Múnich se puso en alerta este jueves luego de que, pasadas las diez de la mañana, un auto embistió contra un grupo de trabajadores que se manifestaba en la calle.
El conductor del Mini Cooper blanco usado en el ataque fue identificado por los medios locales como Farhad N., un afgano de 24 años.
Según registros policiales, el joven nació en Kabul en 2001 y llegó a a Alemania en 2016 en el marco de las políticas de inmigración flexibles promovidas por Angela Merkel. A su llegada, presentó ante la Oficina Federal de Migración y Refugiados una solicitud de asilo que le fue negada, aunque no fue deportado dado que le fue otorgado un permiso de tolerancia por la situación humanitaria en Afganistán, que protege a un inmigrante de su expulsión aunque sin que reciba un permiso de residencia formal.
Farhad N. era conocido por las autoridades alemanas, que alertaron que el de este jueves fue solo uno de los delitos que el joven había cometido; su historial incluía causas por robo y tráfico de drogas. Además, el medio local Der Spiegel aseguró que se encontraron mensajes islamitas publicados en sus redes sociales antes del ataque de este jueves, aunque este dato no fue confirmado por la Policía.
Por todas estas cuestiones, los investigadores consideran que no se trató de un accidente sino de un acto premeditado. “Hay indicios de un trasfondo extremista”, dijo un portavoz de la Oficina Central de Lucha contra el Terrorismo a Infobae.
La secuencia ocurrió cerca de las 10:30 hora local, en las cercanías de la estación central de tren de Múnich.
En una de las calles, un grupo de cerca de mil personas del sindicado Ver.di estaba reclamando por mejoras salariales para el rubro y fue sorpresivamente embestido por un Mini Cooper, que sorteó un control policial y circuló a máxima velocidad entre la gente. Este atropello masivo dejó al menos 30 heridos, entre ellos, algunos niños.
Enseguida, las fuerzas de seguridad allí presentes dispararon contra el auto y, tras unos instantes, lograron que frenara la marcha y detuvieron al conductor.
El canciller Olaf Scholz repudió lo ocurrido y aseguró que Alemania no tolerará actos del estilo y la Justicia será firme en su condena contra el extranjero.
“Este autor no puede esperar ninguna indulgencia. Hay que castigarlo y debe abandonar el país. Debe quedar claro que la Justicia actuará con firmeza contra el autor, utilizando todos los medios a su alcance”, dijo Scholz durante un acto político.
“Quien cometa un delito en Alemania, no solo será severamente castigado y enviado a prisión, sino que además deberá saber que no podrá permanecer en el país”, sumó insistiendo en la deportación del sospechoso.
En el mismo tono se pronunció la ministra del Interior, Nancy Faeser, que adelantó que buscará aumentar las expulsiones a Afganistán tras lo ocurrido. “Tenemos que continuar con las deportaciones, incluso a Afganistán, un país muy difícil. Haremos todo lo posible para consegurlo”, sostuvo.
El incidente ocurrió a diez días de las elecciones -previstas para el próximo 23 de febrero- en las que la inmigración ocupa uno de los lugares centrales de los debates y las agendas de campaña.
El líder opositor y favorito en las encuestas, Friedrich Merz, también aprovechó lo ocurrido para prometer que trabajará por “la seguridad de las personas”, que será su “prioridad” en caso de ser electo.
“Impondremos la ley y el orden. Todos tienen que volver a sentirse seguros en nuestro país. Algo tiene que cambiar en Alemania”, dijo luego de haber asegurado, en el último tiempo, que dará un giro a la política migratoria y cerrará inmediatamente las fronteras a los solicitantes de asilo.
(Con información de EFE)
