Por qué Xi Jinping no detiene sus purgas y es poco probable que lo haga

Las acciones del líder chino no solo pone en evidencia una estrategia centrada en la preservación del poder, sino también la vulnerabilidad de un régimen donde la ultraconcentración de poder y las crisis de gobernanza son elementos recurrentes

Guardar
El presidente de China, Xi
El presidente de China, Xi Jinping. REUTERS/Adriano Machado

Las recientes purgas en la China de Xi Jinping siguen una lógica similar a la de las llevadas a cabo por Joseph Stalin durante su liderazgo en la Unión Soviética, asegura Guoguang Wu, destacado investigador del Centro de Análisis de China.

En un artículo pubicado esta semana, Wu argumenta que el ciclo de purgas que China ha presenciado en los últimos años no solo pone en evidencia una estrategia centrada en la preservación del poder, sino también las vulnerabilidades inherentes a un régimen donde la ultraconcentración de poder y las crisis de gobernanza son elementos recurrentes.

“La lógica detrás de las purgas de Xi se vincula directamente con una búsqueda constante de control absoluto, incluso a costa de destituir a quienes fueron sus propios aliados y protegidos”, señala Wu.

Las destituciones de altos funcionarios del Ejército de Liberación Popular (EPL) y del Partido Comunista Chino (PCCh) subrayan el alcance de estas purgas. Entre los afectados destacan el almirante Miao Hua, suspendido de sus funciones en noviembre de 2024, y otros líderes militares de alto rango como Li Pengcheng y You Haitao, cuyas posiciones fueron revocadas oficialmente en diciembre de 2024. Estas decisiones, en palabras de Wu, ejemplifican cómo “un líder dicta y lleva a cabo purgas incluso contra quienes él mismo seleccionó a puestos clave”.

La columna resalta que este fenómeno no se limita al ámbito militar. Los últimos años han visto también las caídas de numerosos cuadros civiles. Al menos 58 altos funcionarios fueron removidos de sus cargos en los tres primeros trimestres de 2024, y 642.000 funcionarios a nivel nacional fueron castigados durante el mismo periodo. Según los cálculos del autor, aproximadamente el 9,3 % de los miembros del Comité Central del PCCh han sido purgados en poco más de dos años. Wu observa que estos resultados “ilustran cómo la consolidación de poder no trae estabilidad, sino olas recurrentes de conflictos políticos internos”.

Para entender estas políticas, Wu traza paralelismos históricos con las acciones de Stalin en los años treinta y con las purgas llevadas a cabo por Mao Zedong.

“Durante la Gran Purga, Stalin buscó suprimir no solo a sus enemigos, sino también a aliados que en su momento impulsaron su ascenso”, recuerda Wu.

De manera similar, Mao comenzó eliminando rivales políticos tras fundar la República Popular China en 1949, para posteriormente dirigir sus esfuerzos contra antiguos aliados durante la Revolución Cultural entre 1966 y 1976.

El autor puntualiza que el caso de Xi Jinping guarda particular similitud con el de Stalin, dado que ambos líderes prescindieron de movilizaciones masivas, optando en su lugar por operar a través de los aparatos de coerción estatal como la policía y las fuerzas de seguridad.

“Xi ha transformado las instituciones disciplinarias del Partido y el Estado, utilizándolas en una constante eliminación de figuras percibidas como potenciales amenazas internas”, escribe Wu, aludiendo al uso intensivo de campañas anticorrupción para justificar las purgas.

Wu también pone el foco sobre el “ciclo autodestructivo” entre la concentración de poder, los fracasos en la gobernanza y las purgas. Destaca que las políticas de Xi, desde la política de Cero Covid hasta la abrupta eliminación de restricciones sanitarias, han causado desastres significativos en términos humanitarios y económicos. Sin embargo, en lugar de responsabilizar a sectores relacionados directamente con las crisis —como el sistema sanitario—, las purgas se centran en figuras del ejército, la seguridad y el sector militar-industrial.

“El objetivo es evitar cualquier asociación de estos fracasos con la figura de Xi, usando a otros como chivos expiatorios”, subraya Wu.

Como ejemplo de estos desastres de gobernanza, Wu compara las políticas de Xi con episodios históricos como la colectivización agrícola de Stalin y el Gran Salto Adelante de Mao, ambos seguidos de hambrunas devastadoras. “En ambos casos, los líderes utilizaron estas crisis como excusas para expandir sus poderes y atacar a aliados convertidos en enemigos”, explica Wu, agregando que la “lógica estalinista” en China es un reflejo de esta misma dinámica de concentrar poder mientras se agravan las tensiones internas.

Wu, quien es investigador senior del Asia Society Policy Institute y experto en política china, asegura que estas purgas no son simplemente producto de las decisiones arbitrarias de una personalidad autoritaria, sino que están respaldadas por las estructuras institucionales del comunismo.

“El sistema político comunista sustenta una continua ultraconcentración de poder, lo que lo hace inherentemente inestable y propenso a ciclos de purgas y crisis”, argumenta.

Según él, las cultos a la personalidad son una herramienta clave en este proceso de perpetuación del poder. Durante el régimen de Stalin, los medios estatales lo presentaban como “el protector de los sueños de todos”; un fenómeno que encuentra eco en el ascenso de un culto en torno a Xi Jinping en la China actual.

Wu señala que el estilo de ejercicio del poder en China bajo el mando de Xi ha producido múltiples paradojas. Estas incluyen la incapacidad de abordar problemas económicos a pesar del control absoluto del gobierno, y el aumento de los índices de delitos violentos en paralelismo con el endurecimiento del control social. “A pesar de la apariencia de solidez política, el régimen de Xi está profundamente marcado por una vulnerabilidad estructural que podría intensificarse con el tiempo”, resume Wu desde su análisis.

La reflexión de Wu, basada en años de investigación sobre liderazgo y política china, pone en evidencia no solo los dilemas internos dentro del régimen de Xi Jinping, sino también patrones históricos que han definido estos modelos de ejercicio del poder en regímenes comunistas.