Una investigación independiente reveló 67 casos de abuso sexual perpetrados por miembros del clero en la diócesis italiana de Bolzano-Bressanone desde 1964, incluyendo un caso particularmente perturbador donde un sacerdote ofició el funeral de su presunta víctima. El estudio representa un hito en la Iglesia italiana, que se ha mantenido rezagada respecto a otros países católicos como España, Portugal y Polonia en enfrentar los casos de pederastia.
El informe de 631 páginas, el primero de su tipo en Italia, fue presentado el pasado 20 de enero por Ivo Muser, obispo de la diócesis que abarca la región nororiental de Tirol del Sur. El religioso pidió perdón por los abusos y reconoció las fallas institucionales en el manejo de estos casos. “Asumo personalmente la responsabilidad por las omisiones durante mi episcopado, no hubo suficiente control sobre los sacerdotes sospechosos”, declaró Muser en una conferencia de prensa. Reconoció que hubo “reticencias” para “tomar medidas preventivas contra los sacerdotes acusados”.
La investigación, realizada por el bufete de abogados Westpfahl Spilker Wastl con sede en Múnich, documentó 59 víctimas confirmadas, en su mayoría casos “probables o probados”, y 16 casos adicionales que permanecen bajo investigación. Los perpetradores identificados incluyen 24 sacerdotes y religiosos, revelando lo que los investigadores denominaron “deficiencias sistémicas” en la Iglesia católica.
Según las conclusiones, el 51% de las víctimas eran mujeres.
“Estos datos muestran claramente que en el pasado, en todas las zonas de habla alemana hasta 2010, la gestión de los casos de abusos sexuales fue un fracaso general y altamente sistémico”, según el informe, con líderes de la Iglesia que no lograron “comprender el dolor sufrido por las personas implicadas”.
Los hallazgos contrastan dramáticamente con las estadísticas nacionales oficiales de la Iglesia italiana, que solo reportó 100 acusados en total durante 2022 y 2023, cifras que las asociaciones de víctimas han criticado como inverosímiles. Por su parte, la organización Rete L’Abuso contabiliza actualmente 338 casos en todo el país: 168 sacerdotes condenados y 170 acusados pendientes de resolución.
Los casos más perturbadores
Entre los casos más alarmantes, el informe detalla el de un sacerdote que en la década de 1960 ya había llamado la atención de sus superiores por su comportamiento hacia “alumnas”, pero no fue removido del ministerio pastoral hasta 2010, permitiéndole abusar de niñas durante casi medio siglo.
Otro de los casos más perturbadores es el de un cura que llegó a oficiar el funeral de su presunta víctima.
El agresor ya era conocido por los superiores diocesanos en los años 60 por su “dificultad con los jóvenes hombres de 14-17 años”, hasta que a mediados de los 90 una de sus presuntas víctimas se suicidó.
“En la parroquia surgieron rumores que apuntaban a que el suicidio estaba causado por los abusos sufridos cuando era niño por el juicio”, señala el informe.
La documentación recabada asegura que el sacerdote agresor logró oficiar el funeral de su propia víctima, a pesar de que el entonces vicario diocesano, Josef Michaeler, le pidió que no lo hiciera.
“A pesar de las disposiciones del vicario, el sacerdote presidió los funerales del joven profesor, provocando así una escalada de las controversias internas en la parroquia, hasta la fecha solo latentes”, se recuerda en el documento.
También se admiten hechos mucho más recientes, como el de un cura responsable de dos parroquias condenado en el año 2000 por poseer material pedopornográfico y que, tras solo tres años con la condicional, fue de nuevo encargado de oficiar misas.
El informe revela que 15 sacerdotes continuaron en servicio activo tras ser denunciados, siendo simplemente transferidos a otras parroquias, y dos de ellos fueron enviados al extranjero.
“Carencias sistémicas”
El vicario general, Eugen Runggaldier, dijo que los casos de abuso en la Iglesia “no pueden ser considerados como episodios aislados” y atribuyó estos patrones a “carencias sistémicas” específicas, incluyendo “la sexualidad inmadura, el aislamiento de los sacerdotes, las estructuras clericales, la falta de una cultura del error y la insuficiente transparencia”.
La investigación critica severamente la gestión anterior a 2010, particularmente durante el período del obispo Wilhelm Egger (1986-2008) y los vicarios Josef Michaeler y Josef Matzneller, señalando que el 43% de los casos ya eran conocidos por la cúpula diocesana antes de ese año.
Los 41 clérigos acusados —incluyendo siete de órdenes religiosas— representan el 4.1% del total de sacerdotes que han servido en la diócesis durante el período estudiado, una proporción consistente con los hallazgos en otros países.
El obispo Muser, designado por el papa Benedicto XVI en 2011, enfatizó la necesidad de un “cambio cultural” y advirtió que situaciones similares podrían repetirse si la Iglesia continúa “mirando hacia otro lado”. Como parte de las medidas correctivas, anunció una revisión y mejora de las funciones del centro de escucha, el servicio de intervención y los protocolos de prevención de la diócesis.
El papa Francisco, quien ha hecho de la lucha contra los abusos sexuales en la Iglesia una prioridad desde su elección en 2013, comentó recientemente que las medidas para enfrentar estos delitos “se están consolidando bien”, aunque advirtió que “los niños y las niñas siempre están en riesgo de sufrir abusos. Tenemos que luchar mucho”.