
La que comienza hoy es la primera visita oficial a Japón del presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva en su tercer mandato y el quinto viaje de su trayectoria presidencial. En mayo de 2023 ya asistió como invitado a la cumbre del G7 en Hiroshima, estrechando aún más los lazos entre ambos países. Durante su estancia en Tokio, Lula se reunirá con el Primer Ministro japonés, Shigeru Ishiba, y será recibido por el Emperador Naruhito y la Emperatriz Masako. La Casa Imperial japonesa también anunció que Aiko, la hija mayor de Naruhito, participará por primera vez en el llamado Banquete Imperial, ofrecido el martes a Lula y a su esposa Rosângela da Silva, conocida como Janja. La delegación que acompaña a Lula está formada por 11 ministros, los presidentes de la Cámara y del Senado, Hugo Motta, del partido Republicanos, y Davi Alcolumbre, de Unión Brasil, respectivamente, y un centenar de empresarios y altos ejecutivos.
Esta visita se produce en un momento geopolítico muy delicado a nivel mundial. La nueva redefinición de Estados Unidos por parte de Trump empuja al gigante latinoamericano a proponerse como alternativa comercial y a buscar nuevos acuerdos y alianzas en Asia. Tras visitar Japón, el presidente brasileño viajará a Hanói (Vietnam) del 27 al 29 de marzo. Es su segunda visita al país asiático. En cuanto al primer ministro Phạm Minh Chính, se reunió con Lula en noviembre de 2024, al margen del G20 de Río de Janeiro. China no está incluida en este viaje, pero se espera que el encuentro con el mandatario chino, Xi Jinping, tenga lugar en mayo, con motivo de la visita de Lula a Beijing para el Foro CELAC-China, en el que se reunirán los países de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC). A continuación, Xi acudirá a Brasil en julio para la reunión de presidentes de los BRICS. En su anterior visita en noviembre para el G20 en Río de Janeiro, Xi Jinping había dicho que “las relaciones bilaterales con el país latinoamericano pasaban por el mejor momento de la historia.”
Si la mayor intensificación de las relaciones entre Brasil y Beijing en los próximos meses se da por descontada por la mayoría de los analistas, dada también la guerra comercial en curso entre la administración estadounidense y su homóloga china, las visitas de Lula a Japón y Vietnam en los últimos días están empedradas de buenas intenciones, especialmente comerciales, cuyos resultados, sin embargo, no se dan en absoluto por descontados. De hecho, se temen muchas negociaciones y pocos resultados, al menos en un futuro inmediato, en temas como las exportaciones de carne brasileña y el acuerdo con Mercosur.

Uno de los principales objetivos de la visita es acelerar la autorización de las exportaciones de carne de vacuno brasileña al mercado japonés. El primer paso es convencer al país asiático para que envíe una misión de inspección sanitaria a los frigoríficos brasileños. Pero, como dijo el director del Departamento de Japón de Itamaraty, Paulo Elias Martins de Moraes, al diario Folha de São Paulo, “aún no hay fecha ni está prevista”. “El objetivo es alcanzar un compromiso político para que las cosas lleguen a buen puerto”, añadió Moraes. También se negociará la ampliación del mercado de carne fresca de cerdo, ya que actualmente sólo se permite la entrada en Japón de productos originarios del estado de Santa Catarina. Para el sector cárnico brasileño, la visita a Japón es muy importante porque puede abrir un nuevo gran mercado para el país latinoamericano, que hasta ahora siempre ha comprado carne a Estados Unidos, pero que ahora también es víctima de los aranceles de Trump.
Brasil también quiere empujar a Japón a un acuerdo con los países del bloque Mercosur. Pero el diario japonés Nikkei, en un artículo de hace unos días, enfrió los ánimos al informar de que lo más probable es que las negociaciones con Mercosur, calificado como “el último gran acuerdo de libre comercio”, se pospongan porque, según el diario, el Gobierno japonés aún no ha decidido qué hacer. En la presentación del viaje hace una semana, el secretario para Asia y el Pacífico del Ministerio de Asuntos Exteriores, Eduardo Saboia, no ocultó su decepción. “Queremos saber una cosa: ¿seguiremos hablando o habrá negociaciones?”, afirmó. En la 65ª Cumbre de Presidentes del Mercosur, celebrada el pasado diciembre en Montevideo (Uruguay), se debatió la ampliación de los acuerdos comerciales, incluidas las negociaciones con Emiratos Árabes Unidos, con la expectativa de concluirlas en 2025. Cabe mencionar también que este año Brasil será sede de la Cumbre Brasil-Unión Europea, donde seguramente continuará la estrategia del gobierno Lula de reposicionar al Mercosur en el comercio internacional, buscando diversificar alianzas y ampliar mercados para los productos brasileños.
Además de los aspectos económicos, las discusiones en Japón se centrarán en cuestiones de cooperación cultural, científica y tecnológica. Según los medios de comunicación japoneses, se espera un acuerdo para que los líderes de Brasil y Japón se visiten una vez cada dos años y para que sus ministros de Relaciones Exteriores establezcan un diálogo estratégico, con el objetivo de alinear la cooperación en materia de seguridad y otros temas. Las relaciones entre Brasil y Japón en el área de defensa se han fortalecido en los últimos años, con un aumento de la cooperación militar, el intercambio de tecnología y las asociaciones estratégicas. En 2014, Brasil y Japón firmaron un acuerdo de cooperación en materia de defensa, fomentando el intercambio de información y tecnología militar. La Fuerza Marítima de Autodefensa de Japón (JMSDF) ya ha enviado buques a Brasil para realizar entrenamientos conjuntos con la Marina brasileña. Japón está interesado en estrechar lazos con Brasil en el sector de la defensa, en particular en el desarrollo de tecnologías militares y la modernización de equipos, mientras que Brasil está interesado en la cooperación en áreas como la ciberseguridad, la vigilancia marítima y el uso de satélites para la vigilancia de fronteras.
Las relaciones con Japón también han permitido a Brasil importar en los últimos años el modelo de policía comunitaria Kōban en el ámbito de la seguridad urbana. Se trata de una adaptación del sistema japonés de policía de proximidad, en el que pequeños puestos de policía (llamados Kōban en Japón) se distribuyen en barrios y comunidades para reforzar la relación entre la policía y la población local. Para implantar este sistema en el país tropical, se contó con la Agencia Japonesa de Cooperación Internacional (JICA), que proporcionó orientación sobre las actividades policiales, cómo informar a la población y cómo supervisar los hogares. La idea básica de este método es que los agentes actúen directamente dentro de las comunidades, ya que al conocer a los residentes les resulta más fácil establecer lazos de confianza. Mientras que en Japón los kōban son pequeños puestos de policía situados en los barrios, en Brasil este concepto se ha adaptado a bases comunitarias móviles o fijas. Como los puestos están distribuidos en lugares estratégicos, la respuesta a los incidentes es más rápida. El modelo Kōban se ha introducido en algunos estados brasileños como parte de las estrategias de policía comunitaria, principalmente en los estados de San Pablo, Paraná y Bahía, además que en Recife, la capital del estado de Pernambuco. Aquí, en el barrio de Boa Viagem, se registró una reducción del 41% de los robos en sólo un año gracias al proyecto.

La visita de Lula a Tokio coincide estos días con el 130º aniversario de las relaciones diplomáticas entre Japón y Brasil, hasta el punto de que la agenda del presidente incluye también una serie de conmemoraciones de este aniversario. Las relaciones entre ambos países se establecieron en 1895 con la firma del Tratado de Amistad, Comercio y Navegación. El acuerdo permitió la apertura recíproca de representaciones diplomáticas en 1897 y allanó el camino para el inicio de la inmigración japonesa en 1908. Brasil tiene la mayor población de origen japonés fuera de Japón, estimada en más de 2 millones, mientras que Japón alberga la quinta mayor comunidad brasileña en el extranjero, con unos 211.000 ciudadanos. Ambos países mantienen una colaboración estratégica y global, que cumplirá una década en agosto de este año.
"Japón es una gran economía, nuestro socio más tradicional en Asia y la novena mayor fuente de inversión extranjera en Brasil, con un total de 35.000 millones de dólares invertidos en los últimos tres años. El objetivo de la visita es impulsar sectores prioritarios, así como explorar nuevas áreas de cooperación”, afirmó en un comunicado oficial el embajador Eduardo Saboia, secretario para Asia y el Pacífico del Ministerio de Asuntos Exteriores. En 2024, los dos países registraron un intercambio comercial de 11.000 millones de dólares, con un superávit brasileño de 146,8 millones de dólares. Brasil exporta principalmente pollo, aluminio, celulosa, café no tostado y mineral de hierro. De Japón importa piezas y accesorios para vehículos automóviles, instrumentos y aparatos de medición, motores de pistón y otros productos de la industria manufacturera.
En cuanto a Vietnam, según anunció la propia oficina presidencial de Planalto, la visita tendrá como objetivo definir acciones e iniciativas conjuntas para implementar la llamada Asociación Estratégica entre los dos países, anunciada el 17 de noviembre de 2024, al margen de la Cumbre del G20, en Río de Janeiro. “La elevación de las relaciones diplomáticas con Vietnam al nivel de Asociación Estratégica permitirá profundizar el diálogo político, fortalecer la cooperación económica, intensificar los flujos de comercio e inversión, mejorar la coordinación en temas de la agenda multilateral y promover nuevas iniciativas de cooperación", reza el comunicado. En 2024, Brasil y Vietnam registraron un intercambio comercial de 7.700 millones de dólares, con un superávit brasileño de 415 millones de dólares. Vietnam se ha consolidado como el quinto destino mundial de las exportaciones de la agroindustria brasileña y se destaca como uno de los principales productores mundiales de café, arroz y productos electrónicos. "El comercio ha pasado de 500 millones de dólares a casi 8.000 millones. Y la idea es alcanzar el objetivo de 15.000 millones de dólares en 2025," subrayó el embajador Saboia.