En la ciudad de Otaru, ubicada en la isla japonesa de Hokkaido, el turismo ha pasado de ser un motor económico a convertirse en una fuente de conflicto. La pequeña localidad, conocida por sus paisajes invernales y por ser escenario de la película Love Letter (1995), ha experimentado un incremento de visitantes extranjeros que generó dificultades. Este fenómeno llevó a las autoridades a tomar medidas estrictas para controlar el sobredesarrollo turístico, especialmente después de la muerte de una visitante que intentaba tomarse fotos en las vías del tren.
Un destino de ensueño con desafíos crecientes
Con una población de 100.000 habitantes, Otaru recibió 98.678 turistas internacionales en 2023, la cifra más alta registrada. Este número no contempla a quienes visitan la ciudad por el día desde Sapporo, la capital de Hokkaido, situada a 40 kilómetros de distancia.
El principal atractivo de Otaru es su atmósfera invernal, con calles cubiertas de nieve y una arquitectura que evoca una postal japonesa clásica. La película Love Letter, de Shunji Iwai, ha influido en la promoción del turismo en la zona. Un lugar particularmente afectado es Funamizaka, un barrio elevado que ofrece una vista panorámica del Mar de Japón y que se ha convertido en un punto de peregrinación para los fanáticos del cine.
El aumento del turismo ha traído consigo conductas inadecuadas por parte de los visitantes. Algunos ingresan a propiedades privadas sin permiso, bloquean calles para tomar fotografías y dejan basura en espacios públicos. La situación se agravó en enero de 2024 con la muerte de una turista de Hong Kong, de 61 años, quien fue atropellada por un tren mientras intentaba capturar una imagen en la estación de Asari.
Medidas de control y el desafío del sobredesarrollo turístico
En respuesta a estos problemas, las autoridades de Otaru han desplegado guardias de seguridad en Funamizaka para recordar a los turistas que está prohibido invadir propiedades privadas, bloquear el tráfico y arrojar basura. Además, se han instalado carteles de advertencia en inglés, chino y coreano para garantizar que las reglas sean comprendidas por todos los visitantes.
La policía local también ha aumentado su presencia en la ciudad durante horarios pico y ha implementado multas para quienes incumplan las normas. Estas medidas estarán vigentes hasta el 31 de marzo, coincidiendo con el final de la temporada alta de turismo invernal.
El problema del sobreturismo no se limita a Otaru. En otras regiones de Japón, las comunidades han tomado medidas drásticas para proteger su calidad de vida. En 2023, en el pueblo de Fujikawaguchiko, a los pies del Monte Fuji, se instaló una pantalla negra para bloquear un punto fotográfico en un convenience store, donde los turistas generaban caos al buscar la mejor toma del icónico volcán.
Otro ejemplo es Ginzan Onsen, una localidad famosa por sus aguas termales y sus edificios de la era Edo. En diciembre de 2023, las autoridades comenzaron a limitar la entrada a visitantes sin reserva de hospedaje durante la temporada alta. A su vez, lugares icónicos como el Castillo de Himeji están considerando aumentar sus tarifas de ingreso para frenar el número de turistas y generar ingresos para el mantenimiento del sitio.
El turismo masivo en Japón continúa siendo un tema de debate. Mientras algunos argumentan que la llegada de viajeros extranjeros resulta esencial para la economía local, otros sostienen que, sin una regulación adecuada, la afluencia de visitantes puede alterar la identidad y la vida cotidiana de los habitantes. Otaru, con sus nuevas regulaciones, se ha convertido en un caso emblemático de cómo una ciudad puede tomar medidas para equilibrar el atractivo turístico con la calidad de vida de sus residentes.