
La represión sufrida por los uigures en Xinjiang bajo el régimen de Xi Jinping ha sido objeto de denuncias constantes en los últimos años. Es tan brutal y evidente la represión que vive esa minoría musulmana en China, que el mismo Partido Comunista se vio obligado a diseñar una compleja maquinaria para hacer frente a la ola de denuncias por las violaciones a los derechos humanos.
Rayhan Asat y su familia conocen de primera mano cómo el régimen de Beijing oprime a esa población. Rayhan nació en Xinjiang, pero siguió sus estudios universitarios en Estados Unidos, donde se graduó como abogada en Harvard. En esa misma época en que obtuvo su tan ansiado diploma, en 2016, su hermano Ekpar Asat fue secuestrado y recluido en los campos de concentración del régimen, donde los internos -que ya suman millones- enfrentan condiciones inhumanas entre hacinamiento, vigilancia constante y adoctrinamiento político.
En un principio la joven abogada, por temor a represalias, apeló a canales privados para lograr la liberación de su hermano. Como no tuvo éxito, y a medida que aumentaba la represión en Xinjiang, decidió exponer el caso ante la opinión pública internacional. Así, desde 2020 encabeza la defensa de su hermano y de otros tantos uigures.
En el marco de su visita a Argentina y Chile, países en los que mantuvo encuentros con políticos y actores de la sociedad civil para abordar las violaciones a los derechos humanos en su país, Rayhan dialogó con Infobae. Durante la extensa charla contó cómo fue crece en esa región del sur de China y cómo cambió la situación desde la llegada de Xi Jinping al poder. También recordó cómo fue su último encuentro con su hermano en Estados Unidos, antes de su detención, y el calvario que vive su familia -y la de millones de uigures- en medio de constantes hostigamientos y amenazas.
Además, reveló las atrocidades que lleva a cabo el régimen de Xi Jinping “para hacer desaparecer” a la población uigur. “La única manera de explicar esto es a través del genocidio. Es como un intento deliberado de hacer una limpieza étnica”.

-¿Cómo fue crecer en Xinjiang, siendo parte de la población uigur?
-Nací a mediados de los años ochenta. Las atrocidades ocurrieron hace relativamente poco. En ese entonces, la gran mayoría de la gente todavía era uigur, así que no sentías que eras una minoría. Es tu tierra, tu cultura, tu gente... Pero luego las cosas empezaron a cambiar. Hubo un cambio demográfico cuando comenzaron a traer a los Han para venir a la tierra de los uigures. Y luego fue en forma de asentamiento; es un gran proyecto colonial. Traen a estas personas Han y les dan mejores empleos y oportunidades. Mi generación empezó a experimentar algo llamado asimilación forzosa, lo que significa que todo se te enseña en chino, en lugar de en tu propio idioma y tu propia cultura. Aprendemos la cultura china en lugar de la cultura uigur. Para mí es un aspecto muy violento del colonialismo. El gobierno chino fue realmente bueno en hacerte creer que tu cultura es inferior a la suya. Pero en ese momento piensas “estoy aprendiendo chino, qué maravilloso”, sin entender que hay algo violento e invisible que está arrancándote tu dignidad e identidad. Por eso, como no sabes eso, las cosas se sienten normales. Teníamos teatros, artistas, que intentaban expresarse plenamente a través del arte dramático, había mucha historia profunda, que a menudo se expresa a través de la música y el arte. Históricamente siempre hemos sido oprimidos por el estado chino. Les ocurrió a nuestros antepasados, a nuestros padres, siempre ha estado ese trasfondo, pero no como ocurre ahora.
Nosotros hemos desarrollado algo muy único, que es expresar nuestra opresión de manera implícita a través de la literatura. Pero no dices que es opresión. Usas un lenguaje oculto para expresarlo. Hoy en día escuchas sobre personas que son encarceladas simplemente por haber escrito un poema, es algo escalofriante. Y la sociedad empieza a conformarse y simplemente acepta las cosas como son; es lo que el gobierno chino quiere que hagas.
Yo crecí en una familia secular, así que la religión no era una gran parte y de todas formas no se te permitía practicar la religión. Pero aún así amábamos cualquier tipo de festivales, celebraciones... Eso se ha perdido porque la gente ni siquiera puede practicar su cultura.
-¿Y cómo decidiste irte a Estados Unidos? ¿Fue porque te empezaste a dar cuenta de esa creciente opresión?
-Primero fui a Wuhan. Hay pocos lugares a los que los uigures podemos ir, como Pekín, Shanghái y Wuhan. Quería estudiar derecho y ciencias políticas. En la escuela secundaria te dividen en ciencias naturales o ciencias sociales. Cuando solicité ingreso a la universidad, solo pude elegir ciertas especialidades. Esa universidad aceptaba personas de ciencias naturales, así que terminé yendo a Wuhan. Allí conocí a una profesora que venía de Canadá, la profesora Janet Walker. Traté de explicarle quiénes son los uigures. Ella sabía sobre los tibetanos, pero no sabía mucho sobre los uigures. Cuando le conté de nosotros, me dijo: “Creo que ustedes son como los pueblos aborígenes de Canadá, donde ocurrió mucho asentamiento”. Me fascinó que nos llamaran población indígena porque sienten que somos los dueños de la tierra. Los indígenas de todo el mundo nunca tuvieron éxito, simplemente se convirtieron en poblaciones marginadas. Los uigures son ahora una población marginada. Así que traté de entender esta comparación que hizo. Después de conocerla, terminé yendo a una escuela de derecho en Canadá; esa experiencia me introdujo al pensamiento crítico, a cómo reflexionar sobre las cosas, cómo pensar sobre la libertad. Después de un tiempo extrañaba mi cultura, porque la cultura de América del Norte es un poco más fría en comparación con la nuestra. Pero tampoco quería volver a China porque sé que una vez que pruebas la libertad, es muy difícil regresar a un lugar donde no la hay. Es imposible. Así que me sentía nostálgica. Entonces pensé cuál era el lugar que podía acercarme más a casa, y ese lugar era Estambul. Entonces, terminé viviendo en Estambul durante algunos años. Luego me di cuenta de que estaba como occidentalizada hasta cierto punto, y Turquía realmente no era para mí. Así que me fui a Estados Unidos y estudié en la Escuela de Derecho de Harvard. También conseguí un trabajo en un bufete de abogados.

-Y cuando te estabas por graduar en Harvard ocurre lo de tu hermano… ¿Cómo fue ese momento?
-Él estudió ciencias de la computación, es un genio. Creó una plataforma y tuvo mucho éxito; pero lo más importante, ayudó a mucha gente. Le daba voz a personas que querían tener éxito: artistas, escritores… Podías difundir ideas cumpliendo completamente con la censura de China. Tuvo tanto éxito que conoció al embajador de Estados Unidos durante la gira por Asia del presidente Obama; también lo invitaron a asistir al programa IVLP, y lo pude ver mientras yo estaba en Harvard. Fue un tiempo hermoso. Estaba tan orgullosa de él; no sabía qué tan famoso era este programa y él era tan humilde. Vino como parte del grupo de China junto con ocho mujeres más; todos lo amaban. Tuvimos un breve encuentro en Nueva York y Washington DC, y ni siquiera tomamos fotos porque simplemente estábamos disfrutando el tiempo juntos. En un momento, mi hermano dijo: “Debemos tomar fotos”. Estaban en su teléfono. Luego volvió a China. La idea era que traería a mis padres para mi graduación. Pero de un momento a otro mis padres cancelaron su viaje; estaban tan asustados de decirme la verdad que inventaron una excusa sobre que mi tía estaba enferma. Yo pensaba: “Esto no tiene sentido”. Yo fui la primera uigur en estudiar en la Escuela de Derecho de Harvard, era un evento histórico. Seguí llamando a mi madre porque estaba muy decepcionada. En un momento ella comenzó a llorar y me dijo que por favor dejara de preguntar; luego llamé a mi hermano, pero nunca pude contactarlo. Entonces le pedí a mi madre que me dijera dónde estaba mi hermano y no me decía nada, solo seguía llorando. Le dije que pusiera a mi hermano en el teléfono o en una videollamada, sino significaba que algo estaba mal. A él se lo llevaron y el día de mi graduación fui la única persona que no tuvo a su familia presente.
-Inmediatamente decidiste usar tu formación para defender no sólo a tu hermano, sino a muchos uigures. Incluso llegaste a hablar ante el congreso de EEUU, en el Parlamento Europeo… ¿Cómo fue esa experiencia, teniendo en cuenta además que tenías poca experiencia y estabas asumiendo un desafío muy grande?
-No sabes qué hacer cuando simplemente se llevan a alguien. Estaba tan asustada. Cuando pregunté a las personas, había muchos riesgos. Si vas a los medios, podría ayudar o podría perjudicar. Nunca lo sabes. Y creo que debido a este dilema, esperé un poco tratando de entender, tratando de llegar al gobierno chino por diferentes medios, como a través de mis profesores o del Departamento de Estado. Nada de eso funcionó. La única manera en que puedo lograr un cambio es hablando sobre los crímenes atroces. Pero cuando estuve lista para contar mi historia, el mundo no estaba listo para escucharla porque ocurrió la covid. La covid era el titular diario en todos los medios. Nadie iba a escuchar sobre el hermano de alguien que había desaparecido. Además, sabía que si hablaba en contra de China, el gobierno podía hacer muchas cosas a mi familia, cosas inimaginables. Pero me vi forzada a hablar y tomé coraje; coraje que vino por el amor que tengo hacia mi hermano y mi pueblo. Porque no es solo mi hermano, hay millones de personas inocentes en los campamentos.
-¿Finalmente tu familia sufrió algún tipo de consecuencia por tus denuncias?
-Hay un dilema. Es lo que el gobierno chino quiere que sientas: ¿vas a abogar por tu hermano o vas a abogar por todos? Porque si solo haces eso, tal vez exista la posibilidad de que lo liberen. Pero si haces aquello, las posibilidades son más difíciles. El gobierno chino no entiende el dilema moral que puede sentir una persona, un abogado... No puedes simplemente hablar de tu hermano, eso sería egoísta. Los chinos, la sociedad, está muy centrada en uno mismo. Entonces no entienden tu lucha por las otras personas: son tus vecinos, tu comunidad, hay un amor profundo. Todo lo que ven es como una forma de pensar muy autoritaria y lineal; eliges esto o aquello. Con relación a mi familia, como alcancé un perfil público bastante rápido, de cierta forma eso los protegió de ser encarcelados. Pero, a lo largo de los años, sufrieron mucho acoso e intimidación por parte de las autoridades chinas. Creo que no me cuentan porque quieren protegerme, y no quieren que sufra o me sienta culpable por lo que estoy haciendo. Esa es mi percepción. Ellos simplemente se lo guardan todo. Y creo que eso es exactamente lo que hace mi hermano. Nunca permitieron que mi familia lo visitara, hasta el año pasado. La mentalidad del gobierno chino es que cuando estás reuniéndote con tu familia, después de muchos años, vas a estar emocionalmente afectado. Mis padres se prepararon mucho mentalmente para esta reunión, pero nunca estás listo. Mi hermano estaba de rodillas y lo esposaron. Aparentemente, si te pones sentimental al ver a tu familia, te descuentan puntos. ¿Qué tan cruel puede ser? ¿Cómo no vas a emocionarte después de ocho años sin verlos? Tienes que hacer creer que estás muy feliz en el cautiverio, y mis padres tienen que decir que están bien. Y él tiene que decir que está bien. Es un juego de guerra psicológica que ellos están jugando, es enfermizo. Creo que mi hermano sabe que no puede verse terrible porque eso haría que mis padres se sintieran incluso peor. Mi papá sufrió mucho. Como resultado, tiene cáncer, pero mi hermano no lo sabe. Intentan protegerlo, y él intenta protegerlos a ellos. Yo, en tanto, dejé mi vida personal en pausa. Cuando un ser querido va a prisión, no puedes simplemente disfrutar la vida ni seguir adelante con tu vida. No creo que mis padres hayan reído genuinamente en los últimos años. El gobierno chino nos arrebató tanto. No hay un día en el que dejes de pensar en esa persona y por eso te abruma y te consume, y es imposible seguir adelante con tu vida. Es imposible.

-¿Este encuentro al que haces referencia fue el pasado mes de mayo?
-Así es.
-¿Y después de ese encuentro, pudieron volver a verlo?
-Sí, pero él no está detenido en Urumchi; nosotros somos de Urumchi, la capital. Para realmente quebrar a los uigures, incluso a los prisioneros, los trasladan a lugares más remotos, a una ciudad donde nadie lo conoce. Porque en Urumchi, incluso tal vez un oficial de policía podría conocerlo. Mis padres tienen que viajar varios kilómetros, así que pasan todo un día en eso, porque tienen que tomar el tren nocturno para llegar y luego el tren nocturno para regresar. Es como una lucha de 48 horas.
-¿Vos tuviste la oportunidad de hablar con él en todos estos años?
-No.
-Mencionaste que está en una prisión. ¿Se trata de una prisión normal de máxima seguridad o en una que forma parte de la red de campos de concentración construida por el régimen?
-Si, forma parte de este sistema de campos. Él está en uno de los más nuevos, yo lo pude ver a través de una imagen satelital de Google.
-Hay muchos reportes y denuncias de las atrocidades que ocurren en esos campos. ¿Cómo es el trato que reciben allí los uigures?
-Averiguamos esto a través de las historias de los sobrevivientes, porque mi hermano no puede contar nada. Los sobrevivientes dijeron que mi hermano estuvo en confinamiento durante algunos años, y eso realmente me destrozó el corazón; ojalá hubiera alzado la voz antes. Pero al parecer hay como 20 personas apiñadas en una celda. No hay higiene, están uno sobre otro y obviamente hay cámaras por todas partes. Les hacen adoctrinamiento político; y algunos de estos campos de prisión tienen fábricas de trabajo forzado integradas. Así que los obligan a trabajar y luego venden sus productos hechos con mano de obra esclava. No tienen juicio ni nada; simplemente lees que vas a cumplir 15 años, te informan tu sentencia sin tribunal ni nada. Presenté una petición ante el Grupo de Trabajo de la ONU sobre Detención Arbitraria y Desapariciones Forzadas, y emitieron una decisión que afirmó que lo que le ocurrió a mi hermano fue una desaparición forzada porque no sabíamos nada de él. Le pidieron al gobierno chino que proporcionara pruebas de si había cometido un crimen, si tenía un abogado, si había un registro judicial, si había una sentencia judicial, nada de eso… Entonces, la ONU emitió una decisión pidiéndole al gobierno chino que compensara los años que le quitaron a mi hermano, que lo liberara inmediatamente, castigara a los funcionarios que lo pusieron en esta situación y publicara esta decisión. Obviamente, el gobierno chino ni siquiera publicó eso; intenté publicarlo yo, pero recibí un bloqueo en la red. Es muy difícil que las personas entiendan cuán sofisticado es el gobierno chino en términos de vigilancia y control.

-Al comienzo de la entrevista hablaste de tu infancia en Xinjiang y marcaste la diferencia con respecto a la era Xi Jinping. ¿Cómo vive hoy la gente bajo este nivel de opresión?
-Hay un par de cosas ocurriendo. Todo el mundo tiene miedo porque siempre hay noticias. Cuando Michelle Bachelet, ex presidenta de Chile y ex alta comisionada para los DDHH de la ONU, visitó China, la gente intuyó que algo estaba ocurriendo. Eso les da esperanza de que tal vez haya conciencia, pero el problema es que también oyen que acaban de arrestar a una nueva persona o que han detenido a unas cuantas más. Y eso genera mucho miedo. Y la gente simplemente guarda silencio; no dice nada. Por ejemplo, en este momento debería haber ayuno por Ramadán. Nadie ayuna. De hecho, acabo de ver la noticia de que tienes que comer durante el almuerzo, tomar una foto y enviarla al gobierno chino para demostrar que no estás ayunando. Pero hacia el exterior, el gobierno dice: “Tienen libertad de religión aquí, pueden practicar su cultura”. Pero esa no es la realidad. Así que la gente vive con mucho miedo. Lo que realmente se ha perdido es la aspiración; creces con sueños de futuro, aspiraciones. Ya no tienen sueños y es como una mentalidad muy uniforme, conforme con la ideología del gobierno, simplemente pasando el día.
-¿También hay diferencias respecto a los derechos de las mujeres y de los hombres?
-Muchos hombres son llevados a los campos; y muchas mujeres ahora son forzadas a casarse con hombres Han, hombres chinos. El gobierno está incentivando los matrimonios. Y si no te casas con un hombre Han, el gobierno te asigna uno, o tu familia podría ser llevada a los campos, y muchas mujeres hacen eso solo para salvar a sus familiares. Es el aspecto más despreciable porque un matrimonio debería ser una elección individual. El estado no tiene nada que ver con eso. Pero el gobierno chino quiere incentivar eso, una forma de matrimonio forzado. Además de eso, lo que están haciendo con las mujeres uigures es la esterilización forzada. Muchas mujeres fueron esterilizadas para que no tengan hijos. Y lo llaman algo así como optimizar la población, optimizar el nacimiento uigur. ¿Puedes imaginarte eso? Es como lenguaje de Holocausto. Y los hombres son sometidos a torturas. Las mujeres, en cambio, están sujetas a vivir una vida sin hombres o a ser forzadas a casarse. También está el tema del trabajo forzado, que afecta a los hombres que no fueron llevados; los ponen en fábricas de trabajo forzado. Por supuesto no todos son llevados. Así es como crean esta ilusión de normalidad. Pero en realidad no hay una sola familia en la que al menos una persona no haya sido llevada.
-¿Si alguien se quiere ir hoy de Xinjiang puede hacerlo?
-No. El gobierno está haciendo algo muy oscuro. Se dieron cuenta de que perdieron la narrativa internacional sobre Xinjiang. Porque al principio, si recuerdas, dijeron que los campos no existían, y luego los llamaron campos de reeducación. Cambiaron el lenguaje y dijeron: “Estamos haciendo una capacitación vacacional para los uigures”. Así que hubo un cambio en el tono porque de inmediato los judíos empezaron a compararlo con el Holocausto, y eso no les gusta. Ahora el gobierno chino se dio cuenta, después de la investigación de la ONU, de que no pueden salirse con la suya. Así que lo que hacen es invitar a algunos turistas, influencers, blogueros para que vayan. Los llevan a ciertos lugares, toman fotos, solo para decir: “Mira qué felices están los uigures”. Y luego también seleccionan a ciertos uigures, definitivamente no mis padres, a quienes se les han dado ciertas instrucciones; estarán en París y comenzarán a bailar en la plaza y dirán: “Mira, los uigures pueden viajar, vivir con normalidad”. No. Los uigures ni siquiera tienen un pasaporte. Esto es orquestado por el gobierno para mostrar una imagen muy diferente de Xinjiang. La gente aún no puede vivir libremente en Xinjiang.

-¿Y cómo es la represión hacia la diáspora? ¿Vos, por ejemplo, tuviste algún caso de amenaza o intimidación viviendo afuera?
-Cuando un Estado extiende su largo brazo hacia otro país y oprime a su gente, aunque se hayan convertido en ciudadanos de otro país, se llama represión transnacional porque es un crimen que cruza fronteras. Muchos uigures enfrentan acoso e intimidación por parte de los chinos y en América del Norte hay muchas estaciones de policía chinas que han sido descubiertas. También están utilizando algo llamado demandas por difamación. Algunos actores uigures enfrentan demandas en Francia solo por hablar contra los crímenes atroces del gobierno chino, para silenciarlos. Porque el Estado tiene mucho dinero. Es el tipo de tácticas que los Estados autoritarios usan para intimidarte, para silenciarte, para acosarte, para que nunca puedas alzar la voz contra los crímenes atroces que cometen. Muchas personas en la diáspora están agotadas, porque el cambio no llega. Creo que ahora menos personas que antes están alzando la voz sobre lo que está ocurriendo, y eso sumado a la intimidación, el silencio y todas estas cosas. O a veces te dicen: “puedes recibir una llamada”, y estás desesperado por esa llamada.
-Muchos activistas, sobrevivientes, aseguran que el objetivo de Xi Jinping es hacer desaparecer a los uigures. ¿Coincidís con esto?
-Cien por ciento. Y por eso fui parte de un grupo de abogados independientes, profesores, académicos, que se reunieron y analizaron los crímenes atroces a través del lente de la convención sobre genocidio de 1948. Y la única manera de explicar esto es a través del genocidio. Es como un intento deliberado de hacer una limpieza étnica. Quieren provocar una lenta desaparición de esta población. El 9 de abril será el noveno aniversario de su desaparición forzada. Espero que mi hermano no se dé por vencido y que nadie en esos campos se dé por vencido. Pero muchas personas están muriendo en los campos.

-¿Cómo lo calificarías a Xi Jinping?
-Es un líder autoritario. Lo llaman dictadura democrática. El hecho de que uses el término “dictadura” dice mucho sobre qué tipo de sistema es. Pero no es sólo Xi Jinping, todo el Partido Comunista es parte del sistema. Muchos académicos argumentan que el sistema de China era una autocracia de partido único y ahora se ha trasladado a una autocracia personalista donde un hombre gobierna todo. Creo que todavía hay una combinación de ambas: autocracia de partido único y quizá de autocracia personal. Son ambas. Porque aún cuenta con el apoyo del propio partido.
-¿Qué opinión tienes respecto a la posición de la comunidad internacional frente a la represión en Xinjiang? Días atrás, por ejemplo, el gobierno de Estados Unidos anunció sanciones contra los responsables de retornos forzados a China…
-Con la nueva administración de Estados Unidos veremos qué sucederá. Hemos visto algunas políticas fuertes, como las anunciadas por el secretario Rubio, pero todavía tenemos que ver porque también ha habido mensajes contradictorios. Y Europa aprobó una resolución condenando la repatriación forzada de uigures a China, porque si estas personas son deportadas, serán llevadas a prisión, punto. No hay otra posibilidad. Es lo mínimo que los países pueden hacer. Otra cosa que pueden hacer es abrir sus puertas, abrir sus tribunales y permitir investigaciones estructurales para que podamos proporcionar evidencias y, si los funcionarios chinos llegan a estos países, arrestarlos e imponer prohibiciones de visa y restricciones de visa. Eso es algo que Estados Unidos hizo al imponer restricciones de visa a funcionarios tailandeses que enviaron a estos uigures de regreso a China. Así que hay muchas medidas que la comunidad internacional puede tomar. Las Naciones Unidas también pueden hacer muchas cosas. Creo que la situación de los uigures está realmente poniendo a prueba no solo los límites del derecho internacional, sino también la práctica de los países respecto a estos estándares internacionales y lo que predican en estos foros multilaterales.

-Para terminar. ¿Cómo ves el futuro de la China de Xi Jinping, en medio de un contexto geopolítico cada vez más complejo, y ante las constantes amenazas de Beijing contra Taiwán y Hong Kong? ¿Y también cómo ves el futuro de la población uigur?
-Creo que estamos viendo una configuración de normas que el mundo no había visto antes. Lo que el gobierno chino está tratando de hacer es realmente rediseñar el derecho internacional para lograr su trayectoria autoritaria. El sistema de China está muy integrado en el sistema capitalista global. Al mismo tiempo, China es un participante muy activo en el sistema de las Naciones Unidas. Patrocinan resoluciones, no como Corea del Norte. e escudan en ello y simplemente presionan a las personas en su tierra natal. Esto realmente afecta a los uigures, tibetanos, hongkoneses y, especialmente, afecta el futuro de Taiwán. ¿Mantendrá Taiwán su status quo actual? Si China tiene éxito, no solo serán los uigures, los taiwaneses o hongkoneses; también serían argentinos en el futuro, como personas que pueden ser detenidas por pandillas chinas. Lo han hecho antes, como lo han hecho contra canadienses, contra británicos. Esto no solo les está sucediendo a los uigures; está ocurriendo en los rincones más remotos del mundo. Podría sucederle a cualquier persona, y ese es el tipo de mensaje que quiero transmitir al mundo. Que estamos lidiando con un emprendedor de normas sin precedentes que el mundo no había visto. Estoy aterrorizada por ese futuro y por eso estoy aquí para asegurarme de que podamos evitar que suceda.