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El director del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), Rafael Grossi, visitará este miércoles la central nuclear de Fukushima, en Japón, para supervisar la descontaminación de su suelo.
Será el quinto viaje del experto al país desde su llegada al cargo, aunque el primero a las instalaciones de almacenamiento provisional de suelo contaminado de la planta.
“En momentos en que Japón emprende un retorno gradual de la energía nuclear a su mix energético, es importante que esto se haga con total seguridad y con la confianza de la sociedad”, aseguró Grossi en la antesala de la visita.
La central nuclear de Fukushima se vio afectada por el tsunami del 11 de marzo de 2011 que, consecuencia de un terremoto de magnitud 9, pasó a la historia como uno de los peores accidentes nucleares.

Entonces, la central quedó completamente inundada y los expertos debieron operar contrarreloj para contener los daños y evitar una explosión atómica similar a la de Chernobyl.
Sin embargo, más de una década más tarde, las autoridades buscan concluir con las obras de descontaminación del suelo, con miras a poder destinar estos recursos seguros a nuevos proyectos.
Las tareas abarcaron la inspección de más de 9.000 kilómetros cuadrados de suelo y el retiro de unos 13 millones de metros cúbicos de tierra -unas 4.300 piletas olímpicas- y otros 300.000 metros cúbicos de residuos.
De las sumas apartadas, las autoridades esperan poder reciclar al rededor del 75 por ciento que, de garantizarse que tengan una tasa de radioactividad baja, se utilizarán en nuevas estructuras de ingeniería civil.
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En tanto, la tierra restante, que no pueda ser utilizada por su alta contaminación, debería ser eliminada antes de 2045.
A la par de esto, Grossi verificará el avance del vertido controlado del agua descontaminada de la misma central en aguas del océano Pacífico.
Esta iniciativa comenzó en 2023, tras verificarse que no era dañino para el medio ambiente, aunque igualmente generó desconfianza y críticas entre la sociedad.
Es por ello que, en esta oportunidad, el experto, junto a colegas de China y Corea del Sur, tomará muestras de agua marina y peces “para incrementar la transparencia” del proceso.
Asimismo, el OIEA recordó su informe de septiembre en el que aseguró que “el enfoque de Japón para el reciclaje y la eliminación del suelo y los residuos radiactivos son coherentes con las normas de seguridad del OIEA”.
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La agenda de Grossi también lo llevará a la planta nuclear de Kashiwazaki-Kariwa (KK), la mayor del mundo por su capacidad de 8.000 megavatios (MW).
La KK permanece inoperativa desde el apagón nuclear ordenado por las autoridades niponas tras el desastre atómico; sin embargo, el pasado abril, el Gobierno anunció que, gracias a unas modificaciones de seguridad, se había reiniciado la carga de combustible en la planta con miras a restablecer su uso como pieza clave de su iniciativa para la reducción de emisiones.
Exactamente, el Ejecutivo aspira a que las energías renovables supongan la mayor fuente de producción de Japón hacia 2040 y, a la par, aprovechar al máximo la energía nuclear hasta llegar casi al nivel previo al accidente de Fukushima.
(Con información de AFP y EFE)