A 500 días del 7 de octubre de 2023, el sol del desierto arde sin piedad sobre Be’eri, un kibutz que, a simple vista, parece un remanso de calma: calles angostas, casas bajas, jardines bien cuidados. Pero en su historia resuenan ecos de guerra y resistencia. Fundado en 1946 por pioneros sionistas en el árido Negev occidental, Be’eri ha estado siempre en la primera línea del conflicto.
Ubicado a apenas 4,5 kilómetros de la Franja de Gaza, la comunidad fue uno de los blancos más castigados en el ataque del 7 de octubre de 2023. Aquella mañana, terroristas de Hamas irrumpieron en el kibutz, masacrando a más de 130 personas y secuestrando a 32. Algunos han regresado, vivos y muertos; siete siguen en cautiverio y los cuerpos de seis asesinados continúan en manos de los terroristas.
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Este lunes, 500 días después del ataque, los habitantes de Be’eri volvieron a recorrer sus calles. Marchaban con pancartas, listones amarillos y banderas de Israel. Avida Bachar, sobreviviente del asalto, caminaba al frente. Perdió a su esposa y a su hijo ese día, y su voz resonaba con dolor y determinación:
“Hemos esperado 500 días sin respuestas. Miramos hacia Gaza y nada ha cambiado. Siguen allí, los mismos terroristas, menos de 80 rehenes… No sé cuántos de ellos siguen con vida. Debemos traerlos de vuelta ya”.
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La comunidad, que aún llora a sus muertos, también exige la vuelta de los secuestrados. Reuma Tarshansky, madre de la rehén liberada Gali Tarshansky, se sumó al reclamo:
“Volvimos a Be’eri porque aquí nacimos, aquí amamos. Pero también aquí vivimos el peor horror. Desde nuestro hogar, gritamos: traigan a todos de vuelta, vivos o muertos”.
El dolor en Be’eri no es el único. A lo largo de Israel, las calles fueron tomadas por manifestantes que, con rabia y esperanza, exigieron el regreso de sus seres queridos.
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Ohad Ben Ami, de 56 años, volvió a Israel después de 16 meses de cautiverio en Gaza. Su cuerpo delgado y su mirada agotada eran testimonio del horror vivido. Este lunes, en una reunión con el presidente Isaac Herzog, pidió a los israelíes seguir en las calles exigiendo la liberación de los rehenes. “Nadie puede quedarse en casa esperando que otro haga el trabajo por ellos”, dijo, mientras Herzog reafirmaba: “Queremos que todos y cada uno de ellos regresen a casa lo antes posible”.
Ben Ami fue secuestrado en Be’eri el 7 de octubre de 2023 junto a su esposa, Raz Ben Ami, liberada meses atrás. Su regreso, junto a Eli Sharabi y Or Levy, quedó grabado en la memoria de Israel: televisados en vivo, los tres hombres emergieron en Deir al-Balah, Gaza, escoltados por terroristas enmascarados. Su aspecto demacrado recordó al país que el tiempo se agota para quienes aún siguen en cautiverio.
500 minutos de ayuno y un país en protesta
En Tel Aviv, la protesta tuvo un nuevo símbolo: un ayuno de 500 minutos en solidaridad con los rehenes. La Plaza de los Rehenes se llenó de familias, activistas y ciudadanos que no están dispuestos a olvidar. Entre ellos, Levi Ben-Baruch, tío del rehén israelí-estadounidense Edan Alexander, con su chal de oración al viento, levantó la voz en una súplica colectiva:
“¡Por favor, sálvanos!”, exclamó citando la liturgia de los días de ayuno judío. Ellos llevan 500 días de ayuno. Que la nación entera ayune con ellos.
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El Foro de Rehenes y Familias Desaparecidas, organizador de los eventos, convocó marchas, bloqueos de carreteras y manifestaciones en todo el país. Desde temprano, las calles de Tel Aviv fueron interrumpidas por cientos de manifestantes que bloquearon la céntrica avenida Namir, exigiendo respuestas. En Jerusalén, otro grupo de familiares y activistas se concentró frente a la carpa de protesta instalada en la calle Azza, cerca de la residencia del primer ministro Benjamin Netanyahu. Desde allí, iniciaron una marcha hacia la Knesset, el Parlamento israelí.
Entre los manifestantes estaba Ohad Ben Ami, quien pasó 16 meses como rehén en Gaza y fue liberado hace apenas unos días. Aún con el rostro demacrado, no dudó en llamar a la movilización:
“Lo que me sostuvo allá fue saber que afuera luchaban por mí. Ahora es nuestra responsabilidad hacer lo mismo por quienes siguen allí”.
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El grito “tráiganlos a casa ahora” se repetía en carteles, camisetas y labios apretados. A lo largo del día, el clamor de los familiares se hizo más fuerte. Maccabit Meyer, tía de los rehenes Ziv y Gali Berman, lo resumió con una frase desgarradora:
"El día 500 no es diferente de cualquier otro día. Seguimos esperando".
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Un país en vilo
En Gaza, 70 rehenes israelíes permanecen secuestrados. De ellos, al menos 35 están muertos, según el ejército israelí. En la primera fase del acuerdo de alto el fuego —que entró en vigor el 19 de enero de 2025— fueron liberados 19 rehenes a cambio de 1.900 presos palestinos. Pero para las familias, eso no es suficiente.
La incertidumbre persiste. En la Plaza de los Rehenes, en Be’eri, en Jerusalén y en otras ciudades del país, el mensaje es claro: cada día que pasa, cada hora que transcurre, es una cuenta regresiva para los secuestrados.