
Katarzyna Dacyszyn tenía una vida que parecía perfecta en Łódź, la ciudad polaca donde residía. Modelo, diseñadora de lencería, con una carrera en ascenso y proyectos internacionales, hasta que sufrió un violento ataque que cambió para siempre su vida.
Todo comenzó en 2005, cuando recibió un mensaje extraño. Un hombre le declaraba su amor de manera obsesiva, con un lenguaje perturbador. “Era una confesión de amor extraña, escrita con un lenguaje que me pareció aterrador”, recordó hace años en una entrevista con TVN24. Bloqueó el número y trató de seguir adelante, sin saber que acababa de entrar en la pesadilla que la perseguiría por los siguientes once años.

Según Plejada, el acosador vivía en su mismo edificio. Comenzó a enviarle mensajes desde distintos perfiles falsos, a llamarla desde números desconocidos y a llenar Internet con difamaciones sobre su vida.
“No cederé, eres mía para siempre”, llegó a escribirle. Cuando ella lo ignoraba, su agresividad aumentaba.
El hombre se volvía más violento, más insistente. Un día le dijo que, sin importar lo que ella hiciera, él siempre estaría ahí. “Hay una persona en el mundo de la que nunca te librarás, y soy yo”, le advirtió.
Por años, los psicólogos y la policía le dijeron que lo ignorara. Le aseguraron que no representaba un peligro real, que solo era un hombre obsesionado que se alimentaba de su miedo.

Pero en 2016, cuando ella rompió con su pareja, todo se intensificó. Recibió un mensaje que la aterrorizó. Sintió que era una amenaza directa contra su vida y tomó una decisión: lo denunciaría.
El 22 de agosto de 2016, Katarzyna acudió al tribunal de Łódź para enfrentarlo. Quería justicia. Pero lo que encontró fue el horror.
Mientras esperaba en un banco del pasillo del tribunal, revisando su teléfono, vio de pronto un frasco delante de su rostro y escuchó una voz aterradora.

“El dolor que sentí es algo que nunca había experimentado antes”, contó en una entrevista con TVN24. Su acosador le había arrojado ácido sulfúrico en la cara.
El líquido quemó su piel de inmediato. Se extendió por su ojo derecho, su pecho y su torso. Un testigo del ataque relató que el hombre gritó con furia que el frasco contenía ácido sulfúrico concentrado, causando pánico entre los presentes.

Según reseña Daily Mail, la ambulancia tardó cuarenta minutos en llegar. Para entonces, el ácido ya había hecho su trabajo.
Ingresó al hospital con el 25% de su cuerpo quemado y más del 80% de su rostro dañado, según Business Insider. Los médicos lucharon por salvar su piel y su visión.
Pasó meses internada en el Centro de Tratamiento de Quemaduras de Siemianowice Śląskie. Se sometió a más de una docena de cirugías, injertos de piel, tratamientos con láser y operaciones para tratar de restaurar su ojo dañado. Pero el daño era irreversible.

La recuperación fue un proceso doloroso, tanto física como emocionalmente. “Mi piel estaba tan cansada que, en lugar de sanar, aparecían más heridas. Fue el peor momento”, confesó en una entrevista con Fakt24.
La imagen en el espejo era difícil de aceptar. Se vio obligada a aprender a vivir con un nuevo rostro, con una nueva realidad.
Mientras ella luchaba por sanar, su caso sacudió a la sociedad polaca. Su atacante fue condenado a 25 años de prisión por intento de homicidio.

Las leyes sobre acoso se endurecieron y los controles de seguridad en los tribunales fueron reforzados. Pero Katarzyna quería que su historia sirviera para algo más.
Publicó un libro titulado “Kobieta z Blizną” (La mujer con la cicatriz), en el que relató su calvario. Decidió convertir su tragedia en un mensaje de esperanza.

Se convirtió en activista contra el stalking y la violencia de género. Según Daily Mail, organizó talleres para ayudar a otras víctimas y comenzó a compartir su historia en redes sociales.
En su cuenta de Instagram, Katarzyna ha documentado su proceso de transformación. En una publicación escribió: “Hoy es una fecha especial. El 22 de agosto cambió mi vida, pero también me enseñó a luchar por mí misma y a valorar cada instante”.

En otra publicación, reflexionó sobre la aceptación del cuerpo después de una agresión: “Vivir con cicatrices nunca será lo mismo. Es un proceso difícil, lleno de dudas e inseguridades. Pero también puede ser una vida plena si nos miramos con más amabilidad”.

En un mensaje dirigido a sus seguidores, les recordó la importancia de la empatía y la acción frente a la violencia: “No hay nada peor que la indiferencia. Si ven injusticias, actúen. Reaccionemos al mal”.
A pesar de todo lo que ha vivido, Katarzyna sigue adelante. Sigue diseñando, sigue luchando por los derechos de las víctimas de violencia y sigue compartiendo su historia. “Me levanté, me reconstruí y sigo adelante”, escribió en una de sus publicaciones.
El ácido destruyó su piel, pero no su determinación. Convirtió su cicatriz en un símbolo de resistencia. Su historia no es solo la de una mujer que sobrevivió a un ataque brutal. Es la historia de una mujer que decidió no dejar que el miedo la definiera. Que eligió la vida.