El príncipe heredero saudí, Mohammed Bin Salman, quiere aprovechar el vacío de poder dejado por Irán en Medio Oriente

El reino de Arabia Saudita no pierde el tiempo para llenar la vacante cómo líder regional dejada por Teherán, que ha visto la destrucción de sus apoderados, se envalentonaban sus enemigos y se diezmaba su influencia en la región

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Mohammed Bin Salman busca proyectar
Mohammed Bin Salman busca proyectar a Arabia Saudita como líder regional tras el debilitamiento de Irán. (REUTERS/Nathan Howard)

Poco después de que el jefe del ejército libanés, Joseph Aoun, fuera elegido este mes como su próximo presidente, se desplegaron pancartas gigantes de él y del príncipe heredero Mohammed Bin Salman en la fachada de un edificio en la provincia septentrional de Akkar, aclamando al gobernante de facto de Arabia Saudita como el “líder de los árabes”.

El reino, rico en petróleo, y su líder de 39 años -que apoyó a Aoun para que obtuviera la presidencia- se perfilan como uno de los mayores ganadores de las secuelas del conflicto de Gaza, que dura ya 15 meses y ha inclinado la balanza de poder en Medio Oriente en contra de su eterno rival, Irán.

Joseph Aoun, nuevo presidente del
Joseph Aoun, nuevo presidente del Líbano. (Dalati Nohra/REUTERS)

Con la entrada en vigor el domingo de un frágil acuerdo de alto el fuego, la influencia de Teherán se ha visto mermada, por ahora: sus aliados en Líbano y los territorios palestinos diezmados, su aliado sirio Bashar al-Assad depuesto y su enemigo Israel envalentonado. Arabia Saudita no pierde el tiempo para llenar el vacío.

“Este es un enfrentamiento entre un joven ambicioso que se da cuenta de que el mundo está cambiando y un clérigo anciano aferrado a una ideología anticuada que le llevó al poder”, afirma Mustafa Fahs, comentarista afincado en Beirut que procede de una familia clerical crítica con la República Islámica, en referencia al príncipe heredero saudí y al líder supremo de Irán, el ayatolá Ali Khamenei, respectivamente.

Quién prevalezca finalmente en este duelo de visiones para la región tiene grandes consecuencias, no sólo para las dos potencias implicadas, sino también para el resto del mundo, incluidos los inversores globales que apuestan por los planes del príncipe heredero de expandir la economía de Arabia Saudita y reducir su dependencia del petróleo.

El príncipe heredero quiere expandir
El príncipe heredero quiere expandir la economía de saudí y reducir su dependencia del petróleo.

MBS, como también se le conoce, es consciente de que su éxito en casa depende de que los alrededores del reino estén en relativa paz y a bordo de su impulso para alejar a la región de las guerras y los fracasos económicos hacia el desarrollo y la prosperidad, añadió Fahs. Las luchas actuales de Irán representan una gran oportunidad para acelerar ese cambio.

“El golpe ensordecedor es realmente para Irán”, afirmó Paul Salem, vicepresidente de compromiso internacional del Instituto de Oriente Medio, durante un acto en línea celebrado la semana pasada en el think tank londinense Chatham House. “Es un momento en blanco y negro y eso es lo que resuena en toda la región”.

Aun así, el reino está tratando de evitar alienar a Teherán, incluso mientras desempeña un papel activo en la configuración de las transiciones políticas en Líbano y Siria, y se prepara para “el día después” en Gaza, en términos de quién gobierna el enclave, cómo se reconstruye y las condiciones para una mayor normalización de los lazos entre Israel y los Estados árabes.

A primera vista, el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca esta semana para un segundo mandato también favorece las aspiraciones regionales de MBS, dadas sus cálidas relaciones. Pero la postura firmemente proisraelí de Trump y su promesa de aumentar la presión sobre Irán pueden complicar los planes de Riad.

Las aspiraciones regionales de Mohammed
Las aspiraciones regionales de Mohammed Bin Salman se ven favorecidas por el regreso de Trump a la Casa Blanca. (REUTERS/Kevin Lamarque)

La esfera de influencia regional de Irán se ha desmoronado desde que Hamás atacó Israel el 7 de octubre de 2023 -desencadenando una invasión israelí de Gaza que ha destruido el enclave y dejado decenas de miles de muertos-, empezando por los asesinatos de muchos de los líderes militantes más próximos a Teherán. Hamás ha sido designada organización terrorista por Estados Unidos y muchos otros países.

En Siria, el derrocamiento de Assad el mes pasado puso fin a cuatro décadas de influencia iraní sobre la familia gobernante Assad y a la posición del país del Mediterráneo oriental como eje de su llamado “Eje de la Resistencia” a Israel y Occidente. Y en el vecino Líbano, Hezbollah -que hasta hace poco dominaba el país militar y políticamente y servía de modelo para el eje de Irán- ha perdido a su cúpula dirigente y su puente con Teherán a través de Siria. Estados Unidos considera al grupo una organización terrorista desde 1997.

El príncipe heredero Bin Salman le declaró la guerra a los proxies de Irán cuando se convirtió en ministro de Defensa en 2015, antes de forjar una distensión con Teherán mediada por Irak y China hace dos años.

La caída de Bashar al-Assad
La caída de Bashar al-Assad debilitó la influencia de Irán en la región. (SANA/EuropaPress)

Aunque se ha movido con rapidez para aprovechar el repentino cambio en la suerte de Irán en la región, está actuando con cautela para no enemistarse con Teherán ni con sus propios aliados, según varias personas conocedoras de las ideas del gobernante saudí. No quisieron ser identificados para poder hablar con libertad.

Arabia Saudita se ha presentado cada vez más como el gran convocante, con su muy querido ministro de Asuntos Exteriores, el príncipe Faisal Bin Farhan, ejerciendo de anfitrión de los principales interesados regionales y occidentales en Siria la semana pasada, tras su asamblea de octubre de una “alianza global” para la solución israelí-palestina de dos Estados.

“Arabia Saudita está cosechando los beneficios de su recalibrada política exterior”, que prioriza la desescalada y contempla las relaciones exteriores principalmente a través del prisma de su multimillonario plan de transformación económica conocido como Visión 2030, afirmó Bader Al-Saif, profesor adjunto de la Universidad de Kuwait.

Visión 2030 es el plan
Visión 2030 es el plan de transformación económica impulsado por el príncipe heredero. (REUTERS/Faisal Al Nasser)

Añadió que el reino ha trabajado duro para forjar un consenso entre sus aliados árabes y musulmanes y para aprovecharlo en las interacciones con Europa y Estados Unidos mientras discuten el proyecto de ley para reconstruir Gaza, Líbano y Siria, cuyo coste se estima en decenas de miles de millones de dólares.

Las preocupaciones económicas internas limitarán lo que Arabia Saudita puede ofrecer. Los países ricos del Golfo también quieren evitar los errores del pasado, cuando donaron miles de millones de dólares a sus vecinos árabes más pobres para luego verlos dilapidados por la mala gestión y la reanudación de los conflictos.

Se espera que el próximo viaje a Arabia Saudita del recién elegido presidente libanés se centre más en las inversiones que en la ayuda financiera, según funcionarios libaneses.

Pero los retos van más allá de encontrar el dinero para reconstruir la región.

Irán sigue dominando Irak y Yemen, países fronterizos con Arabia Saudita. Además, las crecientes tensiones en torno al programa nuclear de Teherán y cualquier movimiento de escalada contra Irán por parte de Israel o Estados Unidos pueden alimentar nuevas amenazas para Riad y sus aliados del Golfo.

Los hutíes permanecen como uno
Los hutíes permanecen como uno de los aliados regionales de Teherán. (REUTERS/Khaled Abdullah)

Arabia Saudita y Turquía han colaborado estrechamente en Siria -donde Ankara lleva décadas implicada y desempeñó un papel clave en la caída de Assad-, pero las dos potencias regionales siguen compitiendo por influir en sus nuevos líderes, en medio de las preocupaciones de Israel, vecino del sur del país.

“Una Siria árabe que no sea un apoderado de Turquía ayudará a disipar las tensiones entre Turquía e Israel”, afirma Sami Nader, director del Levant Institute for Strategic Affairs.

Riad también debe lidiar con los intereses de sus propios aliados, entre ellos Emiratos Árabes Unidos, que ha expresado públicamente su recelo ante el nuevo gobierno interino islamista en Siria. Está dirigido por Hayat Tahrir Al-Sham -exfilial de Al Qaeda-, al que Arabia Saudita y los aliados regionales y occidentales están dispuestos a dar una oportunidad en aras de la estabilización del país.

Arabia Saudita quiere influir en
Arabia Saudita quiere influir en la elección de los nuevos líderes en Siria. (REUTERS/Amr Abdallah Dalsh)

El líder de HTS, Ahmed Al-Sharaa, ha hecho todo lo posible por transmitir moderación a Occidente y aplacar a Arabia Saudita y otras potencias del Golfo. Pero también habrá dificultades para tratar con él.

Al-Sharaa considera que está dando a Arabia Saudita y a sus aliados “la oportunidad de volver a situar a Siria en la órbita árabe”, y no se convertirá en su apoderado ni “comprometerá su control del poder”, afirma Dareen Khalifa, asesor principal del International Crisis Group, que se ha reunido con él en numerosas ocasiones.

Irán también tiene sus propias cartas que jugar. Teherán podría decidir reforzar su programa de armas nucleares para compensar la pérdida de sus apoderados, lo que probablemente provocaría una respuesta israelí y estadounidense, afirmó John Sawers, ex director de la agencia británica de inteligencia exterior MI6, durante el acto de Chatham House celebrado la semana pasada.

“Será una receta para el conflicto”, afirmó.

(Con información de Bloomberg)

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