A lo largo de la historia, Egipto ha sido escenario de hallazgos arqueológicos que han cambiado la comprensión de su pasado. Las pirámides, testigos silenciosos de una civilización fascinante, han sido objeto de innumerables estudios. Sin embargo, aún quedan secretos ocultos bajo la arena, lo que sigue alimentando el interés por esta enigmática cultura.
Un reciente descubrimiento en la necrópolis de Dahshur reavivó el interés por las construcciones funerarias del Antiguo Egipto: una pirámide que se creía perdida durante miles de años fue encontrada por un grupo de trabajadores de una cantera.
Dahshur es una de las necrópolis reales más importantes de Egipto, situada a unos 40 kilómetros al sur de El Cairo. A diferencia de la meseta de Giza, donde se erigen las famosas pirámides de Keops, Kefrén y Micerinos, Dahshur alberga construcciones menos conocidas, pero igualmente significativas.
Entre ellas se destacan la Pirámide Roja y la Pirámide Acodada, ambas construidas durante el reinado del faraón Snefru, fundador de la IV Dinastía.
Cómo fue el hallazgo de los arqueólogos
En esta región, donde yacen los restos de gobernantes y figuras de alto rango del Antiguo Egipto, el descubrimiento de una nueva pirámide sorprendió a los expertos.
El hallazgo se produjo cuando los obreros se toparon con una base de bloques de piedra caliza cuidadosamente dispuestos. Al notar la singularidad de la estructura, dieron aviso inmediato al Ministerio de Turismo y Antigüedades de Egipto. La noticia captó rápidamente la atención de los arqueólogos, quienes se trasladaron al lugar para investigar.
Qué encontraron dentro de la pirámide
Tras recibir la notificación de los trabajadores de la cantera, el Ministerio de Turismo y Antigüedades de Egipto autorizó la exploración del sitio. Un equipo de expertos ingresó por primera vez al interior de la estructura, registrando cada paso en el documental El Misterio de la Pirámide Perdida, emitido por el Canal Smithsonian.
Las primeras imágenes revelaron un pasillo de entrada con un techo abovedado, un rasgo arquitectónico poco común en las pirámides conocidas hasta el momento. Este pasillo conducía directamente hacia la cámara funeraria, el corazón de la tumba.
El acceso principal seguía aparentemente sellado, lo que generó expectativas sobre el posible hallazgo de tesoros o restos humanos intactos, destacaba entre los comentarios de los expertos.
A pesar de que la pirámide parecía estar sellada desde hace 4000 años, el interior ofrecía un panorama completamente distinto. Cuando los arqueólogos lograron acceder a la cámara funeraria, se encontraron con un escenario de caos: bloques desplazados, estructuras dañadas y una total ausencia de objetos valiosos. Este descubrimiento generó un desconcierto inmediato entre los investigadores.
Los expertos llegaron a la conclusión de que la tumba había sido saqueada en algún punto de la historia, posiblemente durante la Antigüedad. No obstante, lo más sorprendente era que, después del saqueo, alguien se tomó el trabajo de volver a sellar la pirámide. Para evitar nuevos robos, se agregó una piedra angular en la cúspide, reforzando la seguridad de la estructura.
Por qué este descubrimiento que podría cambiar la historia
La gran incógnita sobre la pirámide perdida de Dahshur giraba en torno a su ocupante original. Tras un minucioso estudio, lograron descifrar un nombre que no figuraba en los registros históricos conocidos: la Princesa Hatshepsut, una heredera real de la XIII Dinastía del Antiguo Egipto.
Además, la ausencia de referencias previas sobre ella hizo que el hallazgo cobrara aún más relevancia, ya que su existencia era completamente desconocida hasta ese momento.
El descubrimiento de esta pirámide representa un nuevo capítulo en la arqueología egipcia y refuerza la idea de que aún quedan muchos secretos por desvelar bajo la arena del desierto.
Su hallazgo no solo aporta información sobre las estructuras funerarias de la época, sino que también plantea interrogantes sobre la historia de la dinastía y sus figuras menos documentadas.