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La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), con sede en Roma, enfrenta un momento crítico en su relación con Estados Unidos, su principal contribuyente financiero.
Según reportes recientes, un grupo de legisladores estadounidenses ha instado al gobierno a reconsiderar su membresía en la organización, citando preocupaciones sobre el liderazgo del actual Director General, el chino Qu Dongyu, y las reformas propuestas que podrían fortalecer la influencia de la República Popular China en detrimento de los intereses estadounidenses.
De acuerdo con lo publicado por medios estadounidenses, la administración de Donald Trump ha ordenado una revisión exhaustiva de su participación en organismos internacionales, incluyendo la FAO, bajo el argumento de que algunas de estas entidades han comenzado a actuar en contra de los intereses del país. Esta decisión se enmarca en una política más amplia que también afecta a otras agencias de la ONU, como la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, la UNESCO y la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA).
El liderazgo de Qu Dongyu, quien asumió su segundo mandato como Director General de la FAO en julio de 2023, ha sido objeto de controversia. Según informaron medios estadounidenses, Qu ha presentado una propuesta para extender el mandato del Director General de dos periodos de cuatro años a un único periodo de seis años seguido de otro de cuatro, lo que totalizaría diez años en el cargo. Este cambio, según un documento interno de la FAO, busca alinear los términos de liderazgo con los de otras agencias de la ONU, como la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la OMS, y atraer a candidatos altamente calificados.
Además, la propuesta incluye un aumento salarial para el Director General, cuyo salario actual es de 265.910 dólares anuales, más una asignación de representación de 50.000 dólares. El ajuste, según el documento, reflejaría la complejidad del cargo, especialmente considerando las responsabilidades del Director General sobre el Programa Mundial de Alimentos (PMA), una agencia de la ONU originalmente establecida por la FAO en la década de 1960.
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Sin embargo, estas reformas han generado preocupación entre legisladores estadounidenses, quienes consideran que podrían consolidar aún más la influencia de China en la FAO y debilitar el liderazgo agrícola de Estados Unidos a nivel global. En una nota oficial, los congresistas instaron a rechazar cualquier propuesta que socave la eficiencia de las organizaciones relacionadas con la alimentación y la agricultura, enfatizando la necesidad de mantener a los agricultores y productores estadounidenses como líderes mundiales en el sector.
Estados Unidos es el mayor contribuyente de la FAO, aportando 64 millones de dólares, lo que representa el 22% del presupuesto regular de la organización. Además, en 2022, el país realizó contribuciones voluntarias que ascendieron a 390 millones de dólares, destinados a programas específicos como el apoyo a agricultores en Afganistán y ganaderos en Zimbabue.
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No obstante, las tensiones entre la FAO y el PMA, liderado por funcionarios estadounidenses desde 1992, han aumentado en los últimos años. Mientras que el PMA manejó un presupuesto de 8.300 millones de dólares en 2023, el presupuesto bienal de la FAO para 2022-2023 fue de 3.250 millones de dólares. Estas diferencias presupuestarias han alimentado las disputas sobre el control y la autoridad entre ambas agencias.
La relevancia de la FAO ha crecido en el contexto de crisis globales, como las guerras en Ucrania y Oriente Medio, que han exacerbado los problemas de seguridad alimentaria. Según lo reportado, la organización desempeña un papel clave en la definición de estándares internacionales de seguridad alimentaria y estrategias para combatir el hambre y el cambio climático.
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Sin embargo, el liderazgo de Qu Dongyu ha sido criticado por su postura frente a conflictos internacionales. En abril de 2022, dos meses después de la invasión rusa a Ucrania, la revista Foreign Policy señaló que Qu evitó criticar a Moscú, a pesar de los ataques a granjas y silos ucranianos que agravaron la crisis alimentaria global. Más recientemente, en octubre de 2023, tras una reunión con el ministro ucraniano de Política Agraria y Alimentación, Vitaly Koval, la FAO emitió un comunicado que se refirió al conflicto como una “guerra”, pero sin mencionar a Rusia como el agresor.
Entre las especulaciones que rodean esta propuesta, se encuentra la posibilidad de que Qu busque hacerla retroactiva, lo que le permitiría extender su propio mandato hasta un total de diez años. Esta medida, junto con el aumento salarial y el control ampliado sobre el PMA, forma parte de un esfuerzo más amplio por consolidar su autoridad dentro de la FAO.
En este contexto, la decisión de Estados Unidos sobre su permanencia en la FAO podría tener implicaciones significativas para el futuro de la organización y su capacidad para abordar los desafíos globales en materia de alimentación y agricultura.