Roma: un turista ebrio se arrojó a la Fontana di Trevi: fue multado con 500 euros y vetado de por vida

Cada año, la policía sanciona a una docena de visitantes por sumergirse en el emblemático monumento o introducir objetos en el agua

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El salto ocurrió durante la
El salto ocurrió durante la noche del domingo y desató una persecución policial en el lugar (EFE/Álvaro Padilla)

La Fuente de Trevi, una de las atracciones más icónicas de Roma, volvió a ser escenario de un incidente protagonizado por un turista. La capital italiana sumó muchos casos similares en los últimos años.

Un hombre de 30 años, originario de Nueva Zelanda, fue multado con 500 euros y prohibido de por vida de la fuente tras lanzarse al agua en la noche del domingo, según informó la Policía de la Capital de Roma a la cadena de noticias de Estados Unidos, CNN.

Un salto que costó caro

El suceso tuvo lugar cuando tres turistas neozelandeses fueron interceptados por la policía mientras se acercaban al monumento.

Las autoridades romanas informaron que
Las autoridades romanas informaron que el alcohol influyó en la conducta del turista (REUTERS/Yara Nardi/Archivo)

Al ser escoltados fuera del área, uno de ellos logró zafarse de los agentes y saltó al agua, desafiando las estrictas normas de conservación del sitio. La policía lo persiguió y logró detenerlo rápidamente.

El vocero de la policía romana señaló a CNN que el alcohol jugó un papel clave en el comportamiento del hombre. Como resultado, las autoridades le impusieron una multa y una prohibición permanente para visitar el emblemático monumento barroco.

Un problema recurrente

No es la primera vez que la Fuente de Trevi se convierte en escenario de actos de turismo irresponsable. Cada año, la policía de Roma sanciona a una docena de visitantes por sumergirse en la fuente o introducir objetos en el agua, desde botellas hasta los pies.

Además, el monumento es blanco frecuente de intentos de robo de monedas, ya que aproximadamente 1,5 millones de euros son arrojados anualmente por los turistas como parte de la tradición de la “moneda de la suerte”.

El dinero es recolectado diariamente y donado a causas benéficas, pero los ladrones buscan sustraer parte de este monto para usarlos ellos mismos.

Un monumento con historia y medidas de control

Construida en 1762, la Fuente de Trevi es una obra maestra del barroco romano y fue objeto de múltiples restauraciones. En 2024, las autoridades invirtieron 330.000 dólares en una limpieza exhaustiva, que incluyó el drenaje de la fuente para reparar el mármol dañado, informó CNN.

Para proteger la estructura y evitar aglomeraciones, en 2024 también se estableció un límite de 400 visitantes simultáneos en la zona. El acceso está regulado y se restringe al horario de 9:00 a 21:00 horas. Sin embargo, habrá ajustes específicos en ciertos días para facilitar tareas de mantenimiento y recolección de monedas.

El monumento barroco fue sometido
El monumento barroco fue sometido a una limpieza intensiva con un costo de 330.000 dólares (EFE)

Lunes y viernes el horario de apertura es a partir de las 11 horas, debido a las operaciones de recogida de monedas. Cada segundo lunes del mes el acceso de 14 a 21 horas para el vaciado y limpieza del tanque.

Además, el Ayuntamiento de Roma estudia la posibilidad de cobrar una pequeña tarifa para ingresar al área, como medida adicional para gestionar el flujo de turistas.

Según Claudio Parisi Presicce, responsable de los bienes culturales del Ayuntamiento de Roma, estos trabajos se realizaron con un enfoque detallista para eliminar elementos que habían deteriorado el monumento.

Fue un trabajo minucioso de limpieza, eliminación de elementos de degradación, maleza e incrustaciones de cal”, explicó Presicce en una entrevista con el medio AFP-TV

El caso del turista neozelandés es un ejemplo más de los desafíos que enfrentan las ciudades históricas frente al turismo masivo y los comportamientos inadecuados. Que entorpecen y estropean los esfuerzos por mantener en condiciones los monumentos históricos.

Aunque la Fuente de Trevi ha sido inmortalizada en el cine, con escenas icónicas como la de Anita Ekberg en “La Dolce Vita” (1960), la realidad es que bañarse en sus aguas puede tener consecuencias más severas que un simple recuerdo de viaje, por más que aquel filme sea una inspiración para varios.