convertiría en uno de los criminales más buscados de Italia. En los años siguientes, acumuló una larga lista de delitos, incluyendo secuestros, tiroteos y múltiples fugas de prisión, llegando a escapar con éxito en diez ocasiones.
El “Che Guevara” sardo y su lucha contra los “patrones”
Mesina no solo fue conocido por sus crímenes, sino también por su capacidad para ganarse el apoyo de ciertos sectores de la población. Su objetivo declarado era liderar una revuelta social contra los “patrones”, los grandes terratenientes que, según él, oprimían a los pastores sardos. Esta postura lo convirtió en una figura controvertida, admirada por algunos como un símbolo de resistencia y criticada por otros como un simple criminal. En particular, las mujeres lo aclamaban como un “Che Guevara sardo”, un apodo que reflejaba su carisma y su habilidad para inspirar lealtad.

Secuestros que conmocionaron a Italia
A lo largo de su vida, Mesina estuvo involucrado en varios secuestros que captaron la atención de la opinión pública. Uno de los casos más emblemáticos fue el secuestro de Farouk Kassam en 1992, un niño de 7 años hijo de un empresario belga de origen indio que gestionaba un hotel en Porto Cervo. Aunque el secuestro fue llevado a cabo por el bandido Matteo Boe, Mesina desempeñó un papel crucial como mediador en las negociaciones para la liberación del niño. Según declaró el propio Mesina, su intervención permitió que Farouk fuera liberado a cambio de un rescate de 5.300 millones de liras.
Otro caso destacado fue el secuestro del cantautor Fabrizio De André y su compañera Dori Ghezzi en 1979, quienes fueron retenidos en Gallura. Mesina también actuó como mediador en este caso, consolidando su reputación como un personaje central en el mundo del bandolerismo sardo.
La gracia presidencial y el regreso al crimen
Tras pasar casi 40 años en prisión, Mesina recibió en 2004 la gracia del entonces presidente de la República, Carlo Azeglio Ciampi, a propuesta del ministro de Justicia, Roberto Castelli. Sin embargo, su libertad no duró mucho. En 2013 fue arrestado nuevamente, esta vez por tráfico internacional de estupefacientes, y condenado a 30 años de prisión. Este episodio marcó el inicio de una nueva etapa en su vida, en la que volvió a ser perseguido por las autoridades.

La fuga y el arresto final
El 24 de julio de 2020, Mesina se convirtió oficialmente en fugitivo después de que la Corte de Casación confirmara su condena a 30 años por tráfico de drogas. Desde el 2 de julio de ese año, no se tuvieron noticias de su paradero. Según las investigaciones, se especuló que podría haber escapado a Córcega o incluso a las costas africanas. Sin embargo, el 18 de diciembre de 2021, fue localizado en Desulo, en la casa de dos cómplices. Su arresto puso fin a un año y medio de fuga, y fue trasladado a la cárcel de Badu’e Carros en Nuoro, antes de ser enviado al centro penitenciario de Opera en Milán en junio de 2022.
La última condena y el desenlace
El 28 de diciembre de 2023, la Corte de Casación confirmó una nueva condena contra Mesina, esta vez a 6 años y 8 meses de prisión por los delitos de usura y extorsión. Sin embargo, su deteriorado estado de salud marcó el tramo final de su vida. El 11 de abril de 2024, fue trasladado del centro penitenciario de Opera al hospital San Paolo de Milán, donde falleció al día siguiente.
La muerte de Graziano Mesina cierra un capítulo en la historia del crimen organizado en Italia, dejando tras de sí un legado de controversia, admiración y condena. Su vida, marcada por el bandolerismo, los secuestros y las fugas, sigue siendo un símbolo de una época turbulenta en la historia de Cerdeña.