
Durante años, una modesta estación de tren en la isla de Hokkaido, al norte de Japón, operó para un solo pasajero: una estudiante secundaria. La escena parecía insólita, casi un símbolo de obstinación burocrática o de una logística fallida. Pero el motivo detrás de su funcionamiento sostenido desató una ola de reconocimiento público y cobertura internacional: los trenes se detenían en Kami-Shirataki exclusivamente para que la joven pudiera llegar a la escuela y volver a casa.
El gesto de mantener operativa una estación solo por una estudiante fue interpretado como un acto de compromiso social, donde la educación se alzó como valor central de la política ferroviaria japonesa.
El caso de Kami-Shirataki: una estación para una sola estudiante
La estación estaba ubicada en una zona rural con una población decreciente y con escasa demanda de transporte.
Sin embargo, la compañía Japan Railways, operadora de la línea, dio marcha atrás con la decisión cuando descubrió que una adolescente usaba la estación todos los días. Desde entonces, el tren solo realizaba dos paradas diarias: una para recogerla y otra para dejarla, según reportó RPP Noticias en 2016.

El caso no solo provocó asombro por el sacrificio logístico, sino que fue leído como un símbolo de cómo Japón jerarquiza el acceso a la educación. En la misma línea, Nexofin remarcó: “Esta medida ha sido aplaudida por los ciudadanos japoneses ya que el gobierno del país ha demostrado así que la educación y el transporte como un servicio es una prioridad”.
Para ajustarse al horario escolar de la joven, los operadores ferroviarios incluso modificaron los tiempos del servicio.
Conforme se viralizó la historia en redes y medios internacionales, la joven fue objeto de atención constante, lo que complicó su rutina escolar. El blogger local Mint Jam impulsó una petición para frenar el acoso: “Una gran cantidad de fanáticos de los trenes dando instrucciones a la estudiante, e incluso molestando a su familia”, escribió en su campaña.

Clausura de la estación y ceremonia final
La estudiante se graduó en marzo de 2016, y con ello llegó el cierre definitivo de Kami-Shirataki. Allí, “se colocó un letrero conmemorativo que decía ‘69 aniversario Arigatou!’”. La joven —identificada como Kana Harada, de 18 años— “realizó su último viaje y llegó a la estación al filo de las seis de la tarde, hora local, luego de acudir a su escuela para la ceremonia de fin de cursos”.
La ceremonia se celebró bajo una nevada persistente y temperaturas de -5 °C. Estuvieron presentes funcionarios de Japan Railways, familiares, vecinos y medios. Aunque “se esperaba que Harada ofreciera un discurso, ella omitió cualquier acercamiento con la prensa y se retiró rápidamente del lugar con sus familiares”.
Ese mismo día cerraron también otras dos estaciones: Kami-Shirataki y Shimo-Shirataki, todas con más de ocho décadas de funcionamiento. El evento fue transmitido en vivo por niconicolive GINZA.
La historia de Kami-Shirataki también expuso un fenómeno más amplio: el descenso de la natalidad y la despoblación de áreas rurales. Japón enfrenta una baja tasa de fertilidad, que en 2012 era de 1,41 hijos por mujer, según RPP Noticias.
En la isla de Hokkaido, al menos 20 estaciones fueron consideradas para cierre o redireccionamiento. “Muchas líneas de estaciones fueron desviadas o cerradas para lograr eficiencia”, indicó jabar.tribunnews. No obstante, frente a ese panorama, el gesto de Japan Railways fue leído como una excepción notable: “Lo que ha hecho Japan Railways demuestra que la educación es una prioridad absoluta para el gobierno y la sociedad”, concluyó el mismo medio.