
Guinness World Records destacó que Sandy Allen fue reconocida como la mujer más alta del mundo, con una estatura de 2,31 metros (7 pies y 7,2 pulgadas). Desde una edad temprana, Sandy sobresalió por su altura, que era consecuencia de un caso de gigantismo acromegálico causado por un tumor en la glándula pituitaria. Este tumor resultaba en una producción excesiva de hormona del crecimiento, llevando a Sandy a alcanzar su notable altura.
Una infancia marcada por el crecimiento acelerado
Sandra Elaine Allen nació el 18 de junio de 1955 en Chicago, Illinois, y creció en Shelbyville. Su historia, más allá de las cifras, refleja un testimonio de superación, aceptación y contribución a la sociedad.
En una entrevista con el Chicago Tribune, Sandy recordó cómo a los tres años, un visitante de la familia pensó que era mucho mayor, por su tamaño. Para cuando llegó a la secundaria, ya medía 2,21 metros (7 pies y 3 pulgadas), lo que terminó en burlas y aislamiento social. A pesar de ello, Sandy decidió ignorarlos y aprender a aceptarse a sí misma.
Un récord que cambió su vida
En 1974, Sandy escribió a Guinness World Records para solicitar el título de mujer más alta del mundo. Este reconocimiento no solo le otorgó visibilidad, sino que también le permitió superar su aislamiento.
Dejó su trabajo como oficinista y se adentró en el mundo del entretenimiento. En 1976, debutó en el cine con un papel en Casanova del mítico director italiano Federico Fellini, film en el que interpretó a Angelina, una gigante que compartía escena con Donald Sutherland. También apareció en la película para televisión Side Show en 1981.

Una figura pública y una defensora de la inclusión
Además de su carrera en el cine, Sandy participó en programas como Being Different y Extraordinary People y fue invitada a entrevistas, donde compartió su historia con el público. El impacto cultural de sus intervenciones fue tan grande que la banda Split Enz le dedicó la canción Hello Sandy Allen, describiéndola como “una mujer increíble”.
Ella utilizó su fama para promover causas sociales. Recaudó fondos para refugios de animales y visitó escuelas, donde con su testimonio inspiraba a los estudiantes a aceptar las diferencias.
En su libro autobiográfico Cast a Giant Shadow, relató su vida y los desafíos que enfrentó debido a su desmesurada estatura. Más allá de su amabilidad y disposición para interactuar con el público, Sandy enfrentó problemas de salud relacionados con su altura.
Pasaron los años, y en 1977, se sometió a una cirugía para detener su crecimiento, pero las complicaciones de la operación empeoraron su condición física, lo que la llevó a necesitar una silla de ruedas para movilizarse debido a la atrofia muscular.
Un legado que perdura
Sandy Allen falleció en 2008 debido a sus complicaciones de salud. Padecía infecciones recurrentes, diabetes tipo 2 y problemas respiratorios. Guinness World Records contó que compartió sus últimos años en un hogar de retiro en Shelbyville, Indiana, con Edna Parker, quien tenía el título de la persona más longeva del planeta.

En su honor, la escuela secundaria de Shelbyville estableció una beca que lleva su nombre, perpetuando su legado como una figura inspiradora. The Daily Journal destacó que, a pesar de su condición, Sandy aceptó su altura y la usó como una herramienta para educar a otros, demostrando cómo el hecho de ser “diferente” se convirtió en una plataforma para el cambio social.