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La historia de Laura Dekker es un testimonio de coraje, perseverancia y el cumplimiento de un sueño que parecía inalcanzable. Con solo 16 años, logró dar la vuelta al mundo en solitario, enfrentando desafíos que pondrían a prueba incluso a los navegantes más experimentados.
Su pasión por el mar nació durante un viaje en velero junto a sus padres, una experiencia que despertó en ella el deseo de alcanzar un récord histórico. Desde entonces, se propuso convertirse en la persona más joven en completar esta travesía en solitario, desafiando obstáculos y superando cualquier límite impuesto por su edad.
La vida de Laura se formó con la pasión por el mar, la superación de adversidades y la constante búsqueda de independencia. A lo largo de su travesía, tanto en el plano físico como emocional, su determinación y su amor por la navegación la empujaron a forjar una historia única.
Cómo nació la idea
Nacida durante el viaje alrededor del mundo que su familia realizó por mar, el destino parecía haberle mandado una clara señal a Laura. A pesar de la separación de sus padres cuando ella tenía seis años, fue en el astillero donde su padre trabajaba, en los Países Bajos, donde encontró un terreno fértil para desarrollar su pasión por la navegación.
Con tan solo ocho años e influenciada por las memorias de la navegante estadounidense Tania Aebi, Maiden Voyage, comenzó a planificar su propio viaje alrededor del mundo. La lectura de este libro, que narraba la aventura de esta mujer en solitario, encendió en ella el deseo de seguir sus pasos.
Desde ese momento, comenzó a ahorrar y a navegar siempre que le era posible, con el sueño de hacer realidad la travesía que la llevaría a cruzar los océanos del mundo.
A los 13 años, como primera prueba, Laura se animó a cruzar sola el canal de la Mancha con el agregado de que no le informó a sus padres por miedo a que no la dejaran hacerlo. No obstante, este fue solo un primer paso en el camino hacia su gran meta, aunque, como relató más adelante, la verdadera aventura comenzaba al pensar en dar la vuelta al mundo en velero.
El desafío de cumplir la travesía
Los papás de Laura, inicialmente, se resistieron a la idea que les había acercado su hija. A pesar de haber crecido rodeada de barcos y mar, la idea de un viaje tan audaz provocó dudas y temores en sus progenitores. Sin embargo, ella no dejó que esas preocupaciones la detuvieran y, después de conversaciones difíciles, logró convencerlos de que este viaje formaba parte de su destino.
En medio de la planificación para navegar por todo el mundo, Laura se enfrentó -repentinamente- a una situación inesperada luego de que los servicios sociales, al enterarse de su proyecto, intervinieran en su vida para retirarle la custodia a su padre.
Estos argumentaron que la decisión de que su hija adolescente viajara sola por los océanos no era apropiada, desencadenando un asunto mediático y controvertido que le sumó presiones a su meta.
La misma Laura, en una entrevista a The Guardian, relató que la reacción pública fue más fuerte de lo que se esperaba. “Fue peor que cualquier tormenta a la que me haya enfrentado: la gente dejó comentarios en Internet que decían: ‘Espero que mueras’. Fue un verdadero shock. Por suerte, después de ocho juicios, mi padre recuperó la custodia“, relató.
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El viaje alrededor del mundo
En agosto del 2010, con apenas 14 años, Laura inició un viaje en solitario alrededor del mundo a bordo de su velero “Guppy”. Partió desde los Países Bajos hacia Gibraltar, donde su padre la acompañó para preparar el barco y evaluar su capacidad de navegar sola. Desde allí, emprendió su travesía enfrentando emociones mixtas: entusiasmo y nerviosismo que dificultaron sus primeros días en alta mar.
Su itinerario incluyó destinos como las Islas Canarias, el Atlántico, el Pacífico y el Estrecho de Torres. Entre los mayores retos estuvo rodear África por el cabo de Buena Esperanza antes de finalizar en el Caribe, en Sint Maarten, el 21 de enero del 2012.
Durante 518 días, realizó más de 20 paradas para reabastecerse, reparar su velero e incluso trabajar, viviendo una experiencia llena de libertad y enriquecedores encuentros.
Y además, a los 16 años, se convirtió en la persona más joven en dar la vuelta al mundo en solitario. Al cruzar esa línea de meta, el logro fue monumental no solo por la hazaña en sí, sino también por todo lo que implicaba: la resistencia, la determinación y el coraje necesarios para enfrentar los desafíos del océano y la adversidad.
Su reflexión tras el logro
Aunque experimentó haber alcanzado su objetivo, Laura no tuvo la tristeza o el vacío que muchos podrían esperar de una persona que acaba de cumplir un sueño tan grande. De hecho, comentó que no le preocupó que su travesía se hubiera terminado: “Me sentí preparada para empezar mi vida”.
El viaje le brindó una sensación de logro y de madurez, algo que la impulsó a dar un paso hacia nuevas etapas en su vida. Para entonces, ya había tomado la decisión de continuar su vida en Nueva Zelanda, el país donde nació.
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Cómo siguió la vida de Laura tras su objetivo
Se estableció en Nueva Zelanda, donde, junto a su pareja Sander, con quien tiene dos hijos, fundó una organización dedicada a enseñar navegación a adolescentes.
Su fundación tiene un enfoque en el trabajo en equipo y la comunicación, elementos esenciales en la vela, y busca fomentar la aceptación entre jóvenes de diferentes orígenes.
A través de esta iniciativa, Laura sigue compartiendo su pasión por el mar y las lecciones de su experiencia con las generaciones más jóvenes, enseñándoles que los sueños, por más difíciles que parezcan, siempre son alcanzables con determinación y valentía.